Chapter Eight

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chapter eight: la matanza de la nueva tierra
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Aposentar sus tropas fue fácil, pero la estrategia de batalla, bueno, eso era más difícil, aunque para Ragnar fuera cosa de niños.
Hella afiló una estaca de madera sonriendo con satisfacción al ver la afilada punta.

-Mi señora.-

La semidiosa se giró sonriente al escuchar a Ragnar, el vikingo le ofrecía una jarra de hidromiel y una de esas preciosas sonrisas que volvían las piernas de Hella de barro.

-Todos parecen ansiosos.-Dijo la chica antes de tomar un trago.

-Bueno, algunos ansían el Valhalla, aunque tú estés harta de deambular por él.-

-¿Cuándo crees que vendrán?-

-¿Los anglos?-

Hella asintió sentándose sobre un tronco.

-No creo que tarden mucho más, has hecho un buen trabajo con las estacas.-

Ragnar pasó un dedo por la madera astillada, Hella se estiró soltando un bostezo.

-¿Es esto para lo que tu padre te ha mandado?-Preguntó el vikingo mirando a su alma gemela.

La platinada quedó en silencio unos segundos antes de chocar su mirada con la de Ragnar.

-Me ha mandado para estar a tu lado, pero es mejor si vierto un poco de sangre sajona de paso.-

Ragnar se sentó junto a la chica y tomó su mano.

-Ojalá pudiera hacerte reina algún día Hella.-

Los ojos del hombre eran sinceros, demasiado, y eso conmovió a la semidiosa, de una forma que la derritió por dentro.

-Ragnar, yo ya soy reina.-Dijo ella regalándole su mejor sonrisa.

El duque se inclinó y presionó sobre sus labios un dulce beso que la desconcertó en el buen sentido. Ragnar mareaba su corazón con cada pequeño gesto que le regalaba.

-¡Ragnar!-

La pareja se separó, un joven vikingo de pelo trenzado tomó una bocanada de aire antes de informar al duque con las nuevas noticias.

-He encontrado su campamento.-

Ragnar sonrió, y Hella notó su corazón latir desbocado, al leer la mente del rubio.

-Prepararos para una emboscada, comienza a anochecer.-Dijo el vikingo.

Hella gimió con satisfacción antes de caminar hacia su pequeña tienda.

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La noche era fría, las bocas de los vikingos expulsaban un vaho gélido que dañaba sus pulmones al entrar de nuevo en su cuerpo, pero no era nada comparado con las frías noches de Kattegat.

Se movían sigilosos, las antorchas y pequeñas hogueras de los sajones apenas alumbraban sus facciones nórdicas. Hella pisaba con cuidado, su mano cerrada al rededor del hacha de combate que Brokkr forjó para ella cuando apenas caminaba.

𝐈𝐍𝐄𝐅𝐀𝐁𝐋𝐄; 𝐕𝐈𝐊𝐈𝐍𝐆𝐒Where stories live. Discover now