capítulo 16

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- Puedes dormir cachorrito, prometo portarme bien- sugirió con una clara expresión de burla.

No respondió a sus provocaciones, se limitó a ladear la cabeza luego de mirarlo con frialdad. A pesar de sentirse cansado por todas las horas en esa camioneta, se mantuvo despierto mirando el paisaje, que con cada hora se podia apreciar más naturaleza y menos civilización.

No sabía exactamente cuanto tiempo tenían en el camino, pero ese detalle dejaba claro que habían transcurrido muchas horas, sin descanso alguno, ya su cuerpo dolia por mantener la misma posición, a pesar de que trataba de moverse cada cierto tiempo, como podía estar él tan tranquilo con una expresión tan imperturbable?. Se terminó cuestionando, cuando a plena vista se le notaba que estaba acostumbrado a esa clase de situaciones.

No estaba claro a donde lo llevaría, eso nunca lo sabía, pero lo más extraño para él, eran las maletas que Martha había preparado, sin darle ninguna información realmente importante, sólo le había comentado de la fuerte discusión que había tenido el mayor con su hermano.

Donde según Martha el tema como ya se había vuelto costumbre, había sido él, de sólo escucharla decir esas palabras, lo lleno de más impotencia, que maldita culpa tenía de las acciones de ese hombre, si él estaba contra su voluntad en ese lugar. Pensó

Ya habían pasado tres días, desde lo ocurrido en esa habitación, tres días de haber vuelto a escuchar la voz de su madre, aún sentía una opresión en el pecho que apenas lo dejaba respirar. Pero había sido fuerte, seguía siendo fuerte, no le demostraría lo roto que se sentía.

Termino el hilo de pensamientos que había generado, cuando sintió como la velocidad del vehículo comenzo a reducirse, siguiendo un largo camino, donde al adentrarse más profundo comenzaba a divisar la fina arena que sólo podía pertenecer a la.....playa.

Levanto su vista, y no pudo evitar la expresión de sorpresa que le provocó el lugar, donde se detuvo una de las tres camionetas, una gran extencion de aguas de un azul impactante, que nisiquiera la enorme casa blanca de enormes cristales opacaba su belleza.

- Baja- cuestionó el mayor en un tono seco, mientras extendía su mano en dirección del más joven, el cual la rechazo al momento.

- Puedo hacerlo sólo- mascullo entre dientes.

- Como quieras- Soltó sin ninguna expresión en su voz.

De manera inconciente mordió su labio al salir del vehículo, se sentía ansioso, por un momento deseo estar en ese mismo lugar en una circunstancia distinta, poder sentir esa arena que se veía tan fina, tan suave, poder lanzarse a esas aguas tan cristalinas, pero no, no estaba de vacaciones, lo que hizo que se cuestionara nuevamente, el por que, lo había llevado ahí.

No pudo hacer más que seguir los pasos del mayor, sintiéndose observado por los varios hombres armados que habían bajado de las camionetas. Se sentía incómodo, ya en varias ocasiones algunos de ellos habían dejado claro, como era reconocido entre esa gente, como la perra de Anton.

- Deja de distraerte cachorrito y termina de entrar- inquirió el mayor cuando sin darse cuenta, se había detenido en la entrada, sin avanzar.

El lugar era realmente grande, protegida por enormes paredes, combinadas con amplios cristales, donde se podía ver desde adentro el horizonte.

Estaba estático en la estancia, donde reposaba un largo mueble blanco que sorprendentemente abarcaba casi la mitad de ese espacio, una redonda lámpara de varios cristales adherida al techo, en la parte de atrás se mantenia una enorme escalera que al parecer conectaba con lo que se suponía debian ser las habitaciones.

- Es una de las casas de la familia, poco usada, antes de que llegaramos alguien tuvo que hacer la limpieza, que te parece?- Pregunto mientras extendía sus brazos en el sillón.

Ataduras (+18 Homoerotica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora