Lágrimas de un Arcángel

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Rafael, se vio obligado a decidir entre mantener su armadura de caballero celeste o seguir administrando energía suficiente para que la barrera no cayese lo que lo regresaría a su forma de Arcángel siendo una muerte segura contra los dos caídos. Fue así que mientras los dos Blakianos regeneraban sus extremidades, apreciaron como su hermano mayor, abandonaba su imponente figura de caballero para adoptar su forma original. 

Un celeste de tres metros de altura, de complexión delgada, pero, bien definida, vistiendo únicamente una túnica verde (como el color de sus longevas alas) que le llegaba hasta sus tobillos rasgada en la parte trasera por la herida sufrida en la superficie ocultándola de sus hermanos utilizando sus alas. 

El caduceo del Arcángel desapareció en una radiante luz dorada, así como la maza, dejando únicamente al celeste con su espada mandoble que sostenía sin problema con su mano derecha, una fina arma cuyo pomo, mango y cruceta eran de oro puro, su hoja por otro lado era de un color platino con incrustaciones de rubís mientras que el filo era blanco como la propia nieve.

La transformación hizo que ambos caídos comenzasen a derramar lágrimas de sus ojos, pese a su caída, habían querido y respetado a sus hermanos mayores, quienes les guiaron durante los conflictos previos a la creación del Hombre, conocidos como: "Las Guerras de las Flores" siendo incapaces de poder mirar directamente la luz que proyectaba el celeste pues sabían que, eran capaces entre los dos de asesinar al Arcángel sin necesidad de emplear una gran cantidad de energía como cuando este último estuvo con su forma de caballero celestial.

- Rafael...- Pronunció Gadrel, con inmenso dolor en sus palabras. Apaciguaba su inminente llanto, cerrando los ojos y desviando su mirada ante el majestuoso Arcángel.

- Por favor Rafael, elimina la barrera, no seremos capaces de hacer esto por más tiempo, tu, un siervo del Creador que ha sido utilizado durante tantos siglos, no mereces morir por una lealtad vacía, podrás vivir eternamente sirviendo a alguien que te recompensara tu servicio- Dijo Kasyade, manteniendo su cabeza agachada, para no ver la figura de su hermano mayor.

- Que poco han aprendido de la vida mis hermanos. ¿Qué diferencia la eternidad de la esclavitud? Cuando tengan todas las respuestas, todos los poderes y sean los últimos señores del Eterno, ¿De qué les servirá la eternidad? – Expresó el Arcángel calmadamente sosteniendo las flores de uno de los árboles de la barrera, girando entonces ante sus hermanos menores, aceptando así su destino.

La energía que Rafael, destinaba para evitar su desangramiento causado por su herida, se consumió en su totalidad, haciendo que la sangre comenzará a escurrir de su espalda y para ocultarlo de los caídos, el Arcángel se recostó frente a uno de los árboles de cerezo, dejando caer su cuerpo lentamente, elevando su vista a la cúpula de mármol, teniendo una respiración cortada, comenzando a perder el brillo de sus ojos.

Ambos caídos regresaron a sus formas de celestes originales y pese a ya haber muerto el Arcángel, ninguno de los dos se percató del estado de su hermano siendo Gadrel, quien se acercó hasta la posición de Rafael, en un instante, elevando su gigantesca Espada Guillotine por encima de su cabeza, enterrándola en el estomagó del celeste, atravesando la tela, carne, huesos y órganos hasta que la hoja de acero consiguió salir por el otro extremo del arcángel.

La sangre emergió de la abertura, bañando la hoja y desbordándose del cuerpo de su portador, llegando hasta la bota metálica del ángel quien, no pudo evitar derramar algunas lágrimas sobre el fluido rojizo que, se extendía por el suelo de cuarzo. Sin ser capaz de extraer su propia espada, del cuerpo de su hermano mayor, Gadrel, empleo la magia oscura para desaparecer su arma la cual se esfumo como un humo negro, invocándola nuevamente esta vez fuera del cadáver clavándola con suma fuerza en el suelo donde el ángel cayó de rodillas frente a la figura de su hermano, su pesado metal fragmento ligeramente el suelo teñido de rojo, impregnando ligeramente sus rodilleras, grebas y escarpes.

Tras unos segundos, una luz ilumino el cadáver del arcángel, una tan dorada y brillante que cegó brevemente a ambos caídos, desapareciendo el cuerpo, trasladándose hasta la barrera de árboles, donde se volvería uno con su energía depositada.

Los Blakianos incapaces de retractarse de sus acciones, se transformaron nuevamente en las fases de nivel III, lanzando devastadores ataques de energía oscura contra la defensa que custodiaba a madre, dichos golpes eran tan fuertes que derrumbaron gran parte de la edificación que les rodeaba sin embargo, su objetivo se mantenía impoluto cual bastión, no importaba, la energía que emplearán, pese a que el centro eran árboles, se había desplegado en una amplia zona tanto de anchura como de altura, lo que impedía acceder a la cama de Madre por ningún medio.

Tras múltiples intentos en vano por conseguir demoler la barrera, ninguno de los potentes ataques siquiera fraccionó la magia del Arcángel, irritando entonces a Gadrel, que veía esto como si Rafael, se hubiese muerto en vano. Fue entonces que ambos celestes sintieron un dolor en el pecho inmenso, haciéndoles desaparecer de su forma de Guerreros Caídos, postrándose mientras sujetaban sus pechos, como si estos fuesen a explotar.

- ¿El Creador... ha muerto? - Preguntó Kasyade, con dificultad para articular sus palabras, manteniendo su cabeza agachada cuya frente estaba tocando el fragmentado suelo de mármol, sosteniendo su pecho como si el mismo fuese a partirse en dos.

- Su energía se eclipsa, pero, aún no ha muerto, estamos siendo víctimas del "Lazo de Sangre" La Noche nos dijo que cuando nuestro padre muriese, nos liberaríamos del mismo- contestó Gadrel, manteniendo una postura similar a la de su hermano mientras golpeaba su pecho con su puño derecho para intentar desviar el dolor.

- Gadrel, la barrera- Exclamó Kasyade, señalando la protección de los árboles

Cuando el caído dirigió su mirada a la línea de árboles que custodiaban la cama de Madre, se percató que las hojas ya no eran rosas, sino azules turquesas, las cuales eran separadas de las ramas volando por la sala como si siguiesen un camino especifico

- Rafael... Incluso tu pudiste sentirlo- Dijo Gadrel, con dolor en sus palabras, golpeando con su cabeza el cuarzo, generando una ligera herida en su frente, que escurrió por breves momentos una línea de sangre que se encaminaba por si sola a través de su nariz hasta su boca.

- Su manera de llorar, las propias hojas se tornaron azules y caen igual que como se derrama una lagrima de un ojo. – pronunció Kasyade, quien no podía dejar de mirar la barrera de árboles, mordiendo con fuerza sus labios brotando de los mismos sangre, para evitar llorar por el acto."

Pese a todos los intentos por acceder a través de la barrera de Rafael, ningún caído pudo poner un pie dentro, permitiendo entonces que Madre, siguiese durmiendo tranquilamente tras el sacrificio de uno de sus siervos quien, pese a todas las heridas internas, se negó a entregarla, dando su propia vida en el proceso, pero, no permitiendo que su alma fuese consumida por la Noche, colocándola dentro de dicha barrera la cual se mantuvo hasta el final de la rebelión.

EL IMPERIO DEL HOMBRE (2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora