19 | Emociones derretidas

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Cabe destacar que ni siquiera en mis más remotos sueños o en las predicciones más locas de Merak, pude imaginar tal escena. Tanta fuerza, oscuridad y delirio que tuve al tener contacto con los labios de... Bueno, su nombre ahora es Deneb. Suaves, carnosos y húmedos labios que fueron la chispa que encendió el fuego, cuyo fuego no es devastador, es poco y pequeño, solo puedes mantenerte allí con las manos sobre él, para no congelarse en aquel mar de pensamientos fríos, sin sentimientos y evitando sus miradas, sus sonrisas, el espacio personal de cada uno, porque no lo puedo aceptar. Es nuevo, extrovertido y no comprendo cómo ha ocurrido tan repentino. No sé cómo reaccionar. Es tener el agua al cuello, la presión te lleva abajo, pero tratas y tratas de salir, y es imposible.

Nos quedamos con el rostro inexpresivo, sin ninguna emoción admirando el mar. Y no sé cuándo o cómo, me descubrí caminando lejos de él, lejos de Deneb, bajo mis pies la fría arena y la oscuridad de la noche invadiendo mi vista periférica. Mis pies descalzos tocaron la calle, olvidé mi bicicleta, llego a mi casa y lo único que quiero es dormir. Sin embargo, mis pensamientos son resentidos y no quieren dejarme en paz, solo rondan dando vueltas para hacerme pensar con más profundidad. Y ya ni recuerdo si lo escuché o no detrás mío gritándome solo hace unos minutos. Solo sé que mis manos se balanceaban de un lado a otro como lo hace el oleaje del mar. Después de todo, era un enigma su nombre, y él aún sigue siendo un enigma.

La noche solo fue un click. La mañana siguiente solo había ruido en el silencio, mi mente era la que gritaba en el silencio, y el silencio era lo que menos necesitaba. Tomé un par de galletas y café, me fui caminando descalzo y con la misma ropa hasta la playa y allí bajo el puesto de socorrista acuático, dónde la brisa es fresca y aún más fresca siendo de mañana, me senté y desayuné.

Otros jóvenes que aprovechaban la playa para ellos solos, jugaban al voley compitiendo de una manera exhaustiva. Luego, la playa comenzó a llenarse de personas, de turistas, y lo único que ahora necesitaba era hundirme, sentir el agua haciendo presión para liberar lo que no me permitía tragar.

Caminé arrastrando mis pies, ignorando el bullicioso ruido de las personas conversar y la brisa en la piel de mi nuca. El agua al hacer contacto con mis pies me hizo vacilar por unos segundos, cada paso que daba me cubría un poco más. Tobillos, rodillas, cintura, pecho, cabeza y pensamientos. Ahora solo me encontraba admirando las algas verdes y danzantes debajo del agua, las burbujas, y el silencio inaudito. No es solo el hecho de que mis padres se divorciaron o que un chico me haya besado y no sintiera culpabilidad o repugnancia, sino, que todo estaba ocurriendo como una carrera. A ver que me afectaba primero y a qué velocidad. Comenzaba a parpadear con lentitud, mi pecho se había derrumbado, ya no salían burbujas de aire de mi boca, ya no sentía mis brazos y piernas, y me hundía cada vez más. Cayendo como un papel cuya gravedad sólo le hace presión para abajo.

A veces las emociones son pesadas y no hay manera de conllevar todo al mismo tiempo.

Cerré mis ojos, los brazos colgaban sobre mi cabeza y lo único que pensaba era lo cuanto que había disfrutado el beso. Un beso. Su beso. De pronto, siento una mano en mi brazo, y otra en mi otro brazo, soy arrastrado hacia arriba, hacía la superficie y al emerger mis pulmones reclaman el aire que he estado necesitando por unos largos y deprimentes segundos bajo el agua. Sin embargo, eso no es posible, mis ojos recaen en una profunda oscuridad abrumadora y mortal que no escucho, no siento y tampoco comprendo. Al despertar, los ojos, sus ojos se encuentran con los míos, brillantes, profundos y con aquella pizca de curiosidad y preocupación que siempre se encuentran presentes. La luz del sol es cegadora, me cubro del sol y observo a Gemma con lágrimas en los ojos, pero una extraña y adorable sonrisa en sus labios y en su rostro la estupefacción, Merak que no solo estaba tirado en el suelo junto a mí apretando con fuerza mi brazo, sino que aún no se había dado cuenta de que estaba despierto, Rigel y London que me miraban desde lo alto, pues, se encontraban parados y me veían con perplejidad, desconcierto e incredulidad que no habían dicho palabra alguna.

Luego, dirigí mis ojos a Deneb y lo miré con los ojos entrecerrados, mi cejas fruncidas y las arrugas de mi frente acumulándose. Mis ojos comenzaron a ponerse de cristal, y brotaban lágrimas tras lágrimas. Deneb se acercó y sin dudar me abrazó. Me embargó un sentimiento confortador y la plenitud de estar entre los que conozco, y no tener que decir palabra alguna para ser entendido.

—¿Aún recuerdas mi nombre? —indaga susurrando, en un hilo de voz.

—Sí, Deneb. —pronuncié en su oído, haciéndole cosquillas y estremeciendo.

—Sí.

El atardecer llegó y aún el calor no se iba, no estuve ni un segundo en la casa con mis padres, aún no puedo aceptar, ni siquiera puedo contener la idea de estar en la misma sala con ellos y no decirles todo lo que siento y todo lo que he hecho. Sin mencionar aquel beso, ignorando todos aquellos sentimientos indebidos por los que se aprisionan en mi pecho, creando agujeros, uno tras otro para dejar un picor intenso. Mientras estaba en el mismo lugar que mis amigos, no le mencioné a Merak sobre el reciente suceso, y puede que no lo haga nunca.

Las olas eran salvajes, y eso ameritaba surfear. Nunca hice tal deporte o si quiera sé mantenerme parado en una tabla, aunque esa tarde nada me impedía, ni siquiera mis pensamientos más inseguros que quería hacerlo sea como fuese posible.

—Me iré a surfear. —declara Gemma. Camina lento debido a la arena, y eso me dió oportunidad a indagar.

—¡Gemma! ¿Sería posible intentar montar...?

—¿Acrux Lagge quiere montar olas? Es increíble. Pues, claro. Pero yo no tengo paciencia para enseñarte. —añade, pero enseguida se interrumpe. —Creo que tampoco es posible que lo hagas, por lo que... Sucedió hoy, no creo que sea lo mejor.

—Yo puedo con él. No intentes hacer alguna ridiculez. —anuncia Deneb con la voz grave y hablando alto.

—Deneb.

—Acrux.

Nos miramos con aquel brillo en los ojos y es inevitable no aceptar, después de todo, ¿Qué puede salir mal?

•••

Nota de la autora:

Esperenme, que qué? Que puede salir mal?! Y bueno, todo puede salir mal.

No estoy satisfecha o/y no entiendo cómo pudo dejarse llevar por la presión del agua, es que no entiendes o te golpeaste de choquito. Te besaste con el misterio, con ese sexy y despreocupado chico turista.

Los quiero estrellitas 🌟

—Arcia Marz.

Las Estrellas Entre Nosotros. © ✓Where stories live. Discover now