Este es el insulso relato, de lo que fue mi vida en aquella época cerca del hombre del que me enamoré...
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Les contaré el porqué puedo afirmar que Kacchan es Cruel.
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Todo empezó con su sonrisa, y esos ojos rubí que me embelezaron. Mis pinturas al óleo se llenaron de un rojo rubí, enmarcadas en tonos rubio cenizo.
Una tarde de verano, mientras buscaba un lugar para colocar mi atril y la inspiración para cumplir con la tarea de Aizawa Sensei, lo vi. Fue amor a primera vista, al menos para mí. Los rayos de luz solar hicieron que su perfil fuera lo más perfecto que había visto a mis 19 años.
Mis manos se movieron por reflejo tratando de hacer que la pintura sobre la tela reflejará la belleza que mis ojos verdes captaron durante el descanso del partido de fútbol americano, bastaron tan solo unos minutos para que tu imagen se grabará en mis retinas.
Terminé mi cuadro al óleo, exactamente cuando el partió estaba a punto de terminar, tu rostro sonriendo ante la inminente victoria de tu equipo fue lo último que mi inexperto corazón necesito para derretirse por ti.
Debí ser más inteligente y rendirme en ese instante, cuando la capitana del equipo de porristas corrió a tu encuentro para darte un beso y colgarse de tu pecho.
Allí lo supe, eras hétero, pero mi corazón me hizo aferrarme a la ilusión de tan siquiera acercarme como amigo.
Unas semanas después aquella escena se repitió varias veces, mientras tú y tu equipo competían por el campeonato universitario, yo me dediqué a retratar la gloria de tu belleza, pues nunca había visto ojos tan perfectos y penetrantes. Tu rostro con ese toque de elegancia y rudeza quedó impreso en mis cuadros, uno de tantos que entregaría usándote de modelo.
Fue Aizawa Sensei el que alabó mi trabajo, pues reflejaba la intensidad de la victoria, por supuesto, ya que tú te convertiste en mi imagen de victoria, aunque en cuanto a tocar tu corazón estaba resignado a la derrota.
Cuando el Sensei me pidió que te llevase como modelo para la siguiente clase mi mundo entero colapsó, traté de negarme, pero él no me escuchó. Eso me llevó a nuestra primera conversación.
