Primer día: Marco de la Cruz

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Después del receso a cada uno le tocaba integrarse a clases en sus respectivas áreas, como todavía tenían tiempo acompañaron primero a Christopher a su salón y seguido a Miguel, el joven acompañado de Alejandra entró a su salón, nadie le había puesto atención ya que estaban contemplando a un joven moreno algo más grande que Miguel que afinaba si guitarra desinteresado en las chicas que lo rodeaban enrojecidas, al verlo Alejandra soltó un suspiro
-¿Quién es él?- señaló Miguel disimuladamente con su dedo índice
-¿¡No lo conoces!?, es Marco de la Cruz, uno de los chicos más populares en la escuela- al escuchar el apellido"De la Cruz" una gota de sudor bajó por la frente del joven
-¡¿De la Cruz?!-
-Si, tataranieto del falso Ernesto de la Cruz, aunque no hay que negar que su tataranieto es todo un bombón- dijó la chica centrada en el joven, volteó a ver a Miguel para encontrarse con su rostro completamente blanco como si se le acabará de aparecer un muerto
-...oh...- al relacionar todos los lazos la chica le dedicó una mirada de pena
-Uy, que mal...- pensó en voz alta mientras posicionaba su mano en su barbilla,  el color estaba volviendo al rostro de Miguel y cuando pudo sentir su lengua habló
-No sabía que Ernesto de la Cruz tenía herederos...-le dedicó una mirada rápida al joven y volvió a dirigirse a la chica -¿Crees que cuando sepa quién soy, crees que me odie?-
-Bueno, cuando desmentiste lo que pasó con los tatarabuelos de ustedes dos, dejaste a su familia en la ruina además de que les quitaste su prestigio... así que puede ser que no le agrades del todo- el mexicano respiró hondo, no quería tener ya nada que ver con un "De la Cruz", ya había tenido suficiente con ser "asesinado" por uno. El profesor llamó a los nuevos y Alejandra tuvo que irse
-¡Suerte!- le gritó desde lejos la morena mientras corría hacia su clase
-Muy bien chicos, como ya han de saber, hoy se integran alumnos de nuevo ingreso así que quiero que todos sean amables- sonrió el profesor, un hombre algo gordo con una barba que cubría la mitad de su rostro de manera horizontal, parecía un Santa más joven.
Todos los alumnos se sentaron en unas bancas de madera incluyendo a los que ya estaban en el curso, uno por uno los nuevos pasaban al frente a presentarse, ya casi al final fue el turno de Miguel, que con nerviosismo caminó lo más lento posible para tardar aunque sea un segundo su presentación
-Buenas tardes...- dijó tragando saliva, al principio a nadie le importaba así que unos compañeros jugueteaban con lo que tuvieran a la mano, a otros les atraía el muchacho que era mucho más joven que todos ellos pues mientras que la mayoría de alumnos tenían mínimo quince años Miguel apenas había cumplido trece -... mi nombre es Miguel Rivera y tengo trece años- dijó el niño; en ese momento todos los jóvenes lo voltearon a ver y a murmurar entre ellos, sintió como Marco lo volteó a ver y su semblante cambió de desinteresado a uno de odio, una gota de sudor frío cayó por su frente. Después de su presentación por fin pudo ir a su asiento pero no logró pasar desapercibido por sus compañeros, pasó toda la clase con ojos sobre él (sobre todo de Marco) y cuando la campana sonó el profesor disimuladamente se fue lo más rápido que pudo al igual que los alumnos, solo quedaban Miguel y Marco pero nuestro protagonista no se había dado cuenta de esto; él tomó sus cosas y estaba dispuesto a irse cuando una mano lo jaló del suéter y lo estampó en una de las paredes, era De la Cruz, antes de que Miguel pudiera decir o hacer algo Marco habló
-Así que.... Miguel Rivera...- lo había puesto entre su cuerpo y la pared evitandole escapar
-Escucha mocoso, no vas a arruinar mi vida otra vez así que te recomiendo que te vayas a tu pueblito- dijó acercando peligrosamente su rostro al de Rivera de forma amenazante
-Yo....mm...nhj- Miguel no podía hablar por el miedo, en ese momento entraron los amigos de Miguel: Ale y Chris, Marco soltó a Miguel y se fue de ahí sin dedicarle siquiera una mirada a los muchachos
-¿¡Qué le pasa!?- mencionó molesta la chica mientras Chris se acercaba a Miguel
-¿E...estás b...bien?-
-Si, gracias-
Los muchachos caminaron por el pasillo hacia la salida donde Hiro lo estaba esperando, el joven se despidió de sus amigos y caminó a casa junto al americano, el moreno caminaba en silencio pensando en todas las cosas que estaban pasando, en esos hombres, en Marco, en su problemita, en todo... Mientras que Hiro buscaba una manera de romper el hielo, quería socializar con el niño ya que, bueno, vivían en la misma casa y asistían a la misma universidad, lo mejor sería llevarse bien
-Ammmm... así que...tienes nuevos amigos- en ese momento Miguel salió de su trance
-Si, los conocí hoy-
-...¿Qué tanto piensas?-
-...En nada importante- dijó cortante
-Mhj- fue lo único que alcanzó a decir Hiro "ni siquiera quería saber" pensó. El resto del camino a la cafetería de Tía Cass fue en silencio

Un nuevo héroeOnde histórias criam vida. Descubra agora