13. Nada en plan pareja.

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No he dormido prácticamente nada en toda la noche. Su dificultad para respirar y sus pequeños espasmos o temblores de vez en cuando, me han mantenido alerta todo el tiempo. Pendiente de que pudiera necesitarme en cualquier momento, aunque a decir verdad, el único instante en el que ha "abierto los ojos", fue cuando la desperté para volver a darle el medicamento. Y lo de abrir los ojos es una manera de decirlo, porque me atrevería a asegurar, que incluso seguía dormida. Por suerte, su temperatura ya había bajado bastante en ese momento y ahora continúa estable. De hecho, hace varias horas que ni siquiera se mueve. Ya no tiembla y soy consciente de que sigue viva, porque siento su respiración junto a mi oído. No ha quitado su cabeza de mi pecho en toda la noche. Bueno, no se ha movido ni un centímetro. Y aunque al principio dudé en despertarla para ir a la cama, suponiendo que allí estaría más cómoda, la sentí tan a gusto y tan profundamente dormida, que me fue imposible hacerla despertar, salvo cuando lo vi estrictamente necesario.

No es la única que está a gusto, honestamente. El hecho de tenerla así, me produce una paz muy difícil de explicar. Su respiración pausada junto a mi oído, su corazón latiendo contra mi pecho, mis manos acariciando a veces su espalda y a veces su cabello, transmitiéndole tranquilidad, seguridad. Pero resulta, que soy yo la que ha estado sintiendo esa tranquilidad y esa seguridad. Creo que podría estar así durante horas; observándola dormir, sintiendo el calor de su cuerpo. Se ve tan frágil ahora mismo, que lo único que quiero es protegerla. Y sin embargo, ella me da mil vueltas a mí, en cuanto a fortaleza. Es una mujer segura de sí misma, decidida, arriesgada. No importa cuántas veces le diga que no, es plenamente consciente de lo que me provoca y se empeña en seguir provocándomelo. Sigo sin comprender qué ve Amelia en mí. No es que me esté menospreciando, pero soy consciente de que atravieso por un momento emocional difícil. Ahora puedo estar sintiendo esto y al llegar a mi casa y pisar la realidad, al salir a la calle y ver el mundo, volver a encerrarme. Es una decisión que yo tomé, nadie me obligó a ello. Simplemente es la manera en la que decidí vivir durante un tiempo. Es lícito ¿no? No hago daño a nadie. Sólo me alejo y cierro las puertas de mi vida. Con Mateo nunca funcionó, porque el permaneció en el interior incluso después de cerrarlas. Y con ella... Ella no sé de qué manera está consiguiendo acceder, pero aquí está, entre mis brazos, callándome la boca y dejándome saber que no sólo está entrando, sino que es diferente. Hace que me comporte diferente. Y sé perfectamente que podría dejarme llevar, podría rendirme y dejar de luchar contra lo que está pasando. El problema, es que no quiero hacerlo. Realmente, no creo que sea el momento más adecuado. Si hubiera reaparecido dentro de un tiempo, si hubiera esperado a que me curase, tal vez podríamos haber... tal vez yo podría... Esto es una locura. Ni siquiera soy capaz de explicar mis propias contradicciones.

Intento levantarme de la manera más discreta posible para no despertarla. Retiro con delicadeza su mano de mi abdomen, colocándola junto a su propio pecho, levanto ligeramente su cabeza y al mismo tiempo consigo liberar mi brazo, dejando su rostro reposado sobre uno de los cojines del sofá. En cuanto me incorporo para sentarme, un maullido me sobresalta. Había olvidado por completo la presencia de Mía, que sigue estando a nuestros pies. No sé si lleva ahí toda la noche o en algún momento se fue y regresó.

·"Miau"

‒Sh... ‒susurro llevando un dedo hacia mis labios, cómo si la pequeña fuera a entenderme.

Ladea ligeramente su cabecita, me mira confusa y vuelve a maullar. Así que, no me queda más remedio que levantarme despacio, acariciarla comenzando a escuchar sus ronroneos y llevármela conmigo.

Sus pequeñas patitas se aferran fuertemente a mi ropa, mientras nos dirijo hacia la cocina con ella apoyada en mi pecho. Tiene las uñas demasiado pequeñas, pero muy afiladas, las siento atravesar la ropa y seguramente cuando quiera dejarla en el suelo, se va a quedar enganchada a mi prenda.

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Where stories live. Discover now