Capítulo 10

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Eliana miró la hora y ya se le hacía tarde, asíque se fue a la barbería de Eden, donde llegaba cinco minutos tarde y Clara todavía no había acudido (cosa que no era normal). Cuando su padre salió, y no vio a la pequeña, decidió esperarla un par de minutos más y al ver que no volvía, mandó a su hija mayor para buscarla y se encontró a sus amigas, pero Clara no estaba entre ellas. Detuvo a las niñas para preguntar por su hermana, una de ellas dijo que ya se había ido hacía cinco minutos. Eliana tuvo un presentimiento muy malo y supo que tenía que encontrar a su hermana como fuese, por lo tanto empezó a buscarla a los sitios donde ella se solía mover intentando no pensar en si le había ocurrido algo malo.

Cerca de un pequeño parque, Eliana vio a un grupo de chicos adolescentes de entre quince y diecisiete años en círculo riéndosen de alguien, y ella se temió que la que estaba en medio del círculo, era su hermana. Se acercó corriendo en dirección a ellos y antes de llegar pudo darse cuenta de que los lamentos de la niña correspondían a los de su hermana.

Rompió el círculo con fuerza encontrándose a su hermana en el suelo asustada mientras los otros dejaron de gritar: "¡ES JUDÍA!". Cuando Eliana levantó a Clara del suelo para llevársela, los adolescentes volvieron a cerrar el círculo sin dejarles salir mientras gritaban: "¡JUDÍAS, SOIS ESCORIA!"

La mayor, sin soltar la mano de Clara, intentó romperlo de nuevo pero comenzaron a lanzarla de unos a otros hasta que sus dos manos se soltaron. Ambas cayeron al suelo, y de repente, tres jóvenes rompen el círculo deteniendo la humillación. Eran Nevin, Karl y Markus.

-Dejadlas en paz.-dijo Nevin-

Uno de los adolescentes, cabreado, se acercó a él cogiéndolo de la camisa con las dos manos.

-¿Qué pasa Nevin,tú también te vas a volver en nuestra contra?.-preguntó-

Pero Nevin no entendió nada puesto que no sabía que Eliana y su hermana eran judías. Karl apartó al muchacho que tenía sujeto a su amigo de un empujón hacia atrás.

Fue entonces cuando la banda de adolescentes rebeldes se alejaron de allí hasta desaparecer. Nevin levantó a Eliana del suelo y luego a su hermana pequeña, mirando su cuerpo para asegurarse de que no sufrió ningún daño físco.

Lo cierto esque Eliana agradeció muchísimo que el muchacho la ayudara y guardó rencor al que tenía por novio, que si la hubiera acompañado, quizás no habría pasado nada malo.

Se miraron a los ojos durante un corto tiempo y los dos se abrazaron con fuerza.

-Gracias por ayudarme...Estaba empezando a quedarme sin aire por los nervios.-dijo Eliana-

-No agradezcas nada, es para mí un placer siempre ayudarte en lo que necesites. Y perdón por mi actitud antes.

-La que debe disculparse soy yo. No supe entender que lo único que querías era aconsejarme, y de veras que te lo agradezco, pero si fuese cierto lo que tú afirmas, deja que me de cuenta yo sola.

-Está bien, no me volveré a meter en tu vida, pero si ese idiota te hace daño, yo le haré más.

Volvieron a abrazarse con fuerza y luego, Eliana miró a su hermana, que todavía estaba pensando en lo mismo con el rostro asustado.

-Ni una palabra a padre o no nos dejará pisar más la ciudad.-dijo Eliana-

-¿No vivís aquí?.-preguntó Nevin-

-Sí, a las afueras.

-Tu padre tiene derecho a saberlo.

-No, no quiero preocuparlo más.

-¿Y qué le digo?.-preguntó Clara-

-Que te olvidaste de la hora, eso es todo.

-Me va a echar una buena bronca.

-Yo te defiendo, no te preocupes.

Los tres partieron rumbo hacia la barbería de Eden, donde esperaba a sus hijas en la puerta desde hacia un cuarto de hora. Al verlas aparecer, preparó sus cuerdas vocales para la pequeña, ya que había llegado demasiado tarde, y pronto, Eden tenía que volver al trabajo por la tarde.

-Espero que tengas una buena excusa, jovencita.-dijo Eden-

-Se me pasó la hora padre, lo siento.

-Pero Clara...¿cómo eres capaz de cubrirme?.-interrumpió Eliana-

Clara no entendía ni una palabra de su hermana, asíque la miró con el rostro lleno de preguntas. Eliana simplemente le contestó con un guiño de ojos, lo que significaba que le siguiera el juego.

-¿Qué quieres decir con eso?.-preguntó Eden-

-Clara venía de camino cuando yo fui a buscarla y...

-¿Y...?

-Y se cruzó conmigo. Empezamos a charlar y se le olvidó el tiempo. La culpa es mía, mis disculpas, señor.-contestó Nevin-

Eden se limitó a sonreír.

-Es igual, esta vez se lo perdono. Pero que no vuelva a suceder.

Nevin se presentó personalmente tendiéndole la mano a su padre, y él se la dio sonriendo. Después, tras un adiós, Eden pertió a casa con sus hijas, y Nevin a casa también, que por la tarde tenía que seguir repartiendo cartas. Mientras Nevin caminaba, una mujer le detuvo el paso, una mujer de pelo rojo y a media melena que parecía preocupada, muy preocupada: Dina Baremboin.

-¿Eres Nevin?.-preguntó ella-

-Sí, ¿y tú eres...? Creo que no he tenido el gusto de conocerte.

***

Al medio día, después de la comida, mientras Eden descansaba hasta la hora de irse al trabajo, a la vez que las dos hermanas estaban en la habitación de Eliana mirando al suelo en silencio pensando todavía en lo que les había sucedido aquella mañana.

Clara parecía la más asustada de las dos, en sus pequeños gestos se reflejaba el temor vivido, la ilusión perdida, la esperanza ida...Por eso, Eliana la abrazó meciéndola un poquito entre sus brazos intentando calmarla. Funcionaba, poco a poco, Clara iba estando más serena, se sentía segura en los brazos de su hermana mayor, que apesar de tener roces y pequeñas discusiones, siempre la tenía a su lado.

-Siempre te protegeré.-dijo Eliana-

Clara sonrió y abrazó a su hermana más fuerte.

-¿Dónde estaba Kinor?.-preguntó Clara-

-En casa, no podía salir. Tenía que ayudar a su padre.

-Mintió.

Los ojos de Eliana buscaron los de Clara.

-¿De qué hablas?.-preguntó Eliana-

-De camino a la barbería lo vi en el bar con un par de amigos tomando unas cervezas. Me quedé parada mirándole y fue entonces cuando me rodearon los otros. Siento que tengas que enterarte por mí.

-Al menos, tú has tenido valor para contármelo. Esta tarde va a saber quién soy.

-No le digas que te lo he dicho yo.

Eliana le asintió, aunque de todas maneras no iba a hacerlo. No delataría a su hermana jamás en la vida.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora