03 | La noche anterior

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El impulso de ir y hablarle me carcomía el cuerpo, poco a poco. Era como si algo en él me pegara como un imán al metal.

Las prendas que llevaba puestas eran elegantes y con un toque relajado. Una camisa con hasta cuatro botones desprendidos, dejando ver parte de su pecho, unos shorts rojos que le llegaban hasta la mitad de sus muslos y unas zapatillas blancas con una calavera en la parte del talón. Su cabello relajadamente peinado hacia atrás y noté que en la nuca estaban todos sus rulos acumulados.

—Vamos Merak, debes limpiar ese desastre. —alega Gemma en un tono de voz jadeante. Su rostro quedó sorprendido aún por lo que había ocurrido.

—Sí, amigo. Eso es repugnante. —interpeló Rigel con sorna.

Los escuchaba, pero mis ojos estaban dirigidos a otro lugar y a otra persona. Me sorprendió y me dejó perplejo la simplicidad con la que trataba a las demás personas. Supongo que al ser nuevo o ser cautivador, era más fácil conseguir personas que te vean y te noten de manera repentina.

Me di media vuelta y seguí a mi grupo de amigos hasta el baño que quedaba en la segunda planta. No sé, pero por alguna razón sentí una mirada fija en mi espalda. Me giré al pie de la escalera, pero nadie estaba mirando a ésta dirección y mucho menos aquel turista. Comenzaba a creer que era excéntrico y no habría oportunidad alguna en añadirlo al grupo, quería conocerlo, y conocer todo de él. Sin embargo, el destino tenía otra cosa entre manos.

Al acabar de subir los escalones, caminamos en un pasillo repleto de personas con distintos pretextos para estar en aquel lugar. Algunos se besaban y por poco necesitaban un cuarto, otros estaban estirados en el suelo a causa del alcohol en sus venas y otros, como nosotros que habíamos tenido un percance. Mientras Merak se limpiaba parte de su camiseta y su rostro, Gemma buscaba en el estante del baño —que por cierto, era enorme— alguna prenda y lo único que encontró, fue una camisa navideña. Me quedé quieto a pesar de las circunstancias, y Rigel con cara de pocos amigos a lado mío. Estábamos a cinco centímetros del otro y su aura emanaba pura oscuridad. La castaña clara le entregó la camiseta a Merak y mientras abrochaba los botones, Rigel me miró con un gesto impertinente y algo sombrío.

—Mi lunar dice que me pusieron algo en el vaso. —dice Merak señalando su lunar. Su voz algo ronca por lo recién sucedido, y sus cejas alzadas en señal de sorpresa.

Rigel dejó de mirarme para retrucar. —¿Enserio? Pensé que la gaseosa te había caído mal. —su voz se escuchaba en forma de burla y sarcasmo, por otro lado, hace unos segundos me había dirigido la mirada más extraña de mi vida. Gemma sonrió ante el comentario de Rigel, y entonces, él siguió. —En todo caso, tendrías estómago de un bebé.

—No te burles. Es de enserio. —le dirigió una mirada triste que al cabo de unos segundos, Rigel, Gemma y yo nos reímos.

Al salir del baño, en cuanto abrimos la puerta, escuchamos muchos gritos de ánimo y la música había parado. Bajamos las escaleras con la oreja y los ojos bien abiertos, ya que no entendíamos absolutamente nada. Si bien era una fiesta, cuando acabamos de bajar las escaleras eran ocho pares de ojos perplejos mirando como el chico turista se encontraba parado de manos tomando de una manguera un gran balde de alcohol. Nos sorprendió la rapidez y la agilidad que enseguida se enderezó, y chocó los cinco con todos los de su alrededor. Merak se acercó halagando, luego sus ojos con determinación se dirigieron a mí y me miraron de una manera que no pude descifrar.

—Ellos son Gemma, Rigel y Acrux. —sus manos puestas detrás de su espalda, la curva de su sonrisa se rompe y ensancha aún más sus labios.

—Mucho gusto. —me da la mano. La calidez y la manera exquisita con la que se dirigió a mí fue inesperada. Su voz era grave y suave, era rara y a la vez tan normal.

No dije nada, y a él le pareció haberle molestado, porque al no recibir una respuesta frunció sus cejas levemente y se dirigió a Gemma y a Rigel con encanto. Llevé mis ojos a otro lado, pero en cuanto escuché algo saliendo de sus labios, nuevamente volví mi atención a él. Supongo que había dicho su nombre, y me pegué mentalmente a mi mismo por no prestar atención. Consideré la opción de preguntarle de nuevo, pero enseguida pensé en que sería bochornoso con el tan solo simple hecho de pensarlo y que salga algo totalmente paralelo.

—Vamos, que el verano no es eterno. —dijo con un atisbo divertido en su tono de voz. Me tomó de la mano y yo a Merak, quien miró con una sonrisa a Rigel y Gemma que no se quedaron allí, sino que avanzaron con las manos unidas.

Me sorprendió que me haya agarrado la mano con brusquedad para llevarme a la pista de baile, pero eso solo fue un instante, porque enseguida fue una carrera de sensaciones bailar entre todos y con ninguno. Cerré los ojos y seguí el movimiento de mi cuerpo, cuando los abrí lo vislumbré con la poca luz que había, que bailaba con los ojos cerrados y aunque parezca extraño, danzaba de una manera tan rara que hasta mi forma de bailar se veía mejor a su lado. Abrió sus ojos que al instante desprenden un brillo que en ningún otro lado había visto, reímos y cuando dos jóvenes por poco en ropa interior, se pusieron frente nuestro, asentimos en conjunto y bailamos frenéticamente contra ellas.

Nos retiramos de la pista de baile, y me guió hasta la cocina, la cual en ella me extendió un vaso con una ridícula sonrisa en sus labios que me causó demasiada gracia. Acepté el vaso sin saber las consecuencias, lo bebí como si hubiera sido agua y en cuanto lo hice, quemó todo el camino hasta mi estómago. No supe lo que era, y cuando se dió cuenta de mi cara asqueada y confundida me informó. —Es vodka. —alegó con un vaso en su mano izquierda, y sonrió mostrando todos sus dientes, incluso los torcidos y un hueco oscuro del faltante.

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Nota de la autora:

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Nota de la autora:

Uuuyy, eso la mañana siguiente le va a pasar factura. Es tan misterioso ese tal chico turista, ustedes que creen?

Déjenme aquí sus primeras borracheras... Me quiero reír un rato, jajajaj

Gracias por leer y votar.

Los quiero estrellitas 🌟

—Arcia Marz.

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