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Buenas noches, pues vamos que ya va tocando no? 🤣🤣

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Servía a los clientes con una pasividad extraña en ella. Ni media sonrisa salía de su rostro y en los ojos no se apreciaba ni un ápice de alegría. Dos días antes Luisita estaba llena de vida, alegre, jovial, vivaracha. Hoy, sin embargo, tan solo la tristeza, el cansancio y la desolación eran los únicos sentimientos que reflejaba su cara.

- Luisi, ¿Te quieres ir a casa? – le dijo María al verla al borde del llanto una vez más.

- Es que necesito trabajar, María – contestó – necesito distraerme y dejar de pensar en... En... - no era capaz de pronunciar su nombre sin echarse a llorar.

- Vale – acarició el rostro con cariño – pues ve si quieres un rato al despacho y haz el pedido que yo me quedo en la barra.

- Está bien – contestó levemente sin rebatirle nada y salió de la barra en dirección al despacho.

- Madre mía – se lamentó María una vez Luisita desapareció de la sala.

*****

Amelia salía del set de grabación con unas intensas ganas de llegar a casa, encerrarse en ella y no volver a salir hasta el día siguiente. Desde que Luisita había salido de su apartamento y, desgarradoramente, de su vida, no había hecho otra cosa más que ir del trabajo a casa y de casa al trabajo y para ser sincera, al trabajo iba simple y exclusivamente porque tenía un contrato firmado.

- ¡Amelia! – dijo alguien tras ella y cuando miró, suspiró con cierto pesar. No necesitaba un sermón - ¡Amelia! Sé que me has visto, para - Insistió llegando hasta ella.

- ¿Qué haces aquí, Nacho? – quiso saber sin ninguna gana de estar con nadie.

- He venido a llevarte a casa y a que hablemos.

- No hace falta, me voy andando – contestó – y tampoco quiero hablar.

- Pues iremos andando y no hablaremos si no quieres - le dedicó una sonrisa llena de cariño.

- Es que tampoco quiero estar con nadie, Nacho – protestó al verlo a su altura.

- Me da igual – rebatió él – no vas a hacerlo otra vez.

- ¿Hacer el qué? – preguntó fuera de juego – no estoy haciendo nada.

- Estás haciendo lo mismo que cuando pasó lo de tus padres – dijo realmente preocupado por su amiga – estás aislándote de todo el mundo y no voy a dejar que vuelvas a entrar en esa vorágine de  autodestrucción en la que te metiste – siguió sonriendo como sus palabras hacían mella en Amelia – en aquel momento yo era un crío y no supe cómo actuar pero ahora no. Escúchame – se puso frente a Amelia y frenó sus pasos – estoy aquí, y no voy a permitirlo ¿me oyes?

- Nacho, déjame por favor – pidió en un hilo de voz.

- No, no voy a dejarte y mucho menos sin saber qué es lo que realmente ha pasado – dijo con una firmeza en la voz y una determinación en sus palabras que hasta a Amelia sorprendió. Estaba claro que su amigo no iba a dejarla marchar tan fácilmente – vamos, te acompaño a casa y ahí me cuentas todo.

****

Lola entró sin llamar. Ni siquiera se preocupó de la gente que había en el bar. Bajó las escaleras del Kings, hizo un barrido por la sala sin encontrar a la rubia y finalmente fue directa hacia el despacho. Luisita levantó la vista de los folios y sintió una mezcla de rabia y tristeza.

- ¿Cuánto hace que te tirabas a mi novia? – preguntó directa sin ningún tipo de simpatía.

- No me tiré a tu novia – se defendió – cuando empezamos ya no estabáis juntas – continuó.

- Ya, claro y me lo tengo que creer – dijo irónica.

- Cree lo que quieras – contestó con un tono de voz neutro, como si no tuviera vida ninguna – al final, ya da igual.

- No, no da igual – insistió – ¡me habéis estado engañando durante todo este tiempo! – elevó la voz - ¿Qué es esto, Luisita, tu venganza por lo que pasó cuando saliste del armario? ¿O qué es?

- Lola, ¡basta, por favor! – le pidió sin poder creer que trajera ese tema a este momento.

- No, no basta, no voy a parar – siguió con rabia en la voz – os habéis estado riendo de mí, EN MI PROPIA CARA – elevó el tono de voz – dijiste que me ibas a ayudar a buscar a esa zorra ¡Y RESULTA QUE LA ZORRA ERAS TÚ!

- ¿Y tú, Lola? ¿Y TÚ? – Ahora fue ella quién levantó la voz –¡sabías que ella estaba con alguien y te metiste en su cama! ¡NI DE LEJOS ERES UNA SANTA, NUNCA LO HAS SIDO!

- ¡VAYA, VINO A HABLAR AHORA LA BUENA SAMARITANA, NO TE JODE!.

- Mira, Lola, ¿sabes qué? – rebajó el tono – que no voy a discutir contigo… no quiero seguir con esto, solo quiero olvidarme de todo lo que ha pasado, sobre todo olvidarme de ella – puntualizó - y seguir con mi vida – se limpió las lágrimas que salían de sus ojos.

- Eres una hipócrita- pronunció Lola al ver que se marchaba.

- ¿Sabes qué, Lola? – la miró un segundo - no tienes ni idea, pero ni idea, del daño que me habéis hecho las dos.

Diciendo esto salió del despacho, chocando con su hermana María que llegaba alertada por los gritos. Susurró algo inteligible, como pudo y en mitad de un llanto que no podía controlar y finalmente se deshizo del leve agarre de María y salió del bar sin mirar atrás.

****

- Y eso es todo – dijo Amelia sentada en su sofá, con una tila en las manos y con lágrimas saliendo de sus ojos.

- Joder, Amelia – se lamentó su amigo al verla tan rota cómo estaba.

- Lo peor de todo esto es ver el dolor en los ojos de Luisita – seguía diciendo – y saber que lo he provocado yo, no sabes cómo me atormenta.

- ¿Has intentado hablar con ella de nuevo?

- No – bajó los hombros, como si hubiera aceptado la derrota y no fuera capaz de seguir luchando – sé que no quiere verme y… yo no soy capaz de mirarla a los ojos, Nacho.

- Anda ven aquí – abrió los brazos y la acunó entre ellos, porque sabía que eso era exactamente lo que necesitaba su amiga – ya está, venga, ya está – consoló.

- ¿Qué voy a hacer ahora, Nacho? – pregunto con desolación.

- Pues seguir adelante, cariño – le dijo con cuidado – y lo haremos juntos, como lo hemos hecho siempre.

- Es que yo ya no sé si puedo seguir sin ella – continuó y Nacho cerró los ojos con  tristeza. Jamás había visto a su amiga así, ni siquiera cuando su padre la echó de casa la había visto tan derrotada, tan herida y tan hundida como ahora y eso, que casi llegó a tocar fondo en aquella época.

-Venga, Amelia - intentó animar - ¿Dónde está la tía fuerte y luchadora que has sido siempre?

- Se fue con Luisita - contestó y Nacho pudo sentir el vacío que sentía su amiga - No sé cómo pude hacerlo – dijo, tras unos segundos se silencio y sin dejar de darle vueltas – es que no sé cómo he podido hacerle esto a Luisita – repitió en un lamento ahogado.

- Amelia, ¿Tu estas segura de que te acostaste con Lola? – finalmente, Nacho no pudo evitar esa pregunta que llevaba mucho tiempo rondando su cabeza.

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🥺🥺🥺

Nuestras Vidas y El TiempoWhere stories live. Discover now