Capítulo 04 - Cosas que no sabía

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─¿Ya acabó la fiesta? ─preguntó Joey, mirando hacia todos lados─. ¿Dónde están los demás?

─Los demás están en la fiesta, solo vine yo.

─De seguro te aburriste.

─Que bien me conoces ─sonrió.

Rouse caminó hacia las escaleras, y a mitad de estas escuchó decir a Joey que su felicidad le daba miedo, por lo sonriente que entró a casa. Pero ella lo ignoró y siguió el camino hasta llegar a su habitación. Porque sabía quién causó aquella sonrisa que se le escapa de sus labios, esa sonrisa llevaba su nombre, como un sello sobre ellos. Su felicidad no daba miedo, pero sí sorprendía.

***

Era verdad. Se encontraba feliz. Y el universo decidió que su felicidad tuviera nombre y apellido.

Esa misma noche, Rouse se dio cuenta que seguía enamorada del niño que conoció en el campo. Ese niño frágil y curioso. Interesante en todos los sentidos posibles. Aún no confirmaba con exactitud si aquel niño seguía vivo en Taehyung, pero aún quedaban cenizas del incendio que un día causó en ella.

Aunque Taehyung no sienta lo mismo por ella; no hará que su corazón se detenga cada que lo vea sonreír. Lo quería tanto que no importaba si no correspondía su amor. Incluso llegó a pensar que lo quería más a él que a su propia familia.

No importaba su pasado y lo que había hecho con él. Ella lo conocía, y no necesitaba que otras personas le hicieran cambiar de opinión acerca de él.

Porque quererlo está bien.

***

Rouse se encontraba en el patio trasero de la casa de la tía Lord. Jugando por unos segundos en su teléfono sin nada qué hacer.

De pronto escuchó cuando alguien intentaba llamar su atención con un sonido de labios desde su lado derecho.

No era un silbido, era un sonido gutural tratando de imitar a una serpiente, una imitación muy mala.

─¿Taehyung? ─preguntó ella sorprendida al verlo dentro del jardín.

El chico pidió silencio con sus labios abultados con su dedo índice por delante. Rouse se acercó a él.

─¿Cómo entraste aquí? Apenas y son las nueve de la mañana.

─Lo sé. Quiero estar contigo ─sonrió mirándola─. Hay que huir de aquí, ¿Lo recuerdas? Hay que ir al país de las maravillas.

Ella negó mientras reía suavemente. Lo había recordado. Habían robado aquel libro de una librería, corrieron hasta el pueblo perdiendo al vendedor, querían leer ese libro.

─Eso sucedía cuando tenía ocho años. Además, aquí no tenemos un país de las maravillas.

El país de las maravillas, además de ser el libro favorito de ambos cuando eran niños. También habían titulado así a su lugar secreto ─no tan secreto─. Era un pequeño lugar en el bosque, cerca al límite del pueblo con la pequeña ciudad que había en ese lugar. Ahí pasaban sus días de gloria.

─Podemos crear uno ─dijo un Taehyung feliz─. ¿Qué pasó con tu esperanza por encontrar al conejo blanco? El sombrero estaría decepcionado de ti.

Lo vio, y en sus ojos notó la alegría de volver a vivir esos días. Una mirada perspicaz, que inundó en lo profundo de su corazón.

─Me pondré un abrigo.

***

No importa dónde se encuentren. Ella siempre tendrá un hogar si es él quien le abre la puerta.

─También llevaremos este.

─Eso no me gusta.

─Ese es para mí.

─¿Por qué llevaremos tanto?

─Porque hoy es el día de engordar.

─¿Día de engordar?

Taehyung dejó de escoger las golosinas de la repisa de esa mini tienda y volteó a verla con un gesto de pocos amigos, últimamente su paciencia se está reduciendo.

─Rouse, me estás decepcionando. Primero no quieres buscar al conejo blanco. Y ahora, no recuerdas el día de engordar. ¿Qué pasa contigo?

─Éramos muy niños ─excusó─. No recuerdo muchas cosas...

─Claro que las recuerdas. Solo... ─se quedó unos segundos pensando─. Tengo que ayudarte a recordarlas.

─¿A dónde iremos?

─Es un lugar mágico.

─Tus lugares mágicos siempre me dieron miedo.

─Tranquila. Este sí es un lugar público.

Caminaron por los pasillos, tratando de escoger algo que comer. Taehyung tomó una galleta de chocolate y la abrió, sacó las galletas y le dio dos a su acompañante.

─Es un regalo de la tienda.

─Taehyung...

─¿Qué se siente ser niña buena?

─Tú eres un niño bueno.

─Sí, lo soy ─dijo mientras abría otra envoltura de otra galleta.

Rouse rodó los ojos con una leve sonrisa, ya que no sabía qué gestos mostrar luego de tales acciones que había hecho su amigo. Nunca lo había visto hacer aquello, se preguntaba si había hecho cosas más graves, o robar cosas con más valor. No importaba si era algo pequeño o grande, a eso, se le llamaba robar. Y ella, no sabía que él lo hacía, no lo sabía hasta ahora.

Caminaron hasta la sección de bebidas, donde armaron un espectáculo, del cual luego se reirían.

AhogándonosWhere stories live. Discover now