|Capítulo 31|

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Dana|

En unos días sería la revelación del sexo de mi bebé. La vez pasada se canceló porque al final el bebé no se dejó ver.
Y también en unos días era la despedida de soltera de Lidian y la de Erick, que obviamente se hace entre hombres esa la de Erick.

Ya tenía seis meses de embarazo y era muy pequeña mi panza.

Llegamos con Angie a casa de Luna.
Veníamos a dejarle unas cosas.

Ella nos abrió, tenía muchas ojeras y los ojos un poco hinchados. Ya han pasado tres semanas desde que falleció la bebita y sé que entre Joel y Luna ahora las cosas iban mal.

–Hola chicas, perdón por éstas fachas –dijo ella– Recién me despierto, hace días no duermo bien por el trabajo.

Entramos y la saludamos.

–Lo sabemos, es complicado tu trabajo –dijo Karla y le dió las bolsas con ropa.

Era ropa que ella nos prestó.

–Gracias –dijo Luna– ¿Quieren tomar algo? –nos miró.

–No, ya nos vamos nosotras, es que tenemos que ir a esperar a Christopher y Richard.

–¿Y Joel? Él me dijo que estaría con Christopher.

–Am... no lo sé –dije, la cagué– Luego le pregunto a Chris.

–Mjum.

–Bueno, hasta luego –se despidió Karla.

Me despedí y nos fuimos.

Luna|

Hoy en la mañana me peleé con Joel, es un cochino y borracho.

Llegó súper borracho, dejó todo sucio, en la mañana me dijo que se iba con Christopher y resulta que me mintió.

Me senté en el sillón y me largué a llorar, ya no sabía que hacer. Extrañaba mucho a mí hija, todos los días la pensaba.

Fui hasta su habitación y seguí con lo que estaba haciendo el otro día, guardando las cosas en cajas. Iba a donar los juguetes a orfanatos y la ropa pues no sé.

Escuché la puerta, me levanté de la alfombra y volteé, Joel estaba parado en el umbral de la puerta.

–¿Qué haces Luna? No lo guardes... –dijo él.

–¿Dónde estabas? –le pregunté.

–Estaba con Christopher.

–Dime la verdad, Joel, dime la verdad –me acerqué a él y olía a alcohol– ¿Con quién te fuiste?

–Con nadie, Luna, no me fui con nadie, salí a caminar y después fui a un bar porque ya estoy cansado de tí, de que me estés taladrando la cabeza, de que todos los días llores por la mínima cosa que te diga –alzó un poco la voz– Ya basta, quiero estar tranquilo.

Sólo lo miré y me fui a nuestra habitación. Volví a llorar, otra vez, estaba cansada física y mentalmente.

Joel entró a la habitación, se sentó en la cama y comenzó a acariciar mi espalda.

–Lo siento mucho, exploté –dijo él– Yo sé que aún te duele el fallecimiento de Melody, a mí también me duele mucho y la extraño, cariño, la extraño mucho, me equivoqué en gritarte y decirte ésas cosas, perdóname.

Me abrazó.

–¿Podemos darnos un tiempo? –me miró y lo miré– Estoy cansado, quisiera irme a Hesperia a estar allí por unas semanas...

–Haz lo que quieras, tomate el tiempo que necesites –le dije.

–No quiero que te enojes por ésto, mi amor, es sólo un tiempo, ¿sí?

–No estoy enojada –dije– Sólo que en el momento difícil de la relación decides irte, dejarme, yo no quiero dejarte porque eres muy importante para mí, yo quisiera que sanemos los dos juntos y salgamos adelante los dos como lo hemos hecho desde siempre.

Él se quedó pensando un rato, me senté en la cama y limpié las lágrimas que salían de sus ojos.

–Soy un imbécil –dijo él– Tú tienes toda la razón, Lu, perdón, ¿sí?

–Te amo mucho yo, gordo, eres todo para mí –dije y él me abrazó.

–Tú también lo eres todo para mí –dijo él– Empezamos de nuevo, ¿okey? Quiero que tú estés bien y que estemos bien.

[…]

Era otro día, me sentía mejor. Después de hablar con Joel me sentí tranquila.

Ordenamos la casa juntos y bueno, almorzamos sólos, nos bañamos juntos y dormimos toda la tarde juntos.

Después de despertarnos decidimos ir a dar una vuelta por la ciudad. Él al caminar me tomó la mano, era un detalle muy pequeño pero que me hizo sentir bien.

Entramos a un restaurante, nos sentamos y pedí tiramisú, un postre.

–Uy mira detrás de nosotros disimuladamente –dijo Joel.

–¿Quién está? –le pregunté.

–Samantha, Johann y Emilia –dijo él.

–Ah.

Miré por la ventana y no sé porque puse atención a la conversación de los que estaban atrás mío.

–Que raro que siguen juntos –dijo la voz de Emilia– Seguramente ahora que se murió la bebé ésa Joel ya no va a tomar a Luna en serio y la va a engañar con otra.

Miré a Joel y él negó con la cabeza, él también lo había oído.

–No hagas caso a ésos comentarios absurdos –dijo él y besó mi mejilla– ¿Quieres cambiarte de mesa?

Asentí.

Nos levantamos y fuimos a las mesas de afuera.
Ya nos dieron lo que pedimos y después de terminar volvimos a casa. Al otro día debía trabajar y no quería pero debía.

Empezamos a ahorrar otra vez, ahora hablamos y... bueno, compraríamos un terreno, íbamos a construir nuestra casa, obviamente para eso debíamos trabajar duro.

Joel se quedó en la sala y yo fui a la habitación, me acosté, me quedé mirando al techo y me dormí.

Joel|

Estaba viendo vídeos de cocina, no sé porque, me levanté y ví algunas fotos de la bebé que puso Luna en una estantería.

Mi bebé hermosa, la extrañaba demasiado, además era idéntica a Luna, muy hermosa, simpática... Justo mañana estaría cumpliendo cinco meses.

Apagué la televisión, fui a la habitación, me puse mi pijama, me acosté al lado de Luna, la abracé y besé su frente.
Ella se acurrucó conmigo y la tapé bien.

Ella tenía razón, yo sólo quería escapar y así no se resuelven las cosas.
Me equivoqué y bien feo, le dije cosas horribles.

Después de pensar tanto me dormí.









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holis

Fool |Joel Pimentel. Where stories live. Discover now