Seguidora - Capítulo 4

11.6K 1.1K 1.4K
                                    

Después de unas horas, el doctor se dirigió a donde me encontraba, su semblante era neutro y sin sentimientos.

– Estabilicé a tu hermano, por ahora debería pasar la noche, si continúa sin recibir la medicina a tiempo, tarde o temprano morirá. –

Un escalofrío recorrió mi columna, tanto de alivio como de miedo, mañana temprano iré a agradecerle a aquel hombre por haberme ayudado.

Agradecí al doctor antes de que partiera, al irse no me prestó atención y por fin pude entrar a mi hogar.
Neun estaba dormido, decidí no molestarlo y dormir de una buena vez, mi cara dolía, ese maldito oficial... En especial ese, siempre aprovecha para golpearme.
Me cubrí con mi manta y quedé rápidamente dormida.

                                  • • •

Desperté antes de que amaneciera, era común, se me dificulta a de vez en cuando dormir bien debido al estrés.
Al cabo de unos minutos, decidí salir a caminar para tratar de calmar mi ser de tantas preocupaciones.
El ambiente era helado, mi nariz rápidamente tomó un color rosado debido a este, me dirigí al templo del Bosque Kamenae, aquel sitio siempre estaba solo y musgoso, no importaba la época del año.

Al llegar, me incline ante la estatua y comencé a rezar por unos minutos, escuché unas pisadas que se lentamente se aproximaban.

¡Era el Señor Douma!

Lo miré con cierta curiosidad, ¿Que hacía el ahí?
Siempre tan elegante, su porte era simplemente asombroso, incliné la cabeza cuando se detuvo a mi costado.

– ¿Qué haces aquí? ¿No es muy temprano para venir a rezar? –

– Simplemente no podía dormir, por lo general camino un poco en esos casos. Por cierto, muchas gracias por el doctor. –

Aquel hombre imponente me miró con su gélida pero amable mirada, estaba sonriendo detrás de aquel abanico, sentí como un escalofrío recorrió mi espalda.

– Disculpe señor Douma, pero... ¿Por qué me a estado ayudando? –

El simplemente sonrió y se inclinó ligeramente, nunca había tenido a un hombre tan cerca, mi corazón se aceleró debido a los nervios.

– Veamos... Eres linda, por ello te ayudo. –

– ¿Eh? –

¿Linda?... ¿Soy linda? ¿Por qué? ¿Por qué dice eso? ¿Se está burlando?

Se volvió a enderezar mientras reía un poco, noté que un sonrojo intenso aparecía en mi rostro, sin darme cuenta, su mano recorría mi espalda hasta mi cuello, no pude mirarlo, sentía que se acercaba y acercaba para repentinamente detenerse a solo unos centímetros.

– ¡Oh! Lo olvidaba, tengo que volver a mi puesto, ya casi es hora de recibir a los seguidores, te espero, ayudarás en el mantenimiento y servicio, no llegues tarde. –

Lo miré partir, no pude decir nada, aún estaba inquieta de lo que pasó hace unos segundos.
Ahora que lo pienso, por una razón, me sentí como si fuera una presa pequeña vulnerable.
Amaneció al cabo de una hora, aún continuaba en aquel bosque, el rocío de la mañana era reconfortante, debería ir de una vez al culto, quiero suponer que si llego temprano podré irme antes.

Caminé directo a aquel edificio elegante, sus paredes y techos estaban cuidadosamente decorados con lindos faroles enormes y caros, había plantas en la entrada, murales perfectamente pintados, solo faltaban los guardias reales para que fuera literalmente un palacio de algún emperador poderoso.

Pero, algo andaba raro, ¿Acaso al señor Douma no le gustaba la luz de los amaneceres? Tenía una ventanas cerradas, casi selladas justo al lado de su sitio habitual, si tan solo las abriera, podría claramente ver el sol imponente y hermoso, que envidia.

Supongo que no todos piensan igual.

