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No soy consciente de nada ni de la fuerza que parezco tener hasta que lo empujo lejos de mí y mi mano paga las consecuencias.

Auch, debería dejar de dar cachetadas.

—No vuelvas a tocarme. —advierto limpiando mis labios.— Vete.

—Karol...

—¡Que te vayas, Ruggero!

—Escucha, Ruggero. Es mejor que te vayas. —interviene mamá.— Deja en paz a mi hija, por favor.

Me mira, contengo el impulso de golpearlo de nuevo. Él solo suspira y da media vuelta antes de abandonar el lugar.

Suspiro masajeando mi sien.

—¿Alguien me explica qué pasa? —pregunta Alvaro y niego.

—Voy a... —suspiro.— Me voy a casa.

—Karol...

—No quiero hablar.

Finalmente salgo, no tardo en subirme al auto y conduzco dos minutos hacia mi casa.

Apenas entro dejo mi bolso en el sillón y camino a la cocina.

Es ridículo todo esto.

—No sé qué necesitabas probar con esto, James. Pero te tengo una noticia, no sentí nada con el beso.

Niego, me sirvo un vaso con agua y busco mis pastillas en un rincón del alacena, no tardo en tomarla.

Me siento algo abrumada así que subo a la habitación, me deshago de la ropa formal. Busco ropa más cómoda en el armario y recojo mi cabello.

Finalmente vuelvo a bajar, tomo mi teléfono, mis llaves y salgo del lugar.

Camino sin rumbo fijo, voy al parque, me tomo un café, voy al cine y a las nueve y media de la noche me encuentro caminando por las calles.

No sé qué quiero encontrar o a donde ir pero entre mis planes no está volver a casa todavía.

Tengo el teléfono conmigo así que no creo que eso influya.

Me detengo frente a una librería, está todavía abierta y comprar algunos libros me puede servir de mucho.

Espero encontrar uno de auto ayuda.

Veinte minutos después ya he comprado como cinco libros y salgo de la librería.

Tomo un taxi que me lleva a casa, y cuando bajo, siento que he disfrutado lo suficiente.

Busco mis llaves en mi bolsillo, mierda, es un bolsillo tan pequeño...

—Hola...

Asustada levanto la mirada. Ruggero.

Muy dispuesta a ignorarlo finalmente logro sacar las las llaves de mi estrecho bolsillo y abro la puerta.

Él me toma del antebrazo antes de que pueda entrar.

—¿Qué quieres?

—Disculparme por todo lo que hice. —susurra.— Mal interpreté todo y ahora me siento muy mal.

—Nunca hice nada para que creyeras que quiero besarte. —le recuerdo. Él asiente incómodo.— No me hubiese molestado si el Ruggero que yo amaba me besaba. Pero me besaste tú.

—Teóricamente soy el mismo Ruggero.

—No, eres una fea versión de un chico malo. Y eso no me gusta.

—Todos perdimos algo. —susurra.— Yo te perdí a ti, mi personalidad, lo perdí todo.

—Y yo te perdí primero a ti, perdí a Valentina y a mis bebés. Luego encontré a James, perdí dos años pensando que él era gay y cuando por fin nuestros sentimientos estaban claro, la realidad vino a mí. Volví a perderlo todo y ahora sí duele. Estoy sola.

Antes De Mí; Efectos Secundarios.Where stories live. Discover now