Capitulo 5

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La Odisea de un omega

Una vez dentro de la habitación, Bakugō aseguro la puerta. Prosigue a sacar un frasco de pastillas de su bolso junto con una botella de agua que tomo de la cocina, colocando ambos sobre el escritorio.

Recovery girl le había mandado el tratamiento para su celo. Después de todo, la enfermería de U. A, tenía un registro de todos los alfas y omegas de la institución: sus celos, tratamientos específicos y resultados de las revisiones trimestrales que se les practicaba para comprobar que todo esté en orden.

Su vista se desvía a la nota que reposaba sobre el escritorio.

«Los supresores son un poco más fuertes en esta ocasión pero eso no cambia el tratamiento, procura seguirlo al pie de la letra.

P.D: Ven a la enfermería si te sientes muy ansioso o en cuanto tú celo termine para revisar que fue lo que provoco la irregularidad. Recovery girl».

Su cara se deforma en una mueca de asco al recordar la noche anterior, Bakugō desconocía cuál fue la estupidez que el bicolor le dijo a Recovery girl para que esta le diera sus supresores, no lo vio al abrir la puerta en la mañana pero era obvio que él era el responsable de traerlos, pues nadie más sabia sobre su irregularidad y además... pudo reconocer su aroma al abrir la puerta.

Se estaba comportando atento. El típico comportamiento de un alfa enlazado.

Katsuki arrugo nota haciéndola una bola para después lanzarla a la basura. En un celo regular no tendría necesidad de ser estricto con el tratamiento, siempre ha sido capaz de mantener a su lado omega bajo control... o al menos así había sido hasta ayer.

Katsuki llevó una pastilla blanca a su boca y trago en seco. De inmediato bebió toda el agua de la botella, que una vez vacía, también fue catapultada al cesto de basura con una explosión. Le encantaría desquitar toda su frustración en destruir la evidencia del día anterior, incluyendo, claro, al responsable de toda su desgracia.

Sin embargo, no podía darse el lujo de llamar la atención de sus profesores luego de lo ocurrido; agradecía que las habitaciones fueran aprueba de sonido y que los dormitorios cuenten con un purificador de aire central. Definitivamente habría enloquecido si al llegar a su habitación lo hubiera recibido el olor a regaliz del bicolor.

Ya tuvo suficiente con soportarlo todo el maldito día. Eso y los molestos comentarios de Kemy, quien se la pasó todo el día cuestionándolos, comparándola con el calvo no podía decidir quién era más irritante.

Aunque esto le serviría como muestra: se estaba comportando raro, diferente, en algún sentido, tanto que incluso las personas con las que no ha interactuado mucho pudieron percibirlo, eso era un problema. Tendría que disimular mejor su animadversión hacia el alfa si no quería terminar exponiendo que algo había alterado el comportamiento de ambos.

También debía evitar a toda costa una revisión médica exhaustiva, hasta donde ha escuchado la composición bioquímica de una persona cambia cuando esta se enlaza, no conoce los detalles por lo que le vendría bien investigar al respecto, debía encubrir los factores más resaltantes, como su olor; siempre odio las cosas empalagosas, eso incluía su propio aroma, odia la miel. Sumando que su quirk hacia de su sudor una sustancia mas aceitosa que liquida, al percibir el aroma de sus propias feromonas daba la sensación de estar cubierto de miel, doblemente asqueroso.

Por eso siempre llevo parches sobre su glándula, finos y trasparentes, pero parches al fin y al cabo, nadie se extrañaría porque usara unos más gruesos luego del celo.

La vista del rubio se desvía hacia el enredo de sabanas sobre la cama, para luego reparar en que su bolso seguía colgado en su hombro, pensándolo bien no se había separado de él en todo el día, a menos que el mitad y mitad se encontrara cerca...

Debilidad ante el instinto - TodobakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora