13

2.6K 270 16
                                    

Buenas tardes. Vamos con uno más. Es cortito lo sé, perdonadme pero es lo que tenía que ser 🤗

_______________________________________

Luisita pasó todo el viernes metida en casa, tenía día libre en el bar y le había puesto una excusa a su abuelo para no ir a ayudarlo al Asturiano. No le apetecía salir para absolutamente nada. Tampoco le apetecía ver a nadie y por eso, había dejado olvidado el móvil y se había pasado el día del viernes haciendo limpieza en casa y viendo series.

El sábado su ánimo no mejoró, sin embargo, tampoco quería darle vueltas al por qué de ese estado de apatía en el que se encontraba desde la tarde del jueves. Sabía que si lo hacía, quizás encontraría respuestas que no le iban a gustar.

Había pasado media mañana organizando su armario. Había pasado la otra media en la cocina recordando viejas recetas que hacía tiempo que no hacía y al fin, había comenzado a relajarse. Su humor empezaba a mejorar y el leve canturreo que se escapaba de sus garganta lo evidenciaba.

Puso la música más alta y dio pequeños pasos de baile. Sí, definitivamente su humor empezaba a mejorar. Dispuso la mesa para comer y tras hacerlo, recogió todo antes de darse una ducha relajante y prepararse para ir al bar. Aquel sábado le tocaba turno de tarde y no quería que se le echara el tiempo encima.

Terminaba de vestirse cuando el sonido insistente del timbre le hizo mirar la puerta con extrañeza. No esperaba a  nadie y mucho menos a esa hora. Con el ceño fruncido fue hacia la puerta y tras mirar por la mirilla, dejó caer la frente sobre la madera durante un segundo.

- Hola, ¿Qué haces aquí? – preguntó al abrir.

- Menos mal que estás bien – dijo Amelia con el rostro lleno de preocupación – creíamos que te había pasado algo.

- Pues… no, estoy bien, no me ha pasado nada – le dijo sin entender – pasa anda – le ofreció. Amelia entró tras ella.

- Gracias y perdona que haya venido así – se disculpó – tu hermana Lola lleva todo el día llamándote y al no dar contigo me llamó histérica pensando que te había pasado algo y me ha puesto nerviosa a mí – le explicó.

- Ah pues… – miró a su alrededor buscando su teléfono – desde ayer no miro el móvil, lo siento – lo encontró y al verlo pudo ver qué efectivamente tenía como veinte mensajes de su hermana y otras tantas llamadas perdidas.

- Joder, pues vaya susto. ¿estás bien en serio?

- Sí, sí ya me ves – hizo un gesto para que la mirara – perfectamente.

- Ya… vale pues, no sé, voy a llamar a tu hermana a decirle que estás bien, estaba a punto de llamar a los bomberos – sonrió.

- Exagerada – contestó.

- Sí, un poco, pero no me extrañaría que hubiera llamado a tu madre ya – siguió Amelia mientras se llevaba el teléfono al oído – que raro, ahora no lo coge, bueno pues le envío un mensaje y luego lo vuelvo a intentar.

- ¿Y cómo es que has venido tú?

- Pues… - la miró, Luisita le devolvió la mirada – Lola me llamó angustiada y quise venir a comprobar que estabas bien.

- Ah…

- ¿ah? – no entendió aquella respuesta.

- Sí, no sé, un poquito exagerado todo ¿no?

- Sí, quizás sí, no sé – se elevó de hombros – yo también me he preocupado. También te llamé ayer y… yo que sé, me he puesto algo nerviosa – bajó la mirada – creí que te había pasado algo.

- Lo siento, en serio, siento haberos preocupado – intentó zafarse de esos ojos que le gritaban para que se perdiera en ellos – yo solo quería desconectar un poco de todo.

- No, perdóname tú a mí – siguió Amelia – por llegar así, por invadir tu intimidad y… no sé, Luisita – tomó sus manos levemente, casi sin ser capaz de controlar sus movimientos – Lola llamó y yo sentí que necesitaba venir y ver con mis propios ojos que estabas bien.

Y el error de Luisita fue elevar la mirada de nuevo, porque se encontró con esos ojos que la atraparon sin remedio. Amelia sintió esa calidez que, de un tiempo a esta parte, solo sentía cerca de la rubia. Se sintió de nuevo en casa y la calma invadió su alma al verla frente a ella. Luisita intentó apartar la mirada de ella pero, como en el resto de ocasiones, no pudo. Eran como dos imanes atrayéndola, apresándola como si quisieran traspasarle hasta el alma.

- Es que… Luisita fui una idiota, no quedándome a tu lado cuando más me necesitabas. Debí estar más pendiente de ti.

- Amelia pues no vuelvas a hacerlo nunca.

- No...

- Eres muy importante para mí. Mucho más de lo que me imaginaba.

Un paso al frente y Amelia atrapó sus labios en un beso que aunque de primeras le sorprendió había estado deseando desde hacía mucho tiempo. No tardó en devolver el beso con la misma suavidad y la misma ternura que Amelia le estaba imprimiendo a sus labios. Sentía que el corazón se le salía del pecho y llevando una de sus manos al rostro de la morena quiso no separarse de ella en toda la eternidad, ni en todas las vidas.

Luisita volvió en sí justo antes de atrapar los labios de Amelia, la novia de su hermana, entre los suyos. Dejó atrás aquel recuerdo del que aún era  capaz de sentir el dulce tacto de la lengua de Amelia rozando tímida la suya. Cerró los ojos y se apartó con rapidez de la actriz. Aquello era una locura.

- Lo siento, Amelia pero tienes que irte – le dijo abriendo la puerta de su casa de nuevo – tengo que terminar de prepararme para ir a trabajar y… vete, por favor – y Amelia sintió que en aquellas palabras se escondía una súplica.

- Luisita…

- Por favor, Amelia, vete – señaló la salida.

Amelia no dijo nada. Simplemente la miró, buscando tal vez una respuesta, quizás buscando perderse de nuevo en esos ojos que no sabía que magia tenían o quizás, simplemente, queriendo no ver nada en ellos.

Cuando su cuñada cerró la puerta, Amelia quedó parada mirando aquel trozo de madera ante ella. Confusa y casi perdiendo la templanza que le caracterizaba se preguntaba una y otra vez, qué había pasado ahí dentro.

Luisita, desde el otro lado de puerta, se quedó inmóvil ante ella. Le temblaban las manos, sentía que las piernas estaban a punto de fallarles y el miedo se apoderó de ella.

- Esto no es verdad, esto no puede estar pasando – Se dijo a sí misma – Amelia no puede gustarme.

Nuestras Vidas y El TiempoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz