PRÓLOGO

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Giro la llave dentro de la cerradura de la puerta de mi hogar, cruzo la puerta mientras suelto un pesado suspiro dibujando de a poco una sonrisa en mis labios, ignorando el cansancio que traía sobre mis hombros por las duras horas que estuve en el trabajo.

Ni bien cierro la puerta detrás de mí, escucho el sonido de dos pares de pies descalzos corriendo por la casa, no es tardía la aparición de mis dos bellos amores corriendo con sus brazos extendidos y unas tiernas sonrisas en sus rostros.

Me pongo de cunclillas, dejando a un lado mi maletín junto a mi abrigo, para así poder recibir con mayor comodidad a mis hermosos hijos.

— ¡Papi, llegaste! —dice mi pequeña Seulgi mientras me daba múltiples besitos en la mejilla los cuales recibía con total gusto.

— Nos quedamos despiertos ya que prometiste contarnos un cuento antes de dormir, papi debe de cumplir sí o sí —dice esta vez mi pequeño Beomgyu abultando su labio inferior logrando hacer un tierno puchero y derretirme de ternura.

Le doy un beso en la mejilla a mi príncipe y despeino los cabellos de mi pequeña mientras me vuelvo a poner de pie. Me percato de lo que mis niños tenían puesto, Seulgi llevaba un lindo vestido color celeste pastel con detalles de algunas mariposas en el bordado de la parte inferior, me acuerdo muy bien la vez que se lo fui a comprar cuando llego a casa con lágrimas en los ojos debido a que en su escuela terminó dañando su vestido favorito, la consolé y tres días después le fui a comprar otro vestido, el que justamente tenía puesto y ahora era su favorito.

Mi Beomgyu por su parte traía puesto una camisa blanca con un estampado de un planeta colorido y encima un pequeño extraterrestre animado, muy contento, también llevaba sus pantalones de pijama que estaban mal puestos.

— Bueno chicos. —interrumpe la melodiosa voz de mi esposa— Ahora quiero que suban a sus habitaciones, se pongan su ropa para dormir y se cepillen bien los dientes, entre un rato su papi subirá a leerles el cuento. —estaba parada en el umbral de la puerta de la cocina con sus brazos cruzados luciendo tan bien ese delantal blanco con algunas flores de muchos colores.

Hermosa como siempre.

Mis dos pequeños dando saltitos van a lo que su madre les había mandado hacer, una vez los pierdo de vista suelto un gran suspiro cansado dando unos cuantos pasos para dejarme caer en el sofá, tirando mi cabeza para atrás.

HyeJin, mi esposa, se acerca a mí y con delicadeza afloja el nudo de mi corbata y desabrocha los dos primeros botones de mi camisa, de improviso se sienta en mi regazo y empieza a dar masajes en mis hombros mientras me da sutiles besos en mi cuello y en mi mejilla.

Yo, con los ojos cerrados disfrutando de los toques relajantes que me estaba dando ella, amaba ser consentido por mi esposa.

— Nam, si estás muy cansado debes de hablar con ellos, sabes que ellos entenderán muy bien, no me gusta verte así de agotado. —habla ella dejando a un lado el masaje que me estaba dando para ayudarme a quitar el saco.

— Sé que te preocupas por mí, pero estoy bien, me gusta leerles historias a mis pequeños y por nada del mundo voy a dejar de hacerlo, ya oíste a Beomgyu, debo de cumplir con lo que prometí. —le sonrío a mi querida esposa para luego besar sus dulces labios poniendo inconscientemente mis manos sobre su cintura.

— De verdad eres el mejor padre del mundo Namjoon —dice ella después del beso— y también el mejor esposo. —me da un beso más en los labios antes de separarse y ponerse de pie.

— ¿Después del cuento le darás más mimos a tu cansado esposo? —hago un puchero, la tome de la mano para dar muchos besitos en el dorso de ésta subiendo de a poquito por su brazo.

¡Magic Carrot! ੭ֶWhere stories live. Discover now