8. Trampa agria.

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CANCIÓN: Ellie Goulding - Lights



El martes iba rumbo a la cafetería cuando Laila, una chica con la que solía salir y a veces tenía noches un tanto desenfrenadas que en ese momento se le atojaban patéticas, se colgó de su cuello. Al sentir sus brazos rodeándolo, giró riendo de esa forma que solo él sabía. En cuanto la vio, no pudo esconder la desilusión. Ojalá no hubiese sido ella, ojalá alguien tímido con enormes pestañas se hubiese atrevido a hacer algo como eso. La joven besó su mejilla sin soltarlo.

— ¿Qué?, ¿ya me olvidaste? –Se la quitó de encima sutilmente, había algo que no lo hacía sentir cómodo, no como solía.

—Sabes que eres inolvidable –con voz gélida le guiñó un ojo, dándole por su lado. Cuando ya iban a entrar, se posicionó frente a él obstaculizándole el paso, enredando sus manos en su nuca. La intentó alejar de manera educada, no cedía.

—Te veo en la noche... —murmuró en su oído. Elevó la vista resignado, ubicando sus manos en la cintura de Laila que de pronto no le pareció tan atractiva como antes, en realidad, todo lo contrario, deseaba que dejara de invadir su espacio personal. Por supuesto que no harían nada y se lo diría en ese momento. Sin embargo, se quedó sin palabras al ver a Anel entrar junto con sus amigas sonriendo de esa manera sutil, suave. Ese gesto lo desconcentró de inmediato, de forma inconsciente se topó con su mirada. Si sintió algo al verlo ahí, con ella tan pegada a su cuerpo, no lo demostró. El pecho ardió y una marea agria lo permeó todo.

Sin más unos labios demasiado gruesos atacaron los suyos. ¡¿Qué mierdas?! Laila lo besaba con descaro mientras sus amigos, a unos metros, armaban alboroto. Se zafó desconcertado, turbado como nunca antes. Enseguida buscó la mirada de Anel, ansioso sin entender muy bien el porqué. Pero la joven bebía algo y sus ojos se hallaban perdidos en ese maldito libro. Apretó los puños profundamente perturbado. ¿Qué estaba ocurriendo?

—Otro día... —la hizo a un lado molesto y se sentó sintiendo el cerebro desconectado del cuerpo. A la joven le importó poco su rechazo y sin preguntar se sentó sobre sus piernas. Cerró los ojos ofuscado, rabioso, contenido como nunca antes. Su indiferencia era tal que deseaba cruzar el lugar y zangolotearla. ¿No era eso lo que deseaba? Se recordó preso de sus propias trampas.

Lo que quedó de la semana fue una maldita pesadilla, y para el viernes bufaba, ladraba y quería matar a quien se le atravesara. Rodrigo con sus tonterías cursis, Lalo hablando cochinada y media, Joel solo buscando a quien cazar y él; fumando como una chimenea se encontraba escuchándolos, deseando ser mago y desaparecerlos. 

Anel a lo lejos pasó enfundada en un vestidito de gabardina negro, con mallas grises junto con unas botas a media pantorrilla. Era un atuendo de lo más inocente, dulce hasta lo indecible pese a lo oscuro de los colores y a pesar de eso ella se veía... demasiado apetecible.

¿Habría comido bien?, ¿tendría ojeras?, ¿la cabeza le dolería?

— ¡Ey!, ahora sí no puedes fallar, Marcel –la vio virar hacia ese edificio donde tenía su última clase esos días—. Animal, no te hagas el sordo –los miró al tiempo que tiraba el cigarrillo. ¿Qué mierdas decían?

— ¿Qué graznas? –rezongó. 

—En la noche, en la Cantina –negó poniéndose de pie.

—No, no sé... —entre sus amigos se miraron riendo. Marcel estaba extraño, y el fin de semana anterior hasta desapareció. Dijo que uno de sus tíos lo mantuvo ocupado, lo cierto era que no le creían, él era lo opuesto a un ambiente "familiar" tanto que vivía solo desde hacía cuatro años y alejado de todo aquello que lo anclara aunque fuera un poco. No soportaba que le dijeran qué hacer, mucho menos cómo. En el tiempo que llevaban de conocerlo jamás había tenido una relación, mucho menos hablaba de lo que fue su vida antes. Parecía, muchas veces, un ser lleno de rabia, de coraje. Su futuro estaba asegurado, tendría el mundo a sus pies y eso fuera de parecerle genial, como a cualquiera, parecía odiarlo. Hasta cierto punto era un acertijo, sin embargo, era buen amigo, siempre presente y el mejor compañero de farra.

Tú, nada más © ¡A LA VENTA!Where stories live. Discover now