Escucho a mamá antes de abrir los ojos.
Salgo de la cama sin mucho ánimo y voy al baño de inmediato, me lavo los dientes y trato de peinar un poco mi cabello enmarañado el cual es un caso perdido. Lo recojo en un moño alto, salgo del baño, tomo mis gafas del escritorio y salgo de mi habitación en pijama.
Es domingo, puedo pasar todo el día en pijama si se me antoja.
Mamá está en la cocina pasando un paño húmedo sobre la barra de desayuno cuando me ve.
—Hola, cariño. —Me sonríe—. ¿Cereal de avena o azucarado?
—Azucarado —respondo mientras me sirvo una taza de café.
Mamá saca el cereal de la alacena y la leche de la nevera. Las deja sobre la barra que anteriormente ha limpiado junto a un cuenco y una cuchara para que me sirva a mi gusto.
Es algo tradicional de los domingos. Mamá no cocina, así que todos desayunamos cereal con leche, en el almuerzo papá, Alina o yo cocinamos, turnándonos uno cada semana y en la noche pedimos comida. Incluso lo tenemos anotado en una pequeña pizarra, que marca que hoy es a mí a quien le toca cocinar.
Es una especie de rutina, afianzando que papá tiene razón al decir que las rutinas son las bases de una familia.
Termino de tomar mi café mientras vierto el cereal en el cuenco seguido de la leche.
—¿Cómo la pasaron anoche? —pregunta mi madre guardando lo que ya no utilizaré—. Creí que te levantarías más tarde.
—Genial —respondo antes de dar un bocado—. Pasé la mayor parte de la noche con jaqueca por la música demasiado fuerte, pero supongo que forma parte de la experiencia adolescente.
Mamá solo me mira impasible.
—De verdad necesitas relajarte un poco, cariño.
—Y lo hago, en la tina con las sales que me traes del spa que, por cierto, están por terminarse.
—Te traeré más mañana —asegura tras darme un beso en la cabeza.
—Gracias. —Tomo otro bocado de mi cereal y mastico.
Mamá se aleja de mí y vuelve a acercarse, esta vez con mi teléfono en sus manos.
—Lo encontré aquí esta mañana —musita dejándolo a mi lado.
Le sonrío.
—Después de llegar, se me antojó un poco de agua antes de subir. Seguramente lo dejé olvidado.
—Seguramente —pronuncia ella distraída.
Desbloqueo mi IPhone y veo que hay un WhatsApp de mi no novio en la madrugada diciéndome que había llegado bien a casa, así como una notificación de Instagram de hace apenas unos minutos. La abro para encontrar una fotografía de la noche anterior de Alina, Zach y yo cuando estábamos en el Jeep. Recuerdo que mi hermana me pidió que la tomara antes de que él saliera de casa anoche.
Mi amigo luce como todo un modelo, Alina no se queda atrás con el maquillaje tan profesional que se ha hecho y yo... me veo sexi. Apenas sonrío en la foto, lo que le agrega algo de misterio a mi mirada que gracias a los lentes de contacto se ve mucho más expresiva.
Anoche fue una noche loca. Fui un mal tercio para estos dos y terminé despertando hoy en mi cama sin saber cómo llegué aquí. #nobebanalcohol #amosersumaltercioforever #lerobareelnovioamihermanaalgundia
No sé si reírme o llorar ante la descripción de la imagen donde mi hermana me ha etiquetado. Así que decido simplemente darle me gusta sin caer en la constante diatriba de que Zach y yo no somos novios. Ella lo sabe, sin embargo, le encanta bromear al respecto.

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Mil razones para dejarte ir. Serie Mil Razones 1
Teen FictionAlice y Sebastian no tienen mucho en común. Ella tiene muy claro lo que quiere en su vida: graduarse con honores, lograr entrar en la universidad de sus sueños y no enamorarse mientras esto sucede. Él no tiene ningún plan en su vida, vive un día a...