Doce

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12| Repercusión.

Tengo que irme. —su labio inferior temblaba ligeramente, igual que lo hacían sus piernas mientras daba un par de pasos hacia atrás.

—Apple —la caballero dijo su nombre en un intento de detenerla, aunque no estaba del todo segura que decir a continuación.

Por un momento la rubia se detuvo, conectando su mirada con la de ella, pronto su vista comenzó a vagar ansiosamente alrededor, parando finalmente en Blondie, quien seguía en shock. Sus manos que anteriormente sostenían un aparato electrónico, mismo que ahora estaba en el suelo, temblaban.

—Esto... Fue un error, no debimos —estaba entrando en pánico—. No debí.

Miró una vez más a la princesa junto a ella, antes de correr, presumiblemente de vuelta a la escuela.

—Lo siento, no sé en qué estaba pensando. —la reportara finalmente habló.

—No, claramente no estabas pensando. —dijo girándose hacía ella. Su mirada estaba llena de furia, con la ira nublando su juicio y las lágrimas nublando su vista.

Quería desaparecer, justo como la vez que corrió en el bosque hasta perderse, pero esta vez ya estaba en el bosque, esta vez no tenía a dónde huir, ningún lugar donde esconderse o donde poder refugiarse. El que una vez había sido su lugar seguro, donde entrenaba y compartía lindos momentos con Apple le había sido arrebatado hace tan solo unos momentos, su lugar especial ya no era su lugar seguro, ya no más.

—Lárgate —susurró, lo suficientemente alto como para que la otra chica la escuchara. —. VETE, LARGO DE AQUÍ.

Esta vez el tono de su voz considerablemente más elevado, la mujer obedeció al instante, ni siquiera recogió su preciado espejopad, de todas formas, la pantalla había quedado completamente estrellada cuando la Charming se la arrebató y tiró al suelo, en este momento no sabía de lo que la caballero era capaz de hacer, y no quería quedarse a averiguarlo.

Era bien sabido que Darling era una persona bastante tranquila, quizá incluso más que su hermano gemelo, y tal vez eso era lo que hacía la situación tan aterradora para la de rizos, nunca había visto a la joven molesta, ni un poco, y la expresión que tenía en su rostro le provocaba escalofríos.

Una vez que la futura ricitos de oro la dejó sola, su expresión de enojo se tornó en una de tristeza. Las lágrimas comenzaron a correr libremente por su rostro, se dejó desplomar justo ahí, a unos centímetros de la manta de picnic que habían puesto para su cita.

•••

La vieja puerta de madera fue bruscamente azotada, sorprendiendo a la chica que hasta entonces se encontraba recostada en su cama.

—Apple, llegas pronto, ¿acaso... —el ánimo en su voz decayó poco a poco conforme observada a su compañera—... sucedió algo?

Ella más que nadie era consciente de lo vanidosa que la futura Blancanieves podía llegar a ser, y fue por eso que no pudo evitar preocuparse al notar el estado en el que se encontraba. Primero que nada, tenía el maquillaje totalmente estropeado, era evidente que estuvo llorando, tenía un par de hojas en su cabello, y la media destrozada en la zona alrededor de su rodilla izquierda.

—Apple, estás sangrando. —dijo notoriamente preocupada.

—Es sólo... —le faltaba el aire, ¿había estado corriendo todo el camino de regreso? —... Me caí cuando venía para acá, creo que me raspé la rodilla.

—Huh, de acuerdo —se levantó de la cama, tenía un botiquín de primeros auxilios en el baño, normalmente nunca lo usaban—. Ponte algo más cómodo, vamos a curar esa herida.

I may not be a prince | DarppleWhere stories live. Discover now