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𝒕𝒉𝒆 𝒍𝒊𝒔𝒕 𝒐𝒇 𝒈𝒐𝒅𝒔.

Mis chicos ahora sólo se resumían a los que Yuna y Bang Chan me presentaban.

Dos de ellos fueron un fracaso total.

El primer chico era uno de esos sacados de una revista de moda, cuerpo perfecto y ropa de marca carísima. Al conocerlo noté que era muy superficial. ¡Ni siquiera pude hablarle de mi cáncer porque habló de él durante toda la cita!

Quizás en el sexo pudo haber sido mejor, pero no quería que él fuera el primero y el único.

El segundo era inteligente y como un dios griego. No era superficialmente estúpido. Agradezco que si me dejara hablar del asunto.

Era algo importante de mencionar si quería que metieran su pene en mi cuerpo. Tenían que saber que iban a penetrar el cáncer en persona.

Al mencionarlo, él sonrió. Pero fue sincero, eso me encantó.

Quedamos de acuerdo para otra cita. En mi mente pensé que él era perfecto para lanzarme a sus brazos.

Realmente lo creí.

Pero Yuna lo presentó ante Minho y ambos quedaron flechados. Jisung y Minho salieron a dos citas después y se unieron a nuestro grupo de amigos. Entre todos me buscaban pretendientes.

En uno de esos días donde Yuna nos pedía reuniones para hablar de mis chicos, Jisung cocinó, los demás trajeron refrescos y yo llevé mi presencia y mi preciado tanque de oxígeno.

Una semana después de la cita con Jisung, mis pulmones perdieron la fuerza y tuve que recurrir al tanque para seguir con vida. Mamá me llevaba a todos lados y los demás me ayudaban a llevar la porquería esa. Me deprimó un poco pero con los chicos era imposible.

Yuna brilló con una nueva idea para algún chico —. ¿Te molestaría que fuera Hyunjin, el de las clases de piano?

—¿Quién rayos es ese? ¡No dejaré que un hippie toqué a mi bebé! —dramatizó Chris.

—Cállate idiota. No es un hippie.

— No lo conozco, Syushin. —dije, agotado.

— Pero podrías, tampoco conocías a estos idiotas —apuntó al grupo de gente.

—Pero conocía su apariencia —insistí.

—Dios, no es un hippie —se giró a Bang—. ¿Ves lo que causas?

—Ya basta —se enojó Jisung, notando mi creciente estrés, y los calló a los dos.

—Está bien — pensé un momento después, suspirando y rindiéndome a sus encantos —. Presentanos.