˚⁀➷⚘ c. 1990
_____ trabaja en el cementerio de Poblenou. Un misterioso joven se muda a la ciudad y, rápidamente, los vecinos comienzan a esparcir rumores sobre él, puesto que luce peligroso y aterrador como un criminal.
Sin embargo, _____ descubre q...
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—¿Y bien? —Kid no paraba de mover su pierna, impaciente. _____ lo miró a los ojos, sin estar convencida de su decisión.
—¿Me prometes que responderás a todas mis preguntas?
—¿Promesas? ¿En serio? —susurró para sí mientras estiraba su cabeza hacia atrás—. Vale, lo que tú quieras —se pasó una mano por el cabello e hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera—. Sígueme.
Los pies de _____ parecían estar clavados en el suelo. Se lo volvió a pensar. ¿Era seguro fiarse de aquel tipo?
Al no escuchar pasos detrás de él, Kid se giró.
—¿Me vas a hacer moverte a la fuerza? —se puso las manos en los bolsillos—. Uno no puede echarse atrás cuando da su palabra, ¿sabes? —de nuevo aquel tono amenazante.
_____ tragó saliva y avanzó, quedando un paso más atrás del pelirrojo, sin querer caminar a su lado.
Exhaló con nerviosismo, preguntándose a dónde la llevaría ahora. Quizás hoy acababa en el cementerio. Rio mentalmente. Ni tras la muerte se libraría del trabajo.
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El corazón de _____ iba palpitando cada vez más rápido a medida que se adentraban por calles más lejanas y estrechas. Llevarían caminando dos cuartos de hora como mínimo, y Kid no era tan aficionado a entablar conversaciones como Killer.
—Ya casi llegamos —habló de repente, haciendo dar un brinco en el sitio a la joven.
—¿A dónde vamos? —se atrevió a preguntar una vez Kid dio el primer paso.
—Pensé en llevarte a nuestra guarida, pero intuí que no querrías estar sola con unos tipos como nosotros en un lugar desconocido —giró su cabeza para mirarla—. No tendrías escapatoria, ni nadie podría ayudarte —hizo tragar saliva a _____ de nuevo. Juraría que estaba diciendo aquellas cosas solo para asustarla—. Así que es mejor que hablemos en un lugar más público.
Unas calles más allá, _____ vio un cartel de luces neón con letras rojas que deletreaban "Diablo". Una de las bombillas estaba a medio fundir, y parpadeaba, dándole un aspecto aún más tétrico a aquel bar de mala muerte en medio de un callejón poco transitado.
—¿Esperabas que este lugar me diera más confianza? —musitó incrédula.
—¿Prefieres hablar en mi habitación? —contestó aburrido.
—No, no... —respondió con lentitud, abatida. Supuso que el bar era mejor.
Kid tomó asiento en una mesa alejada de la barra, pese a que no había mucha gente. Algunos señores mayores bebiendo, y un par de jóvenes en las tragaperras. No querría ni que el camarero oyese la conversación, entonces.
