Capítulo 2

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-¿Ves como no era coincidencia?. Se te ha quedado embobado.-dijo Mara-

-Pero si es la primera vez que lo veo...

-Normal, lleva repartiendo cartas esta semana, y no has venido a Berlín desde entonces.

-Sea lo que sea, me da igual.

Las tres amigas siguieron su camino hasta llegar a la enorme fuente con forma circular, donde en un extremo de ella, estaban los amigos: Abraham, Gabriel... Y otro nuevo compañero de veraneo que habían conocido un par de horas antes.

Los tres se levantaron y Gabriel presentó al novato del grupo cuyo nombre era Kinor Bibach.

Kinor era un joven apuesto de unos dieciocho años de edad. Era alto, su pelo era moreno y los ojos los tenía de un azul claro, un parecido a los de Eliana.

Dina se presentó y le dio dos besos a Kinor, luego la siguió Mara y por último Eliana, que al parecer, le había gustado físicamente el nuevo compañero.

-Estaba paseando por aquí, y en un puesto de helados nos conocimos los tres. Me han hablado de muchas cosas menos de que tenían amigas tan guapas.-dijo Kinor-

Las miró a las tres y Eliana se sonrojó un tanto demasiado, cosa que él notó en su aspecto y sonrió mirándola.

-No te ruborices, es la verdad.-dijo él a Eliana-

-Gracias por el cumplido...-contestó aún sonrojada-

-Bueno Kinor, deja de ligar, ¿vamos al cine?.-propuso Gabriel-

Todos y todas asintieron y después se fueron al cine. Al llegar a la puerta y pedir las entradas, Eliana se dio cuenta de que le faltaba dinero y negó con la cabeza, pero Kinor le pagó la entrada sonriendo.

-No es necesario, no importa si no puedo ver la película.

-No rechistes y acepta la entrada.

Eliana miró la entrada y después a él, así que la cogió finalmente y luego abrazó al chico sonriendo dándole las gracias.

-Está bien, lo acepto, pero esta tarde te pienso devolver el dinero, y eso sí que no me lo puedes negar.

-Eliana, es una invitación. No tienes por qué devolverme nada.

-Venga tortolitos, dejadlo ya y vamos dentro.-añadió Abraham-

Los seis entraron al cine a ver una película de terror que entre todos habían elegido.

Tomaron asiento sentándose juntos en fila: Eliana iba entre Kinor y Dina.

Una hora después, las chicas estaban ya al límite de morir de miedo, y entonces Kinor aprovecha para pasarle el brazo por detrás de la nuca a Eliana, y eso la tranquilizó y la puso nerviosa al mismo tiempo, más que nada porque en vez de mirar el film, observaba los ojos azules de Kinor.

-¿Tienes miedo?.-preguntó él-

-Un poco menos que antes.

-¿Puedo saber el por qué?.

Eliana no supo qué decir, se había quedado tan atontada con los ojos de Kinor, que decía en alto todo lo que pensaba. El novato estaba claro que tonto no era y le notó en la mirada, un sentimiento amoroso, por lo cual, como él también sintió algo por ella, aprovechó.

-Creo que soy yo quien te pone nerviosa.

-No digas tonterías, te tengo como un amigo más, bueno, conocido más bien.

Kinor se calló y siguió viendo la película, gesto que a Eliana no le gustó porque pensó que le molestó lo que le había dicho.

Cuando la película hizo su punto y final y todo el grupo salió del cine, Eliana se despidió de sus amigos porque tenía que volver a la barbería de su padre, se aproximaban ya las doce de la tarde.

Mientras cruzaba una calle, al otro extremo se encontraba aquel muchacho apuesto que repartía cartas y que la miraba todo el tiempo hasta que desapareció de su vista. Supo entonces que fuera como fuera, tenía que cruzarse en su vida y formar parte de ella ya fuera como un amigo, o como algo más... Solo le importaba cruzar al menos, una palabra para volver a verla sonreír, que era lo que más le había encantado, a parte de ella completa, desde el pelo más pequeño de toda su melena rubia, hasta sus pies tan finos y bonitos.

Eliana ni siquiera se dio cuenta de que estaba en la acera de en frente observando todos y cada uno de sus pasos hasta detenerse en la barbería de su padre, esperando que saliera de trabajar y a que Clara apareciese.

El muchacho, que seguía parado mirándola, esperaba para ver lo que iba a hacer a continuación.

A los dos minutos, apareció su hermana y luego salió Eden de trabajar, por lo tanto se subieron los tres al carro, y se dirigieron de nuevo a casa.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora