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ROPPONGI

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ROPPONGI

"Creía que me querías"
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Amaba todo de él. Era más y más consciente de ello a cada minuto que pasaba.

Adoraba la exquisita calidez que emanaba su piel. Como si el mismísimo infierno ardiera dentro de él, encargándose de calentar el resto de su cuerpo hasta el punto de ebullición más infame posible.

El fervor era intenso, pues podía sentirlo sobre las palmas de mis manos, deslizándolas a lo largo de su espalda, relajando los músculos de la misma que ardían en alta tensión.

Y su piel, demasiado suave para ser real, cubierta por apenas un poco vello transparente muy fino, ese que enriquecía el sentido del tacto por cada caricia y por cada masaje.

Valiéndome del uso de mis pulgares como del resto de mis dedos, masajeaba su espalda de una forma pecaminosa, centrándome en los puntos de tensión que podía sentir por cada toque, buscando relajar al genio que tenía por amante.

- Jamás habría imaginado que alguien tan sereno como tú, podría albergar tanto estrés... - dije con el tono más bajo y suave posible, intentando que no saliera del trance de placer en el que se hallaba inmerso por primera vez en su vida.

Sentada a horcajadas sobre su cintura, sin hacerle demasiado daño con mi pobre peso, dejé que se colocara boca abajo para descubrir un tipo de placer distinto. Su torso estaba desnudo, casi como el resto de su cuerpo, dejando que su pecho descansara sobre las sábanas completamente puras.

Con su cabeza descansando sobre la almohada, dejó que su pelo se desordenara sin preocupación.

Colocó ambos brazos por debajo de la misma pieza de la cama, apoyando el rostro cómodamente sobre el lado izquierdo mientras cerraba los ojos, permitiéndome observar las expresiones que ponía en cuanto ejercía presión sobre los puntos más sensibles.

Disfrutando de su cara de placer más exquisita, forzando la presión en alguno de los momentos para ver como su expresión se contraía malévolamente.

Yo por mi parte, me mantenía en mi labor de mimar a mi rey.

Mi cabello suelto caía por mi espalda sin ningún tipo de control, rozando el inicio de mi voluptuoso trasero que le volvía loco. A horcajadas sobre su cuerpo, cubría mi desnudez simplemente con la parte inferior de mi oscuro bikini, dejando la parte de arriba perdida entre las esquinas de la habitación, sin importarme lo más mínimo que mis pechos lucieran libres, pues nadie más que él me vería de esa forma.

- ¿Vas a contarme de una vez de qué trata tu maléfico plan? - le pregunté con el mismo tono de voz anterior, llevando los masajes hasta sus hombros, lo que me permitió recostarme levemente sobre su espalda para acercar mi boca a la única oreja que tenía a la vista, susurrando esas palabras, rozando la piel de mis labios con la misma. - ¿O estás demasiado extasiado como para responder, Chishiya? - le tenté de la misma forma, deteniéndome por un mísero segundo en el movimiento para atreverme a dar un pequeño mordisquito a su oreja, deslizando mis manos hasta su nuca para reanudar el masaje.

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora