Capítulo 8

49 11 10
                                    

En la hora que llevaba en la academia solo había conseguido hacer un ejercicio de matemáticas, me odiaba por ello, me consideraba una chica sensata e inteligente, capaz de controlar sus emociones y entender a su propio corazón, nunca había entendido por qué a la gente le costaba tanto controlarse a si misma o no escuchar a su mente.

Quedaban dos minutos para las cinco cuando mi profesor nos mando recoger nuestras cosas y dar por terminada la clase.

Me despedí de mis compañeros y salí de la sala donde dábamos la clase. Me abrace los brazos en un intento de abrigarme más, el  frío me recordó que la navidad se acercaba a paso rápido, mi móvil  vibro en mi bolsillo y lo saqué para ver el mensaje que me acababa de llegar, sonreí al ver que era Laura quien me había escrito, habíamos quedado después para ir a ver a Fran entrenar.

-Estas hecha una mierda-Casi tiro el móvil del susto, me faltó poco para dar un pequeño grito. La voz de Alessandro al igual que su  presencia me habían pillado completamente por sorpresa.         Subí mis ojos hacía los suyos y estos me recibieron con un brillo de diversión.

-Bueno, pues gracias por el dato-El ritmo de mi corazón se fue medio tranquilizando de nuevo y me pasé la mano por el pelo antes de volver a hablar

-¿Qué haces aquí?.

-Te dije que te iba acompañar a casa, princesa- Aunque la presencia de Alessandro emanaba seguridad, yo siempre me sentía insegura con él.

-Y yo te dije que no necesitaba tu ayuda-Le recordé -Además no te conozco de nada.

Alessandro dejó de mirarme y se pasó las manos por los ojos, intentando buscar paciencia, pasaron unos largos segundos antes de que volviera a hablar.

-Esta bien, hagamos una cosa, tu me dejas acompañarte  a casa y yo en cambio te dejo hacerme una pregunta en el trayecto-No sonaba muy convencido.

-Cuatro preguntas.

-Tres, y es mi última oferta-Me tendió la mano para cerrar el pacto, me lo pensé un poco pero al final me rendí y acepte su proposición tendiéndole mi mano también. Nuestras manos se apretaron, tenía las manos ásperas y calientes, se notaba que levantaba pesas.No me miró cuando separo nuestras manos y empezó a andar hacía mi casa, obligándome a seguirlo a paso rápido.                                                                                                                                                     

Antes de que el silencio se volviera más incomodo empecé a pensar en que quería saber sobre mi misterioso compañero de clase, ¿ qué tres preguntas le haces a alguien que no conoces? Necesitaba preguntas simples pero que me dieran toda la información posible.

-¿De donde eres?-Alessandro, que iba un poco por delante de mi y andaba con las manos en los bolsillos, me miro de reojo.

-De ningún sitio concreto, siempre hemos ido de aquí para allá.

-¿Hemos?, ¿tu familia y tú? -La pregunta salió sola de mis labios.

-Se podría decir que sí- Alessandro llevaba las manos en los bolsillos y un andar despreocupado, vestía de negro, como en la mayoría de las ocasiones en las que nos habíamos encontrado.

-Te queda una pregunta y dos calles princesa, yo que tú me daría prisa porque no son acumulables- Empecé a pensar, podría preguntarle sobre su color favorito o su lugar ideal para vivir, en cambio le pregunte algo totalmente distinto antes de cruzar la última esquina para llegar a mi casa.

-¿Qué haces mañana? - Alessandro se giro un poco sorprendido, supongo que él también se esperaba la pregunta del color favorito, me miraba intentado descubrir el por qué de mi pregunta y empezó a hablar al darse cuenta de que sólo mirándome no iba a solucionar nada.

-Es sábado, así que supongo que hacer los deberes, ¿por qué preguntas?

-Fran me ha dicho hoy que pensaba invitarte a dar una vuelta con nosotros mañana. -Sé que sone un poco insegura sobre mi respuesta. Mi cerebro no sabía lo que mi boca acababa de preguntar.
Alessandro me miró intrigado antes de contestar.

-¿Me estás invitando?-Intentó disimular una sonrisa. Cosa que hizó que me pusiera más nerviosa.

-Bueno, solo si no tienes nada más que hacer.

Alessandro se quedó pensando mientras me miraba, creo que estaba teniendo una especie de pelea interna.

-Creo que puedes doblar la esquina tu sola, dudo que te pase nada.

-Pero...

-Buenas noches Victoria.

Doble la esquina todavía cohibida ante las palabras de Alessandro, ya no necesitaba convencerme más de que era un capullo sin remedio, al levantar la cabeza vi a Laura sentada en el escalón de la puerta de mi casa, llevaba una jersey rojo que tan bien le sentaba y unos vaqueros negros, su pelo oscuro le caía por la altura del pecho. Laura doblo la cabeza al verme y puso un puchero en la cara.

-Y yo que pensaba que todavía quedaban caballeros en el mundo, ¿ dónde esta Alessandro?

-Creo que le he asustado- Empecé a asimilar lo que acababa de pasar.

-Me estas diciendo que un tipo de 1,80 , que prometió acompañarte de noche haciéndose el que podía con cuatro tíos, ¿se ha asustado de una chica de 1,50?

Le conté todo lo ocurrido a mi amiga mientras íbamos de camino al lugar donde entrenaba el equipo de Fran, Laura parecía igual de sorprendida que yo, e incluso se rio de lo lindo en contadas ocasiones.

-De verdad, estos hombres, después somos nosotras las difíciles , tú no te preocupes, que ya vendrá con la cola entre las piernas pidiendo piedad- Me guiño un ojo y nos sentamos en las gradas cerca de la pista.

El entrenamiento de los viernes siempre es el más divertido, solemos esperar a Fran y a Lucas, solíamos venir con Ángela y en algunas ocasiones con Susana, pero hoy solo estábamos mi amiga y yo.






En los brazos de Morfeo Where stories live. Discover now