64. La Revuelta En Las Minas

12 2 0
                                    

La refrescante brisa de la tarde golpea la amargura de mi rostro mientras voy bajando, a gran velocidad, la interminable escalinata del Dominio Élite; detrás de mí viene corriendo Neefar, grita mi nombre e intenta detenerme, pues es evidente lo irritado que estoy, quiero partirle la cara al infeliz de Handul, y ahora cuento con un motivo adicional para hacerlo.

Al pisar el suelo de los senderos del asentamiento, se escucha el crujido que las piedrecillas hacen con cada una de mis aceleradas pisadas, provoca que varios obreros que rodean el almacén giren la mirada para curiosear quien se aproxima; desde aquí veo como se transporta el oro desde los vagones que transitan sobre la línea del riel que conecta con el almacén, la fricción que hacen las ruedas de los vagones se escucha por con un rústico y leve sonido metálico.

Si sigo la línea del riel llegaré hasta las minas, donde de seguro está Handul, pues por lo que dijo Neefar, esa zona está caldeada, y como es su deber mantener el orden, de seguro está vigilando esa zona.

—¡Kiharu, por favor, detente! —los pasos de Neefar se escuchan más apresurados, y así logra alcanzar mi brazo, hala de él y me detiene.

—Neefar, no interfieras, no quiero que salgas lastimada —con rudeza me libro de su agarre y avanzo hasta dejarla atrás.

—¡¿Lastimada?! —la escucho correr, y al alcanzarme empieza a caminar a mi ritmo—. ¡¿Qué pretendes hacer con tu hermano, Kiharu?!

Me detengo para responderle:

—¡Ese Maldito me…! —quedo pausado luego de ver pasar sobre el riel un vagón de madera vacío y todo destruido.

Neefar se percata de mi asombro, y da media vuelta para ver que es lo que me tiene anonadado.

—¡¿Qué carajos…?!

Enfoco mi visión a lo lejos, justo en los vagones que le siguen, y me quedo aún mas sorprendido, pues los próximos dos vagones también vienen destruidos.

—Kiharu, como que algo no anda bien en las minas…

—¡Vamos!

Ambas naves de encuestan sobrevolando sobre las cortas llanuras próximas al asentamiento, justo donde combatimos a Trox; bajo nosotros está la larga línea del riel que da a las minas, cada vagón que alcanzamos está completamente destruido, es como si los malhechores usaran alguna especie de instrumento o algún tipo de arma para romper la madera. En todo lo que hemos explorado del planeta, no fue encontrado algún tipo de ser vivo que tenga la fuerza para hacer algo así, los únicos que tienen el poder para hacerlo son los Tiakamitas, y no creo que sean ellos.

A lo lejos ya se puede divisar la zona minera, y lo que mis ojos encuentran es un completo desastre, los mineros y los soldados de la fuerza armada están en medio de un disturbio, entre ellos han fomentado una batalla campal.

—¡Neefar, esto se ha salido de control. Hay que llamar al resto de la élite! —le ordeno desde el sistema de transmisión de la nave.

—¡Entendido!

Al sobrevolar la zona minera, me percato de como los vagones están siendo destruidos por los mismos mineros, lanzan rocas y le golpean con… ¿Partes de la maquinaria de perforación? … ¡¿Cómo Handul ha permitido esto?!

Activo la zona de evacuación, cruzo el portal del interior de la nave y aparezco bajo la luz del portal que hubica mi aterrizaje sobre el terreno; veo que Neefar aún no evacúa de su nave, levanto la mirada y observo que su nave aún está alumbrando bajo un cielo que apenas empieza a oscurecer, de seguro ella aún está contactando a la élite, así que decido ser yo quien empiece a controlar esta situación, mientras llegan los demás, lo primero es encontrar a Handul y así entender que fue lo que desató todo esto.

ZENFREX - El Poder De Mantenerte Con VidaWhere stories live. Discover now