Siete

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  Si no sintiera la mano helada de Edward en su mejilla diría que estaba drogado por algo que le había administrado el doctor Cullen y su imaginación creaba ese paraíso. Temía que si hacía un movimiento brusco él se apartaría cortando ese perfecto instante.

  Sin embargo, se arriesgó a pasar su brazo alrededor de la cintura del vampiro para pegarle todo lo posible a su cuerpo y profundizar el beso, sabía que Edward le estaba dejando mandar.

  Por su parte, Edward se contenía las ganas por temor a hacerle daño porque Jacob no era tan rígido como él, pero cuando el chico ejerció presión en el abrazo a duras penas pudo contenerse girándose para quedar sentado a horcajadas sobre las piernas del lobo quien le recibió claramente agradecido de su cercanía. Entonces supo que no había necesidad de tratarle con tanta delicadeza porque era tan robusto que no podía hacerle daño.

  Se apartó contemplando la respiración entrecortada del chico, luchando por no continuar en el salón de su casa.

  —Eres impresionante, Jacob ¿cómo puedes tener ese poder sobre mí? Pero debo contenerme —dijo con la frente apoyada en la contraria.

  —Si permito que te detengas es porque estamos en tu casa.

  Edward rio mientras se levantaba y retomaba su postura inicial.

  —Tienes que descansar aunque sea fingiendo que lo haces realmente.

  Jacob puso los ojos en blanco tumbándose de nuevo.

  —Lo haré por ti.

  —Gracias.

  Empezó a acariciarle el pelo envueltos en un agradable silencio. Por fin Jacob percibía que en su interior todo estaba en orden y se deleitaba pensándolo. Edward sonrió.

  —A mí también me gusta estar así contigo.

  —¿Nos veremos cada noche en el bosque?

  —Sólo cuando queramos hacer carreras, que por cierto me debes la revancha de la última. Ahora podemos vernos aquí.

  —¿En tu casa? —echó la cabeza hacia atrás por el brazo del sofá.

  —Si te sientes incómodo seguiremos en el bosque.

  —Hablaré con los jefes para que puedas entrar en la reserva.

  —No, sería quebrantar parte del tratado.

  —Pero si estamos juntos es tu derecho pasar a mí casa.

  —No quiero que tengas problemas por mí. Cuando los mayores de tu tribu sepan que te has imprimado de un vampiro se van a oponer.

  Jacob se enderezó de un salto.

  —Soy capaz de abandonarlos si me impiden estar contigo.

  —Es tu familia, tu casa.

  —Pero tú eres más importante que todo eso.

  Edward colocó su mano sobre la de Jacob observando sus oscuros ojos que mostraban su aflicción. Lentamente se fue aproximando para volver a besarle, Jacob miraba sus labios con anhelo.

  —¿Salimos a pasear al perro? —se apartaron como un rayo antes de ni siquiera llegar a rozar los labios del contrario. Emmett bajaba por las escaleras riendo a carcajadas.

  —Te agradecería que te ahorres esas bromas respecto a Jacob —se puso en pie dándole la espalda al nombrado.

  —¿Saben lo de la boda? —Edward negó.

LUNA DE PLATA   ×Edward & Jacob×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora