Soledad

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Lo siento, pero no eres ella y como no eres ella, no te puedo tener como algo más. No puedo ni intentarlo. No somos nada, lo sé; pero indiferentemente a lo que otros opinen, le pertenezco aunque no lo sepa. No se trata de un objeto, lo tengo claro, quizá hasta suene mal, pero estoy siendo lo más sincera posible. No te llamas como ella, no eres ella. Lo siento.

El timbre sonó y alisté mis cosas para receso. Eva también estaba en lo suyo desde el escritorio y me pregunto si ha tenido algún día malo, y finge esa hermosa actitud de tener todo bajo control o si en realidad todo le ha estado yendo bien. Es un tema que sí tiene importancia. Es Eva y de alguna manera, le quiero mucho.

Si bien, en muchas ocasiones pensé que había estado enamorada de Eva, ahora podría decir que no fue así. La quería mucho y me gustaba, porque es hermosa y eso se refleja en su forma de ser, en el trato que tenía hacia mí, en lo mucho que demostraba que yo era su alumna favorita, en el interés que mostraba en saber que estaba bien, en lo mucho que me había ayudado a salir adelante y, quizá esas muestras de cariño, me hicieron confundir las cosas. No podía dejar de pensar en lo bonito que era que ella me prestara atención y reparo en el hecho de que jamás tuve la sensación de estar en llamas incontrolables cerca de ella, creo que Eva fue solo ese primer "enamoramiento" tierno, puro, ese apoyo que necesitaba.

—Juliana, puedes venir un momento— Claro que sí Eva, a ti no te negaría nada. Me acerqué al escritorio de mi profesora de Literatura que me veía con esos ojos verdes que le quitarían el aliento a cualquiera.

— ¿Cómo vas con tus clases? ¿Todo bien? — Y ahí estaba de nuevo la Eva que tanto me gustaba.

— Todo bien, profe. Creo que saldré con buen promedio.

— ¿Química? — Me reí ante la pregunta, porque hablando únicamente de la materia, no iba tan mal. Referente a lo otro, depende desde que perspectiva lo viera.

— Bien. He estado pasando muchas horas estudiando, para mejorar.

Por supuesto Eva desconocía que gracias a la oportunidad que me dio Valentina pude aprobar la unidad de química y eran esos pequeños secretos, los que amaba, he de decir que el resto de las calificaciones aprobatorias eran completamente mi mérito. Me había devorado los libros y he caído en cuenta que ya no era para impresionarla a ella, era momento de comenzar a pensar en mi futuro. Solo dos meses. Las cosas en este tiempo no habían cambiado demasiado entre nosotras o, quizá sí. Las miradas y sonrisas indescifrables continuaban, pero era innegable que la relación se había tornado más a maestra- alumna. Lo cual me jodía en ocasiones, pero en el fondo sabía que era lo mejor para las dos, en especial para mí. Y tal vez podía ser lo mejor.o.lo correcto, pero no lo que yo quería. Ella seguía con esa actitud imponente en el salón, con ese genio de los mil demonios, pero no conmigo, no podía pasar por alto el hecho de que ella me trataba diferente. Los toques en el hombro cada que pasaba en mi fila, los saludos en los pasillos, esa delgada línea entre el ser amable o algo más... Pero, ¿Valentina amable? ¿A quien quería engañar? Ella no era así, y tampoco le importaba serlo. Y entonces me resigné. Caí en cuenta que mi profesora de Química y yo nunca seríamos y preferí conformarme con admirarla, con recibir esos pequeños cariños, con tenerla, de la forma que fuera, pero que estuviera junto a mí. No hacer algo, que pudiera distanciarla. Es tan difícil tener la fortaleza para poder renunciar a algo y resignarte a que quizá siempre quedaría en algo platónico, pero la realidad era esa. Duele, pero ella no daba señales de algo más y nunca lo había hecho, pensaba realmente que mi corazón y mi mente adolescente había fantaseado más de lo debido y no me arrepentía, era hermoso lo que sentía por primera vez. Marzo y abril habían transcurrido así, yo admirándola y ella estando más bella que nunca.

Lucho me saco de mis pensamientos y me guía hasta el patio como si no pudiera caminar, siempre dramatizando las cosas. Mi amigo estaba tenso porque hoy de nuevo vendrían personas de visoria, hablaba como loco y una vez en las gradas, él me deja por una nueva novia. Genial. Me pregunto si la Rizos le confesó lo que sentía. Al quedarme ahí sola me cuestiono qué hubiera sido de mí si fuera como mi amigo, ya sé, esa confianza increíble en saber que lo puede tener todo solo con una sonrisa de lado.

Alguien tenía que aprender [JULIANTINA]Where stories live. Discover now