No cuelgues los guantes

11

Paige:

"Cambio de planes, ya estoy volviendo a casa. Te explico después"

Envió el mensaje a Maximiliano y bajo mi teléfono. La camarera de la cafetería termina con las órdenes y se retira.

Mi mirada se ubica en el lugar, el abuelo parece tener gustos muy refinados y no es muy parecido a la abuela, aunque no ha dicho más que dos palabras, su mirada sería y fría me convence que es así.

—¿No te gusta el lugar?. —Pregunta con el mismo tono de voz que antes.

—No es eso, nunca he venido aquí.. —Respondo con una sonrisa débil, pero se termina cayendo. —¿Por qué querías hablar conmigo?

—Tu abuela creyó que debía disculparme.

¿Disculparse?

—La última vez no me presenté contigo. No esperaba encontrarte ahí.

Bajo la mirada, algo decepcionada. —¿Lo has hecho por ella?

—Si.

No sé porque sigo aquí.

La camarera regresa con las dos tazas de café, junto a dos cucharitas. Cojo mi taza y meto las bolitas de azúcar que ya se encontraban en la mesa, le doy vueltas al líquido con la cuchara.

—¿Cómo esta tu madre?

La pregunta me hace elevar más la mirada.

—Podrías preguntárselo tu mismo.

La expresión tranquila se le desaparece de la cara.

—No, no puedo hacer eso. —Me interrumpe.

Niego confundida. —¿Por qué no?

No responde la pregunta, la cambia por otra. —¿Quieres algo más que el café?

—Quiero respuestas. —Respondo decidida, el abuelo se tensa. —Mamá y tú... ¿Qué sucedió entre ustedes?—Niego con la cabeza. —Mi hermano y yo hemos deseado toda la vida conocerte... ¿Por qué nunca?

—Paige. —El me detiene. —El contarte lo que sucedió no es mi deber.

—Mamá nunca habla de eso. —Respondo con un nudo en la garganta. —Creo que no quiere recordarlo.

Su mirada se mantiene sobre mi.

Trago saliva. —Pero esto... ¿Significa que cambiará algo..? Ahora..

—Vine a disculparme.

Abro los ojos. El niega.

—Tu abuela me lo exigió.

—Entonces si ...solo por eso me has buscado.

—Oí que eres bailarina como tú madre. —Pronuncia de repente.

¿Por qué siempre intenta cambiar de tema cuando se ve atrapado?

No sé cómo tratar con el, es un desconocido para mí.

—Jamás seré como ella.

—Parece que no lo disfrutas. —Comenta. —Lo dices..

—Lo hago. —Miento, pero el no se ve convencido de mi respuesta.

Trago saliva.

—Tendremos un recital de primavera.

Me observa en silencio.

Paso la saliva y mencionó. —Deberías ir.

No me responde.

—Solo piénsalo. —Le pido, parpadeo despacio y me levanto.