♕ | 𝓮𝓲𝓰𝓱𝓽𝓮𝓮𝓷

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La música suave de un piano en la familia Ubeira siempre significó dos cosas muy distintas entre ellas, o un evento o una pérdida. Lo único que se escucha en el coche de Pablo Ubeira de camino al campo de tiro es aquella melodía que había tocado delante de su padre.

— Hacía mucho que no escuchaba esta canción en versión estudio — Aloia sonríe mirando hacia su padre, el hombre mira hacia ella imitando su gesto.

— Pues te la sabes de memoria, prácticamente puedes reproducirla en tu cabeza.

La chica asiente mientras repiquetea con sus dedos en el asidero. No recordaba la existencia del todoterreno en el que se mueven. La cabeza de la chica viaja hacia Javier, del cual no tiene noción desde varios días antes.

La incineración de su abuelo fue un evento tan pequeño, que únicamente fueron a él la castaña y su padre. Evitando por completo que los dos más pequeños de la familia tuvieran que presenciar una escena así.

Los violines de la canción arrebatan de la chica un par de lágrimas, las cuales deja caer en silencio. El hombre inspira profundamente siendo consciente de todo lo que puede pasar ahí. En la parte de atrás del coche, Brais Ubeira envía su ubicación a su madre biológica. Aloia saca el teléfono y busca el contacto de Ginés, está en Madrid y con Elisa. Hace la misma acción que su hermano, pero con su amigo. La chica observa de reojo la sonrisa triunfal que su progenitor lleva. Escribe un corre con algo de pavor. Busca el chat de Javier y escribe un mensaje corto, al cual no obtiene respuesta.

Al llegar a la calle frente a la casa amarilla un cosquilleo se despierta en el interior de Aloia, la figura estirada de Javier Baró se encuentra apoyado contra una de las barandillas del exterior. El chico se baja las gafas al ver frenar el coche, un hormigueo se despierta en su estómago al ver bajar a la castaña con el rostro preocupado. El miedo le recorre el cuerpo al ver bajar de este a Brais Ubeira.

No pueden haberlo descubierto.

La chica mira de reojo hacia su padre, el cual habla con el adolescente. Suspira y camina con rapidez hasta llegar al lugar en el que se encuentra el madrileño. El chico rodea el cuerpo de ella con fuerza y la pega a él. Sentir la familiaridad del otro los hace entrar en un pequeño estado de paz, que no dura demasiado.

— Estaba preocupada por ti — susurra eso sin dejar de mirar hacia su progenitor, que observa serio la imagen—, ¿qué haces aquí?

— Tu padre me dijo que me quería ver aquí, que era importante.

Un escalofrío recorre a la chica y se separa de él. Pablo Ubeira sube la escalinata mientras que su único hijo varón camina detrás de él. Brais Ubeira recibe un mensaje de su madre, voy. El adolescente escribe una respuesta rápida, siguiendo sus instintos, trae a la policía.

Brais Ubeira desaparece de la vista de su hermana mayor por la petición del padre de ambos, quedando únicamente la joven pareja y él en el salón con suelo de cuadros. Aloia se fija de nuevo en cada cuadrícula de mármol de color blanco y negro, intercaladas de manera que parecen un tablero de ajedrez. La castaña levanta la mirada con miedo, los ha llevado hasta ahí para acabar la partida. El corazón de ella empieza a bombear con rapidez sintiendo el mundo oprimirla poco a poco.

— Vamos a hablar, Javier Baró.

Ginés Peña sale con prisa del taxi, tirando hacia el conductor una gran cantidad de billetes. Nada más entrar busca con la mirada un arma, algo con lo que defenderse. Sonríe al ver un revólver en una mesa plástica. El murciano camina siendo lo más silencioso posible, escuchando el monólogo que Pablo Ubeira está dando. Al entrar en la sala observa, desde su posición, la manera en la que entre Javier y Aloia tienen unas salidas cerradas, pero no todas.

Redención Where stories live. Discover now