capítulo II

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Las mañanas frías no eran algo extraño en South park, el pueblo se caracterizaba por ser helado incluso en verano, sin embargo; esa mañana fría no era como cualquier otra porque se podía ver al hijo de los Tweak caminar a la secundaria, completamente solo.

Todos miraban la escena atónitos, no recordaban la última vez que habían visto a Tweek sin Craig. Desde la primaria cuando los forzaron a tener una relación los niños se habían vuelto inseparables, siempre con las manos entrelazadas. Y ahora veían a un Tweek adolescente caminar solo como si nada.

El blondo sentía las miradas sobre el y trataba de no darle importancia. Sabía que el hecho de no pasar por su novio sería polémico y atraería la atención de todos en el pueblo, pero ese día simplemente necesitaba alejarse de Craig, no quería admitirlo pero estaba cansado. Ya había soportado todo eso cuando era niño, la diferencia era que las cosas habían cambiado, él había cambiado: seguía siendo paranoico, seguía jugando con legos y seguía trabajando en la cafetería de sus padres, pero ya no era el mismo. Las terapias aumentaron y la cafeína disminuyó.

Pero ahora esa estabilidad que tanto trabajo le había costado construir empezaba a ser destrozada por todo lo que estaba pasando en su relación.

— ¡Tweeky! Llegaste solo ¿y eso?

Su cabeza giró para ver al propietario de esa voz, Clyde. Se había perdido tanto en sus pensamientos que ni siquiera se dió cuenta que ya había llegado al escuela, ni que sus amigos ahora estaban frente a él.

—...No tuve ganas de pasar por Craig.

— ¿¡Qué!? -gritó el castaño llevándose las manos a la cabeza- ¡él estará tan triste!

Un leve remordimiento comenzaba a crecer en su interior.

— É-Él estará bien... tal vez solo necesita estar solo.

— No Tweek, debes estar con Craig, no puedes abandonarlo cuando te necesita tanto. Ahora se va deprimir y quizá se suicide, ¡Token dile!

— Lo lamento pero, Tweek, Clyde tiene razón.

— ¿¡Qué!?

Sabía que recibiría ese tipo de comentarios por parte de Clyde, ¿pero de Token? había pensado que el afroamericano era mucho más consiente de la situación y que trataría de entenderlo.

— Craig necesita que lo apoyes, no que huyas —volvió a hablar el afro.

— No estoy huyendo, ustedes n-no lo entienden, y-

— Eres su novio y se supone que debes ser el primero en estar ahí, ¿no recuerdas todas las veces que él lo hizo por ti?

Agradeció mentalmente que en ese momento sonará la campanilla que daba inicio a las clases, poniendo fin a esa abrumadora conversación, no recordaba la última vez que se había sentido tan juzgado.

Las clases avanzaron con naturalidad, o al menos para los demás ya que el rubio no había dejado de pensar en el sermón de la mañana, quizá tenían razón, el azabache siempre estuvo cuando más lo necesito y eso jamás lo olvidaría. Pero ahora todo eso era nuevo, pocas veces le tocó ser el que ayudaba y no el ayudado. Además, nadie tenía porque quejarse si ellos fueron los primeros en darse por vencidos con Craig.

Cuando la hora del almuerzo llegó, el blondo solo quería sentarse junto a sus amigos, tomar tranquilamente su café mientras escuchaba la plática entre ellos y era ignorado por Craig. Lamentablemente no sería así.

Tomó asiento al lado de su pareja, y dió un sorbo a su bebida.

— Ehm, Tweek...

Miró al frente, sorprendiéndose un poco al sentir la mirada de todos en la mesa.

— ...¿qué?- murmuró.

— Craig está aquí —dijo el castaño señalando al mencionado.

No era necesaria esa observación, él lo había notado desde que piso la cafetería. No entendía el motivo de esa plática, Craig no hacía algo diferente a cualquier otro día, tenía la caja sobre su cabeza y el celular en sus manos.

— Creo que le debes una disculpa —hablo el afroamericano.

— ¿Qu- ...¿Por qué?

— Duh, lo dejaste solo todo el día. Ha estado muy callado.

Quería creer que era una broma, pero las expresiones serías en los rostro de sus amigos indicaban otra cosa.

— ¿¡Es enserio!? Él no ha dicho nada en los últimos tres meses.

Trataba de modular el volumen de su voz, pero no podía creer lo que estaba escuchando.

— O-Oye tranquilo, v-v-viejo — habló por primera vez Jimmy.

— Tweeky, no tienes porque gritar.

— No estoy gritando —gruño.

— Solo pídele una disculpa a Craig, no la está pasando nada bien.

— ¡Yo tampoco la estoy pasando bien!

No quería gritar, pero finalmente lo hizo, se levantó de esa mesa, caminando lejos con furia. Ni siquiera le importaba si había llamado la atención de todos en la cafetería, era un torbellino de emociones, quería mandar a todos a la mierda, a sus amigos y a su novio. Estaba harto.

Antes de lograr salir de la cafetería, una voz lo detuvo.

— Tweek ¡Hey! ex-vibrador ¡Te estoy hablando!

No era necesario voltear, reconocía esa molesta voz donde fuera, aún así lo hizo. En una mesa un poco apartada, estaba todo el team Stan, observándolo. Pensó en ignorarlos y continuar con su camino rumbo a la salida, pero no era como si estuviera pensando muy claro en ese momento, además ¿Qué podía ser peor?

Se acercó hasta la mesa de los chicos más problemáticos y odiados de South park, sorpresivamente siendo invitado a tomar asiento junto a ellos, quizá no debió hacerlo, pero acepto.

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