Después de la segunda guerra mágica, Amelia Lupin, decide irse de Londres para poder superar la muerte de tantas personas queridas. Así es como llega a Forks. Superar, es lo que ella quería, pero no siempre las cosas salen como queremos.
Agradecimi...
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Caminaba por el callejón Diagon con incomodidad.
Algunas ventiscas de aire movían mi cabello y me hacían sentir más nerviosa.
Me hubiera gustado que Jasper estuviera acá, pero al parecer, había ocurrido algo que involucraba a Alice y una visión y gracias a eso Edward vendría a Inglaterra. Por lo tanto, Jasper fue a buscarlo al aeropuerto.
Finalmente me acerco al punto en dónde había quedado con Narcissa y no tardó en verla, pero grande fue mi sorpresa cuando ví no está sola.
Draco Malfoy miraba a todas partes como si buscará algo o estuviera esperando algo.
Al escuchar mis pasos los dos miran en mi dirección. Narcissa sonríe.
—Pensé que no vendrías— confesó.
Y yo pensaba en no venir. El hecho de estar cerca de ambos se me hacía tan incómodo y me hacía sentir ansiosa, con ganas de dar media vuelta y salir huyendo, pero también quería enfrentarme a todo esto.
—Y yo pensé que solo serías tu— admití sin mucho entusiasmo.
Narcissa asiente mientras que Draco tan solo me miraba.
Una rápida mirada hacia el me hizo ver qué el estaba igual o peor que su madre: despeinado, ojeroso, y con la ropa algo arrugada.
No parecía Draco Malfoy.
—El propósito por el cual estamos aquí es porque queremos darte unas disculpas, Amelia— aquella confesión solo me dejó helada en mi lugar.
¿Ellos se estaban disculpando? ¿Draco y Narcissa Malfoy?
—Luego de todo esto nos dimos cuenta de tantas cosas, Amelia, de demasiadas cosas— Narcissa pasa una mano por su descuidado cabello— Luego de la guerra mágica nadie nos respeta, todos nos miran como escorias, cómo seres que no deben de estar aquí. Estamos a punto de perder negocios. Los elfos están sin control y todo es un caos.
Yo seguía mirándolos sin saber a dónde querían llegar. Por otro lado Draco solo miraba el suelo.
—Estamos solos enfrentando las consecuencias de nuestros actos, y en estos momentos es que vemos que toda nuestra vida fue una cortina de humo que habías creado, que al desmoronarse nos dejó ver qué siempre, siempre estuvimos solos— Narcissa se acerca a mi y me obligó a mi misma a no dar pasos hacia atrás— Estoy... Estamos trabajando en salvar todo lo que nos queda, en salvar nuestra familia. Lamento no haberte ayudado aquel día, lamento haberte negado tantas veces cuando escuchábamos a Sirius decir con orgullo que tenía una preciosa hija. Lamento todo, Amelia.
