Capítulo Quince

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Entonces, con la camioneta a mi mando y mi mente en el juego de Jay, lo próximo pasó tan rápido: Jay me gritaba cosas que no entendía, Yo entre en pánico y estaba frustrada.

La camioneta se había volcado en mi estúpido intento de subir una pequeña colina entre las rocas, en ese momento Jay se lanzó encima de mi abrió la puerta y me empujó, quedando él adentro y callendo con la camioneta.

Caí sobre unos arbustos secos que de alguna manera amortiguaron mi caída o la hicieron menos dolorosa, estaba sangrando, me había raspado la pierna cuando caí con el borde de la puerta de la camioneta y mis manos al tratar de sujetarme al aterrizar. Gemí del dolor, al ver la herida y la sangre, una raya se expandia desde mi rodilla hasta mi tobillo izquierdo, dolía más de lo que aparentaba, lo cual era mi debilidad, se me habían roto los pantalones en diferentes puntos y tenía unos que otros moretones en los brazos. apensar del dolor que era infernal, hice un esfuerzo y se podria decir que corrí como pude hasta llegar a Jay al ver como había caído y les diré que mi caída no se comprara con nada a la de el.

Estaba tirado en el suelo gimiendo de dolor, sudado y sobretodo sangraba mucho, había caído sobre un tronco hueco y seco, del cual una astilla mediana se le había metido en el muslo. Volteé mi vista hacia otra parte asqueada, hoy es el día en que me doy cuenta que saltarse las clases de sobrevivencia no era buena idea. Yo era débil por esa parte, no podía ni mucho menos sabía que hacer. Me sentía mal, culpable, cansada y adolorida.

Grité con pánico su nombre.

- ¡¿Que rayos hago?! - el obviamente no podía responderme, estaba tan mal que las venas de su cuello se notaban tensas.

Miré hacia la camioneta, la cual estába hecha añicos prácticamente, pero tal vez aún funcionaba, el problema era que estaba volteada y yo no podría con ella.

"Mi teléfono" pensé.

Me las arregle para llegar a la camioneta, pero no había forma De conseguir ningún teléfono ya que pudo caer en cuaquier parte y aquí practicamente era un bosque.

Entonces volví con Jay pidiéndole a dios que su teléfono este en su bolsillo, necesito buscar ayuda, Jay está fatal.

- Bus..ca ayuda! - me dijo esforzándose por hablar.

- No tengo teléfono y estamos en medio de la nada. - le dije calmada, no quería irritarlo, pero es que yo estaba muy frustrada y necesitaba soluciones.

- Calma, saldremos de aquí. ¿Tienes tu teléfono? - le dije.

El me asintió y con un gesto entendí que señalaba su bolsillo inferior.

Lo agarré y para la suerte que tengo yo.

Sin batería.

Caí al lado de Jay, no podía estar tanto tiempo parada, yo también sangraba, no tanto como el, pero si estaba herida.

Le mostré la pantalla y gruñó.

Era muy tarde para tratar de buscar ayuda, no podía dejarlo aquí e irme a buscar ayuda, estamos muy lejos.

Al menos yo usaba reloj; 8:45 pm.

Quería estallar, estaba molesta conmigo misma por ser tan estúpida e inútil, además tengo a una persona al lado que está muriendo prácticamente y no se que coño hacer.

Se me contrajo el estómago al recordar que el era mi hermano menor básicamente.

El me miraba con rabia pero al mismo tiempo estaba preocupado.

- Pasaremos aquí la noche. No hay de otra.

El asintió adolorido.

- Trata de hacerme un torniquete, por favor. - dijo, haciendo un gesto a lo que ahora era un charco de sangre bajo su muslo.

Asentí, pero o tenía nada para hacer esto. Así que volví a la camioneta, y suspiré a mi misma de alivio al conseguir las cosas de campamento de la familia de Jay, una sola bolsa de dormir, dos linternas, un cuchillo y al menos teníamos agua, los agarré y sacudí, estaban sucios.

Corté el pantalón de Jay dejando al descubierto su herida, se la amarré y logré que el flujo de sangre disminuyera.

- Gracias - cerró los ojos y suspiró, note su alivio al instante.

Abrí la bolsa de dormir y la ubique bajo la camioneta y con mucho esfuerzo logré meterlo.

- Ronnie..

Me volteé hacia el.

- Entra, ven - me hizo un gesto señalando que duerma con el en la bolsa de dormir.

Tal vez no era lo más adecuado, pero en este momento me sentía perdida, así que no lo negué.

- Lo siento - susurré, mirando las millones de estrellas que estaban sobre nosotros.

Perfectas ImperfeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora