Epilogio- Gulf

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ᴰᴵˢᶜᵁᴸᴼᴱᴺ ᴸᴼˢ ᴱᴿᴿᴼᴿᴱˢ


Caminando justo dentro del vestíbulo de nuestra casa, me detuve para escuchar el sonido de las risitas de Alexander, mezclado con los ruidos arrulladores de Natasha y la risa profunda de Mew. Era una de mis cosas favoritas para escuchar: la felicidad de mi familia. Saber lo fácil que me la pudo haber quitado ese loco hombre que me había acosado en su intento de tener a Mew para él mismo me había hecho valorarlos aún más.

Levantando un dedo hacia mis labios para hacerle saber a Jennie que quería que estuviéramos lo más callados posible, puse mi bolso y mis bolsas de compras en la mesa lateral y seguí el ruido hacia la sala de estar, donde los encontramos tirados en el suelo.

Alexander se paseaba por el suelo en el juguete de jirafa que su tía Thanya le había regalado la semana pasada para su primer cumpleaños. Era, con mucho, su regalo favorito, lo que había llevado a Mew a buscar algo que superara el regalo de su hermana. El cachorro marrón de orejas caídas que masticaba un juguete chirriante en forma de conejito debajo de la mesa de café había sido su solución. Alexander había gritado de alegría cuando había traído a la cachorra a casa, despertando a su hermanita que no parecía demasiado impresionada con Jazz cuando le lamió la cara y la hizo llorar.

Mi mirada recorrió la habitación para aterrizar en Natasha. Mi dulce niña de tres meses estaba felizmente golpeando los juguetes que colgaban de su colchoneta de gimnasia. Mew se había salido con la suya, volviéndome a embarazar tan pronto como había regresado a mi vida. Solo habíamos estado en nuestro nuevo hogar durante un par de semanas antes de que comenzaran las náuseas matutinas.

Mi segundo embarazo fue mucho más fácil que el primero, en gran parte debido al hecho de que Mew no lo habría tenido de otra manera. Había estado conmigo en cada paso del camino, yendo a todas las citas con mi médico y leyendo casi todos los libros sobre el embarazo que se habían publicado en la última década. Había insistido en que volviéramos a tomar clases desde que lo había perdido la primera vez. Y me tomó la mano sin quejarse durante las diez horas de trabajo que llevó dar a luz a nuestra pequeña.

—Es bueno que sea alto—susurró Jennie detrás de mí.—O de lo contrario no podría jugar con los dos al mismo tiempo así.

Me reí ligeramente al ver a Mew tumbado entre nuestros hijos, moviendo el oso de peluche en el gimnasio de Natasha con una mano y usando su otro brazo como puerta cada vez que Alexander daba vueltas. Sus ojos brillaban de felicidad cuando levantó la vista y nos encontró allí de pie mirándolo. Se puso de pie con gracia enroscada y se dirigió hacia mí para atraerme hacia su cuerpo y capturar mi boca con la suya.

—Sé amable con él—advirtió Jennie—Él tuvo un momento difícil esta tarde.

Mew levantó la cabeza y miró a mi mejor amiga como si estuviera loca.—¿Desde cuándo es difícil comprar?—

—De compras—arrastró Jennie sarcásticamente.—Correcto

—¡Jennie!—Siseé, dándole un codazo en el costado.

—Por mucho que me encantaría quedarme y ver cómo se sacude todo esto, será mejor que corra ya que tengo una cita caliente esta noche.

—¿Hay alguien a quien deba investigar?—Preguntó Mew, haciéndome confundir con él aún más. Me encantó que mi mejor amiga y esposo se hubieran convertido en amigos, una vez que Jennie lo perdono por el malentendido que me había dejado solo durante un año.

Agente|ᴹᴱᵂᴳᵁᴸᶠWhere stories live. Discover now