Capítulo 73

474 30 0
                                    

Una semana después, Eliana seguía llorando la muerte de su hermana y Nevin no se había presentado allí ni una sola vez para visitarla ya que le había dicho que no quería verlo más. Una noche, mientras Eliana reposaba donde dormía su hermana, Jael se sentó a su lado y le dio la mano, y aunque le doliera lo que a continuación iba a decirle, no se echó atrás porque no quería verla de esa manera tan melancólica.

-Necesito hablar contigo por mucho que me duela lo que tengo que decirte...

Ella le asintió mirándole.

-Sé que estás mal, llevo una semana sin verte sonreír y no quiero ver a una Eliana triste todo el día. Crees que has perdido dos cosas, pero no es así. Clara está aquí contigo aunque no podamos verla, y Nevin está tan sólo a menos de un kilómetro de ti.

-Jael, no necesito nada de él.

-Te equivocas, lo necesitas todo de él. Deja de engañarte a ti misma y pídele perdón por todo, sabes que tiene razón. No es tan sencillo entrar a un almacén lleno de provisiones sin que te vean, no es tan sencillo llevarlos a un barracón con tanto soldado vigilando. ¿Crees que a Nevin no le duele lo que le pasó a tu hermana?. Estará que ni querrá levantarse de la cama. Está aquí dentro por ti.

-Yo...

-Tú nada. Vete y arregla las cosas, es obvio que no podéis estar el uno sin el otro, y a pesar de que mi corazón suspira por ti cada día y lucha por conseguir el tuyo, no es el tuyo el que late por mí...He asumido que nunca podré tenerte, pero me conformo con haberte encontrado y haber formado entre los dos esta gran amistad.

Eliana consiguió al fin, sacar una sonrisa verdadera. Agarró las manos de su amigo y después le dio un fuerte abrazo.

-Eres un buen hombre Jael...Gracias por ayudarme.

-Siempre lo haré.

Eliana se levantó de la barraca y salió con cuidado de su cabaña, donde no muy lejos había un soldado vigilando, y por suerte pasó desapercibida y no la descubrió saliendo. Esquivando y escondiéndose de soldados consiguió llegar ante la puerta de la habitación de Nevin, que por suerte no estaba la llave echada. Él dormía plácidamente en su cama y Eliana se sentó junto a ella viéndolo dormir y pasó una mano por su cabello rubio. Después, con mucho cuidado, se tumbó a su lado y lo abrazó por la espalda dándole un beso en la mejilla. Al amanecer, Nevin sintió una leve presión en su cintura y se dio la vuelta, le encantó que esos brazos que lo rodeaban fueran de Eliana. Se quedó mirándola un buen rato mientras dormía y poco a poco se levantó de la cama con cuidado de no despertarla, dirigiéndose a su escritorio donde cogió una pluma y una hoja de papel. Una vez escrito lo que pensaba poner, le dejó la carta sobre su almohada para que la leyera nada más despertar, pero mientras tanto esperaba sin dejar de observarla. Por fin se despertó y lo primero que vio fue la carta, que sonriendo leyó: "Estás preciosa cuando duermes. Buenos días mi princsa."

Eliana sonrió más aún y al darse la vuelta, vio a Nevin sentado en la silla junto a su escritorio mirándola.

-Buenos días...-dijo Eliana-

Nevin se levantó y se sentó junto a ella.

-No esperaba tu visita. Creo recordar que tus últimas palabras fueron que no querías verme más.-dijo él-

Eliana bajó la mirada y se quedó pensando un par de segundos arrepentida.

-Lo siento tanto...Estaba y estoy dolida y quizás los nervios y la presión pudieron conmigo.

-Lo sé, por eso no te lo tengo en cuenta. Posdata, ¿cómo está Jael?. Estará echando humo si sabe que vuelves a estar conmigo.-preguntó Nevin-

-Deja de hablar así de Jael, gracias a él he venido a pedirte disculpas.

-¿Cómo que gracias a él?.

-Me ha ayudado a comprender que tú no tenías la culpa, sino razón en lo que estabas diciendo...

-Y yo que creía que...

-¿Intentaría separarnos?. No, él no es mala persona y nunca ha hecho ni dicho nada malo de ti para ponerme en tu contra.

-Creo que le debo una disculpa.

Ambos se quedaron mirando y a la vez se dieron un abrazo.

-Pensaba que te había perdido...Pero esta vez de verdad.-dijo él-

-Una vez más te pido perdón por ser tan dura.

-No me importa Eliana, lo que me importa en estos momentos es que volvemos a estar juntos y que te quiero más que nada en este mundo.

-Sabes que yo también aunque me haya comportado como una niña...

Se volvieron a abrazar sin decir nada puesto que el silencio ya lo decía todo. Llegó la hora de volver, Nevin se asomó con cuidado para comprobar que no venía nadie y entonces Eliana salió silenciosa escondiéndose de los soldados hasta llegar al barracón donde no había nadie ya que estaban todos trabajando, por ello, se quedó allí esperando y descansando su cuerpo por una vez de trabajos forzados diarios. Al aproximarse la hora de comer, ya fueron apareciendo poco a poco y Eliana esperaba a Jael, pero no aparecía entre la gente. Pensó que vendría de los últimos, pero Jael siempre era de los primeros. Cuando no lo vio aparecer se asomó a la puerta y observó alrededor por si lo veía desde lo lejos trabajar en cámaras de gas en plena construcción o crematorios, pero no lo veía. Fue entonces cuando empezó a preocuparse y tomó la opción de preguntar a un par de compañeros si lo habían visto o si sabían dónde estaba, y la respuesta no le gustó demasiado. Según un muchacho, se le cayó un ladrillo en el brazo derecho provocándole una herida profunda y un soldado lo mandó de inmediato ante Menguele para curarla. Eliana volvió a asomarse a la puerta sin dejar de mirar esperando el regreso de su amigo, y ahí estuvo plantada durante al menos diez minutos hasta verlo llegar desde lo lejos con el brazo derecho vendado y ella corrió a recibirlo con un fuerte abrazo supervisando que no le había hecho nada dañino en su extremidad. Cuestionó a Jael diciéndole si ese hombre le había inyectado algún producto químico o había notado algo raro en él, pero Jael dijo que simplemente le curó la herida con un par de puntos y nada más. Tras las respuestas, Eliana sonrió y volvió a abrazarlo sin poderse creer que estaba de vuelta con vida.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora