1. Sin remordimientos.

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PLAY LIST EN YOUTUBE: "Tú, nada más. Ana Coello"


CANCIÓN: Kasabian - Man of simple pleasures.

—¡Puf! Creí que este jodido semestre jamás llegaría –exclamó Rodrigo con hastío observando, mientras se frotaba las manos, a los estudiantes que iban rumbo a sus aulas.

Marcel le dio una calada a su cigarro con una sonrisa torcida. Sí, todos parecían asquerosamente felices por comenzar el último puto semestre y para él solo era el recordatorio de que ya estaba a un paso de ir derechito a la tumba donde se sepultaría el resto de sus días.

¡Mierda!

Joel, el más alto de los tres, tomó un sorbo de su café, negando.

—No sé qué puñeteras disfrutas. Estamos jodidos, Rodrigo. Ahora sí se acabó el pretexto de la inmadurez –el aludido se encogió de hombros. Era ecuánime, sosegado, y aunque disfrutaba de los desmanes y fiestas, sabía lo que quería, hacia dónde iba.

—No necesariamente, Joel. Eres un puto amargado igual que éste –y le dio un empujón a Marcel riendo—. No todo es ir de cama en cama, de antro en antro y terminar ahogado hasta el amanecer.

—¿Ah, no? Tú has de pasar la vida en el celibato y encerrado en tu casa –se burló Marcel con sarcasmo.

—¡Vete a la mierda! –rio Rodrigo—. Algún día verás que saber lo que uno quiere, no es tan malo –su amigo rodó los ojos dándole otra calada. Y un carajo, eso ya qué más daba.

Varios chicos más se unieron conforme trascurrían los minutos. Era simplemente imposible que todos ellos pasaran desapercibidos. Ni por su físico, ni por su seguridad, ni porque se hacían notar de alguna manera.

Aún no salía el sol, el frío a las casi siete de la mañana calaba los huesos por mucho que vivieran en  Guadalajara y por mucho que ahí no se conociera la nieve. Pero a ese grupo de jóvenes, parecía darles lo mismo estar ahí, afuera de sus aulas, la segunda semana de enero. Gritaban, bromeaban y sonreían sin importarles nada.

Tres chicas, como otras tantas, caminaron frente a ellos por el pasillo. Parecían nerviosas pues dejaban salir risitas y sus movimientos eran rápidos, algo extraviados. Evidentemente eran de nuevo ingreso y por su pinta, no serían de las que en un par de semanas sabrían sus nombres.

De inmediato comenzaron los codazos burlones, ya que apresuraron el paso en cuanto pasaron frente a todos, y es que a cualquiera le hubiese intimidado al ver esa cantidad de chicos parloteando y aventándose, diciendo groserías, mientras fumaban y hablaban tontería y media. Por no decir que era muy evidente se trataba de veteranos, cuestión por la cual nada les importaba mucho.

Una de ellas, un poco más delgada que las otras dos, tropezó justo frente a esos fanfarrones. Por lo mismo, las cosas que traía entre las manos cayeron y era seguro que su rodilla resultó lastimada, pensó más de uno. No obstante, fuera de ayudarla, dejaron salir sonoras carcajadas de burla que hubiesen herido el ego de cualquiera, en el caso de esa joven, arrancaron una lágrima que se apresuró a esconder. Se incorporó patosa, de inmediato una de las chicas se acercó, la ayudó a levantarse y sin verlos, desaparecieron por el corredor.

Rodrigo chasqueó la lengua negando mientras los demás se aventaban unos a otros en plena carcajada.

—¿Vieron eso? –soltó uno burlándose.

—Pobre, seguro es nueva –respondió otro riendo aún. Marcel volcó los ojos. Rodrigo era el típico chico de sentimientos nobles, sin embargo, tenía cierta vena endiablada pues seguía juntándose con ellos.

Tú, nada más © ¡A LA VENTA!Where stories live. Discover now