Jeon Jungkook era el alfa más marginado del instituto porque absolutamente todos los alumnos y alumnas del lugar independientemente de su jerarquía, no se acercaban a él. Y todo por ser hijo de un alfa mudo.
Park Jimin era invisible para los demás y...
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3 años después.
Unos gemelos de tan solo tres añitos cada uno, jugueteaban de manera enérgica entre risas.
Por un lado, Hoseok movía varios peluches colocándolos en el suelo mientras sonreía mostrando su rosada encía con tan solo algunos dientecitos de leche.
Por otro lado Mina estaba encima de Jungkook, intentando coger a su padre la nariz una y otra vez en un infantil juego, mientras el alfa le hacia cosquillas para que la niña riera y a cambio no alcanzara su nariz.
Era lunes y la niñera se había acabado de ir ya que Jeon acababa de llegar del trabajo, ahora era profesor de lengua coreana en un instituto privado.
La puerta de la casa se abrió y los niños en seguida gritaron emocionados, sabían que su otro padre había llegado a casa.
Jungkook sonrió ampliamente cuando vio a Jimin entrar, tan bonito como siempre.
"Hola familia." Saludó Jimin a todos con entusiamo y una gran sonrisa por haber vuelto a su cálido hogar.
Los niños también entendieron los gestos realizados por el platino, ya que estaban aprendiendo poco a poco el lengua de señas.
Pronto Jimin dio muchos besitos a sus dos hijos y los abrazó a ambos con mucho cariño
—Appa, "mida" —Mencionó Hoseok con dificultad debido a su temprana edad, señalando la fila que había realizado en el suelo limpio con sus peluches.
El platino sonrió haciendo sus ojos dos medias lunas y acarició con afecto la cabecita del menor.
Tras ello, se acercó a su alfa para darle un dulce beso en los labios.
Park había estado desde temprano en su oficina donde ejercía de psicólogo, muchos se preguntarían cómo Jimin se comunicaba con sus pacientes y era fácil, mediante la escritura.
Y realmente Jimin era tan bueno en su trabajo, que sus clientes nunca sintieron su mudez como un obstáculo en las terapias que él brindaba.
Los cuatro eran felices, muchísimo.
Jimin aprendió que no era frágil ni inútil.
Jungkook demostró que los rumores que corrían sobre él nunca fueron ciertos.
Eran ellos, sólo ellos sin importar lo que los demás quisieran hablar.
Porque nadie en esta vida puede ser definido por otra persona más que por sí mismo.
No somos lo que los demás dicen: somos lo que hacemos día a día, lo que vivimos y sobre todo lo que sentimos.
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Y si algo he aprendido con esta historia es que absolutamente nadie debe hacerte sentirte inferior.
Que por muy mal que en algún momento en nuestras vidas lleguemos a estar, llega la hora en la que todo aquello pasa y solamente quedará en el pasado.
Que una historia con final feliz no tiene porqué empezar con un comienzo también feliz.
Evolucionar es bonito y forma parte de la vida, nunca tengamos miedo a cambiar y demostrar a los demás lo que realmente valemos.
Somos únicos e irrepetibles y por tanto, debemos disfrutar de nosotros mismos todo lo que podamos.
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Dejénme aquí sus impresiones de esta historia corta, ¿os ha gustado?
Increíble como he escrito estos diez capítulos en tan solo dos días.
Ha sido increíble como esta historia comenzó como tan sólo un "One shot" y se me hizo tan largo en mi imaginación que he terminado haciendo una historia corta.
Muchísimas gracias por haberla leído y espero que os haya gustado.
Os estima, Saraslifes♡.
Tengo en mi perfil otra historia KOOKMIN: llamada BULLYING- KOOKMIN. (Por si os interesa)❤
