Capítulo 20: Las pequeñas batallas. Parte 1.

35 3 0
                                    

En un templo del país de Konan. Narra Stefy:

Toda mi vida acababa de pasar delante de mis ojos. ¿Por qué? Muy simple, por mi gran curiosidad me separé de Tamahome y fui a recorrer el templo mientras estaba de misión. Sí, dadme un aplauso (es ironía claro). Después de eso, me encontré con el ser que en mi vida pensé encontrarme, Miboshi de los Seiryu. Fue bastante abrumador, porque no me lo esperaba para nada. Después de eso vino otro personaje que me sonaba de algo... os juro que no podía recordar. Cuanto más tiempo pasaba en el mundo del libro, mi mente iba olvidando cosas. Era muy frustrante. Hubo una pelea, primero Tamahome se enfrentó a Miboshi por protegerme y después vino aquel hombre llamado Hikkou. El monje oscuro, como le llamo yo, pues derrotó sin problemas a ese tío. Y después que sus hombres se lo llevaran, se volvió a nosotros.

-Veo que no luchas nada mal para ser un novato. -Dijo Miboshi burlándose de Tamahome.

-Jaa... -El chico que estaba a mi lado rugió furioso sin apartarme de su lado. -Tengo que admitir que eres un monje muy fuerte, para ser un niño. -Se burló esta vez Tamahome. -¿Quieres seguir peleando?

-No tengo interés en pelearme con alguien como tú en este momento. -Contestó Miboshi mientras sus ojos se posaban en mí. 

-¿Irás a buscar a Sara? Digo a la sacerdotisa de Seiryu, ¿verdad? -Le pregunté curiosa.

-Por supuesto que iré a buscarla. Así que ya nos veremos querida sacerdotisa. -Al darse la vuelta, mientras se dirigía sus hombres, volvió a hablar. -Tranquila, yo le daré saludos de tu parte. 

Dicho eso, el monje se esfumó como por arte de magia. Miré a Tamahome y le cogí del brazo.

-Creo que los demás están en peligro. Tenemos que darnos prisa. -Le miré con preocupación.

-Lo sé, yo también siento que hay cosas que andan mal. -Se giró a mirarme. -No vuelvas a escaparte de mi lado, al menos que yo te lo diga.

-¡¡No soy una niña, Tamahome!!. Soy ya una mujer adulta. -Sí, en mi mundo, pensé. -Siento haberte preocupado.

Él me miró, pero no volvió a decirme nada. Me cogió desprevenida y me puso en su hombro como si fuera un saco de patatas y me llevó al caballo. Una vez junto al animal, montamos y salimos disparados a buscar a nuestros compañeros. 

-Nuriko, Chichiri, Tasuki, Mitsukake, Chiriko... aguantad, ahora vamos. -Dije en voz baja. -Suzaki... por favor ayúdanos. 

-No te preocupes, seguro que están bien. Ya verás. -Intentó calmarme Tamahome mientras cabalgaba a toda prisa dejando atrás el pueblo. 

Después de un largo camino, llegamos a donde habíamos quedado. Lo que nos encontramos ahí fue horrible. Estuve apunto de gritar, sino es por Tamahome, que me tapó la boca para que no hiciera ningún ruido. Se acercó a mi oído.

-No grites, ahora más que nunca debemos ser silenciosos si queremos ayudar a los demás.

Yo asentí con la cabeza. Estaba súper angustiada, lo que vi me destrozó el corazón. Había una especie de ser, que tenía una cosa rara tatuada en la frente, de su ser salían una especie de hilos que tenía atados a mis estrellas. Abrí los ojos al contarlas, estaban los cinco, Chiriko estaba ahí. Suspiré aliviada.

-Necesitamos distraerle para que baje la guardia. -Sugerí, me quité los zapatos y fui corriendo a nuestro caballo. Saque un arco con flechas. ¿De dónde lo saqué?

Flashback: Unos días atrás, pedí a todos que me ayudarán a usar un arma para poder defenderme, no me gusta ser una carga. Nadie quiso ayudarme salvo una persona. Un apuesto pelirrojo me ayudó a utilizar el arco por las noches. Yo soy muy patosa, así que apenas daba en el blanco. Tasuki, no tiene paciencia, así que os imaginaréis la bronca que recibí de su parte. Se dio por vencido la noche anterior antes de salir a buscar a Chiriko. Recuerdo que dijo que me pondría esto por si acaso en cada caballo. /Fin del flashback.

Fushigi Yuugi: Universo de los cuatro Dioses, la leyenda vivienteWhere stories live. Discover now