Entré con cuidado, una señora de mantenimiento me sorprendió, parece que ya estaba informada de mi llegada. Sin perder tiempo, empezó a darme mis tareas, la más importante de todas era limpiar la sala principal del señor Douma en los periodos de descanso de este.

Cuando esté este atendiendo, solo tendría que atender a las personas exaustas que llegaban, dejándolos en exelentes condiciones para que el ser divino los atendiera.

En una de las tantas reglas, me prohibieron entrar a un sector, nadie tenía permitido pasar del lado Este del edificio, era propiedad privada para el señor Douma.

¿Prohibido?... Bueno, a cualquier persona le gusta tener un espacio para si misma.

Suspiré y comencé a hacer todo lo que me pedían hasta medio día, llegó mi hora de limpiar aquella habitación lujosa.
Cuando entré, no pude contener mi asombro: habían muchas finas telas de seda, joyas, incienso, oro y de más.
Tuve que reprimir mis deseos de llevarme algo, si lo llegaba a  hacer y en especial con un dueño así, era seguro que me ejecutarían.

Continué con mi jornada, era algo complicado, eran demasiadas cosas y el polvo me terminaba mareando, decidí abrir una ventana para poder respirar un poco de aire fresco, el sol alumbró dejando ver todo más radiante, parecía como si de un lugar mágico se tratase.

Quedé maravillada, hasta que unas palabras se escucharon duramente detrás mío, miré hacia atrás rápidamente. ¡Era él!
Su aspecto era como si le hubiera faltado al respeto cruelmente, su mirada era fría más que aquella tormenta, cerró la ventana desde las sombras de golpe, escuchándose por toda la habitación.

– ¡L-Lo siento señor! N-Necesitaba un poc- ¡Agh! –

Se abalanzó hacia a mi tomando mi cuello, me sujetaba fuertemente mientras estaba inmóvil bajo suyo, lo miré a los ojos con el mayor  miedo que experimenté en toda mi vida.
Era demasiado fuerte, incluso más que aquel oficial que pateé en el mercado.
Su voz volvió a resonar en la habitación tornandola con un ambiente demasiado tenso.

– Las ventanas siempre deben estar cerradas. –

Esas palabras, eran más que una advertencia, por unos segundos, pensé que me mataría en aquel mismo instante, apretó más mi cuello logrando que sangrara, trataba de gritar resultando en vano, mi tráquea estaba siendo comprimida demasiado, mientras que el, solo mantenía silencio acompañado de esa mirada sin expresión.

¡Por favor! ¡Alguien! ¡Ayúdenme!

– Vaya, creo que me excedí un poco. –

Al decir eso con su característico tono amigable, se disculpó como si fuera una persona totalmente diferente, soltándome lentamente.

– Déjame te ayudo con tus heridas, ¡Oh! Lo siento, no tengo nada aquí, ven. –

Me apegó a su pecho rápidamente, ¿Cómo era posible que sea tan fuerte?
Desprendía un olor extraño, trataba de averiguar de dónde me era familiar hasta que comenzó a lamer mi cuello.

¿¡Qué demonios!?

Impresionada y asustada, logré separarme de aquel ser para luego mirarme con una sonrisa, se relamía debido a mi sangre.

– Vaya, ¿No sabes que tengo poderes curativos? –

Tomó su abanico y cubrió la mitad de su cara, era obvio que se reía en silencio.
Estaba asustada, ¿Acaso era normal que se comportara así?

– Disculpe señor Douma, por abrir las ventanas, no sé volverá a repetir. –

Quería sonar como si no me importara lo de hace unos segundos, si actuaba "normal" podría aprovecharme para escapar y no volver.

– Sé que tramas, odio amenazar a las personas, pero... Si mañana no regresas, creo que sería una pena para tu pequeño hermano, ¿No? –

¡Maldita sea! ¿¡Cómo lo descubrió?!
¡¿Qué hago?!

𝐿𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝐻𝑖𝑒𝑙𝑜Where stories live. Discover now