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-¡Chris, deja ya de coquetear con las estilistas!_

-Yo no estoy coqueteando con ellas, ellas están coqueteando conmigo_

-No me gusta este lugar_

La primera jornada fotográfica se llevaría a cabo en el Palacio de Westminster, precisamente en la Galería Real de la enorme arquitectura neogótica londinense; el aire de elegancia, gracia y finura que desprendía el lujoso salón contrastaba con los modernos atuendos que habían sido designados para cada uno de los modelos presentes.

-¿Bromeas? Estar aquí me hace sentir como toda una princesa_ agregó la pelirroja observando maravillada con los sofisticados muebles, cuadros y decoraciones.

-Ugh, comparándote con la Reina Isabel, tú eres la verdadera momia real aquí_ rodó los ojos, bufando, mientras escuchaba las quejas y lloriqueos de la rusa, los reclamos de su pareja y los gritos de su manager al ver que estaba sentado muy delicadamente con sus pies encima de los muebles_ más genial es el Palacio de Vladimir en San Petersburgo_

-Cada arquitectura tiene su belleza reflejada de diferentes maneras_ comentó el nipón, viendo los candelabros del salón cual niño curioso en un museo_ pero, sinceramente, el Palacio Peterhof me llama un poco más la atención_

-¿Has ido a ese palacio, Yuuri?_ preguntó la de ojos azules con evidente emoción.

-Uhm... No, no lo he visitado nunca_ sonrió sin despegar la vista de las pinturas que colgaban de las paredes_ pero me gustaría hacerlo alguna vez. Sé que Jean-Baptiste Le Blond fue el arquitecto francés que se encargó de hacer el primer diseño, sin embargo, el Zar Pedro I elaboró los bocetos para el interior y exterior del palacio... Me da mucha curiosidad porque en 1941 las tropas nazis tomaron posesión de ese palacio secuestrando al zar y algunas de las esculturas que habían sido levantadas casi fueron enterradas por las tropas alemanas, más no lo hicieron... Al final, pudieron recuperar las instalaciones, reparar los daños que habían sido hechos luego de la segunda guerra mundial y fue reinaugurado en 1945_

Paró en seco cuando sintió unos cuántos pares de ojos observándolo y en ese preciso instante se dio cuenta de que la lengua se le había ido demasiado; con el color y el calor subiendo velozmente a sus mejillas volteó a ver al grupo de personas que se habían quedado en completo silencio, escuchando la reseña que estaba recitando de memoria y algunos, por no decir que la mayoría, se encontraban sentados cómodamente en los sofás del salón y unos pocos en el limpio y elegante piso.

La mirada de todos sobre él le hacían sentir pequeño; sumamente chiquito, en especial ese par de zafiros que estaban posados firmemente en su persona y que, podía jurar por lo más costoso que hubiera en ese lugar, estaban brillando cual luceros en la noche más oscura, luego de que su momento de inspiración histórica terminara.

Quizás era el reflejo de la luz de los candelabros.

Sí. Sólo era eso.

-¡Yuuri, síguenos contando!_ aupó la italiana siendo seguida por la rusa y algunos de los encargados del set.

-P-pero ya va a comenzar la sesión-_

-¡No importa!_

-Ah..._

Definitivamente, Yuuri Katsuki, era una adorable, ardiente y pequeña cajita de sorpresas que no dejaba de asombrarlo; además de manejar relativamente bien el ruso, también tenía conocimientos sobre la cultura general de su país natal. En otra ocasión, o si hubiera sido otra persona, hubiera hecho algún comentario irónico y socarrón hacia su intelectualidad. Pero, no podía.

No podía porque esa muestra de inteligencia le había parecido de lo más sexy, carajo.

Claro que ahora estaba más que de acuerdo con que la inteligencia podía ser mucho más atrayente y atractiva que el físico. Oh, sí. Pero no había nada más jodidamente sensual que ver a una peligrosa combinación entre un travieso chiquillo que irradia erotismo por cada minúsculo poro de su piel y un elegante intelecto como el que tenía esa tentadora criaturita de divinos ojos vino.

❖ SexyBack ❖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora