Día Ocho. {Sentimientos contradictorios}

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–¡Arriba! ¡Es Hora de levantarse! –unos gritos se escuchaban del otro lado de la puerta, Kentin se estiró, tomo la sábana, volteó y se tapó, estaba volviendo a dormirse cuando sintió unos insistentes golpes en su puerta y luego en las siguientes. «Maldita seas, Rosa.», pensó–. ¡Queee liinnndoooo díaaaaaa! –exclamó la peliblanca, alargando las palabras.

Alexy fregó sus ojos, bostezó y se sentó en la cama, tomó su celular y revisó la hora. Ocho y cincuenta y siete.

–¡Agh…! –exclamó en forma de protesta, se levantó y buscó ropa, pero no veía nada, así que abrió la cortina de la ventana, dejando entrar luz, cegándolo a él tanto como a Kentin, quien gruñó en protesta.

El castaño se levantó e imitó la acción del peliazul y comenzó a buscar ropa, no sabía que iban a hacer así que prefirió por un pantalón un poco más arriba de las rodillas, holgado y una musculosa, Alexy casi lo mismo, solo que una playera amarilla en lugar de la musculosa. Se miraron entre si y sonrieron adormilados, un “hola” escapó de la boca de ambos en tono ronco y tras abrir la puerta salieron y se dirigieron al baño, hicieron sus necesidades –lógicamente–, se peinaron y vieron a los demás chicos, se saludaron y se dirigieron al comedor, donde estaban las chicas desayunando, algunas tenían unas tazas con algo, otras jugo y otras algo que parecían cereales, todas comiendo galletas o algo similar.

Tras una larga ronda de saludos en general por parte de todos, se sentaron y desayunaron, habrán estado media hora o tal vez más, luego Rosa se paró junto con Kim y se pusieron un poco alejadas, como para que todos las vieran.

–Bien, como sabrán, la fiesta de ayer se canceló, estábamos muy cansados por el viaje y eso –dijo Kim.

–Si les apetece, podríamos ir a pasear y recorrer el lugar, cosa que tampoco hicimos ayer –continuó Rosa–. Luego, por la tarde, cuando venga Leigh, podríamos ir a una fiesta.

–Al parecer, hoy habrá una fiesta en la playa a eso de las cuatro hasta la noche tarde –sonrió la pelinegra–. ¿Qué dicen? –sin mucho más, algunos contestaron un “si” y otros asintieron con la cabeza–. ¡Genial!

Luego del desayuno, salieron a pasear, al principio todos juntos, pero algunos paraban en locales que les parecían interesantes. Todos, por suerte, sabían cómo volver, después de todo, si se perdían, solo debían dirigirse a la playa y caminar hasta encontrar el complejo.

La mañana pasó rápidamente, algunos comenzaron a volver antes, con varias cosas que habían comprado en su camino, otros llegaron casi a la hora del almuerzo, almorzaron algo liviano ya que, no solo iban a ir a la playa un rato, sino que luego irían a una fiesta donde comerían y beberían.

A eso de las dos del mediodía, Leigh llegó y Rosa corrió a sus brazos a abrazarlo, luego lo llevó a su habitación y dejó sus cosas, se cambió, aunque no se metió al mar, llevaba un pantalón un poco más corto que uno común y una playera holgada. Tanto él como su hermano se encontraban bajo la sombrilla, charlando. Las chicas tomaban sol y los chicos jugaban… a… algo extraño, el punto era que jugaban.

Aquella cosa que parecía ser un juego terminó y todos los que se encontraban jugando se dirigieron al mar un rato.

Alexy iba caminando lento hacia el agua, mientras que los chicos caminaban a paso más apresurado. Automáticamente, su mirada se dirigió a la espalda de Kentin, quien iba un poco más adelante que él. El castaño era un poco más bajo que él, sin embargo, tenía mejor cuerpo, tenía una espalda ancha y formada, se notaba que hacía mucho ejercicio, a diferencia de él, a quien ir a caminar al centro comercial le parecía que contaba como ejercicio. Cuando se quiso dar cuenta, el agua que antes llegaba a sus tobillos, ahora le llegaba por la cintura. Divisó a Sucrette acercándose a él con una expresión un tanto divertida, la miró extrañado y cuando ella se acercó a él y se puso a su lado le codeó, Alexy frunció el ceño, ¿de qué se había pedido?

17 DaysWhere stories live. Discover now