AZÚCAR

1 0 0
                                    


Ahora me encuentro solo en casa y específicamente en mi habitación, escribiendo en el diario que nadie sabe que tengo, el momento de ayer se me ha quedado tan pegado que me hizo recordar el pasado, y aquí estoy, maldiciendo por cómo un chico lindo me hizo frágil, y lo frágil, se queda en este libro:

Las yema de los dedos aún me hacen cosquillas, es estúpido como me puedo poner por algo que en el momento me hizo sentir tan idiota. Aún cuando llegue con Sam fue difícil contener mi emoción y le conté todo, cómo fue y cómo me hizo sentir, la simple idea de recordar al chico más que el momento en el que lo aplaste, me ponía ansioso. Tal vez por un largo tiempo me he considerado roto, solitario por elección, y siempre le he echado un poco de culpa a Ezra, por ser la persona que más aloca mi vida, aunque ya no sea esa locura de antes.

Tengo buena memoria, porque así como puedo recordar cada detalle de ese chico lindo de la tienda, puedo recordar los pequeños detalles que me persiguen de Ezra, esos que cuando pasan por una fracción de segundos por mi mente, me vuelven incómodo, me transportan a aquel momento y me vuelve sensible, como en estos largos cuatro meses después de su partida, o si se le puede llamar partida.

Eso es lo difícil de aún tener que ir un semestre más a la escuela, tener que verle todos los días su rostro, su sonrisa, sus labios, cielos, sus malditos labios. Tal vez mis amigos estén hartos de escuchar mis comentarios masoquistas hacia él, pero es que no puedo evitarlo, él siempre está presente en todo, incluso está presente entre ellos, cosa que me vuelve demasiado frívolo, no puedo evitarlo, ellos no saben nuestra historia, sólo pequeñas partes de ella, lo que es más superficial a mi parecer, ya que lo que más me importa y que aún no logro controlar es el cómo me hacía sentir, porque esos momentos significan sentimientos, significan felicidad, y que él los haya tirado como lo hizo me quebró.

Retomando al chico de ayer, creo que me hizo  ver que no todos son como Ezra, hay más gente que me puede agradar con cualquier acto estúpido como el mío, que a pesar de que no fue intencional, el chico lo tomó de tal manera que me transmitió felicidad, la cual hace mucho que no venía sola y espontánea. Son esos detalles los que me hacer ver que hay más gente interesante que nos puede sacar una sonrisa o más bien no podemos sacar de nuestra mente, como él lo hizo conmigo hasta hoy. Sinceramente, fui un idiota al no preguntarle su nombre, o incluso preguntarle algo, sólo me quedé como imbécil ahí parado.

-¡Emanuel, ya llegamos, amor!- es aquí donde la sesión sentimental termina y vuelvo a mi vida normal del ahora.

Como agua para caféUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum