-¿Qué opinas tú de mi carta al barón?
-Opino que has querido divertirte, asombrar un poco al público.
-¡Ah! Asombrar al público. Pues bien: te aseguro, Ganimard, que te
creía más ducho. ¿Cómo puedo yo, Arsenio Lupin, entretenerme en esas
puerilidades? ¿Acaso habría yo escrito esa carta si hubiera podido
desvalijar al barón sin escribirle? ¡Caramba! Comprended tú y todos los
demás que esa carta fue el punto de partida indispensable, el recurso
que puso en movimiento toda la maquinaria. Veamos, procedamos por
orden, y si así lo estimas prepararemos los dos juntos el robo del
Malaquis.
-Te escucho.
-Entonces, supongamos un castillo rigurosamente cerrado,
atrincherado, cual lo estaba el castillo del barón de Cahorn. ¿Voy yo,
acaso, a abandonar la partida y renunciar a unos tesoros que ambiciono
poseer, a pretexto de que el castillo donde se guardan es inaccesible?
-Evidentemente que no.
-¿Voy yo a intentar el asalto, como antaño, a la cabeza de una banda
de aventureros?
-Eso sería infantil.
-¿Voy a introducirme en el castillo subrepticiamente?
-Imposible.
-No queda, entonces, más que un medio, el único en opinión mía, y que
consiste en hacerme invitar por el propietario de dicho castillo.
-El medio es original.
-¡Y qué fácil! Supongamos que un día dicho propietario recibe una
carta advirtiéndole de lo que trama contra él un tal Arsenio Lupin,
famoso ladrón. ¿Qué hará él?
-Enviará la carta al fiscal...
-El cual se burlará de él, puesto que el referido Lupin se encuentra
actualmente encerrado tras las rejas . Entonces, el buen hombre
enloquece y se siente dispuesto a pedir auxilio al primero que se le
presente. ¿No es verdad?
-Eso queda fuera de duda.
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Arsenio Lupin, caballero ladrón
Mystery / ThrillerGanimard cree haber cumplido con su mayor cometido: Arsenio Lupin ha sido finalmente arrestado y permanece a buen recaudo en la cárcel de la Santé. Pero es precisamente cuando cree haberlo apresado, que debería desconfiar y estar más atento que nunc...