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Paige:

Las siguientes semanas entreno para el ballet durante toda la mañana con mis compañeras y durante la tarde practico el solo con la profesora Alexis, quien a decir verdad es más soportable cuando la sabes tratar, aunque estas semanas nada le quito lo dura conmigo.

En cambio el boxeo ocupa el resto de mi tiempo desde las seis de la tarde, hasta la hora que debo regresar a casa o a la hora que papá me marca al teléfono, exigiéndome volver.

Ha estado quejándose por mis largas horas de llegada y para evitar sospechas antes del día de la convocatoria, decidí tomar el entrenamiento para el box tres veces por semana y en algunas ocasiones me voy antes para salir con Max, tendré unos días libres antes de la convocatoria y después de finalizado el recital, así que por ahora quiero concentrarme en hacerlo bien como Myrtha.

Dividir mi tiempo en cuanto al boxeo y el ballet jamás se me dificulto como ahora, aunque no es algo imposible para mí.

No para mi cuerpo y trato que tampoco lo sea para mi mente, pero...

Termino la vuelta y tambaleo, pero logro mantenerme firme, mientras antes fácilmente caía, ahora mis pies izquierdos logran mantenerse firmes sobre el suelo.

Dejo las puntas y coloco toda la palma del pie sobre el piso.

—Mejor. —Concluye la profesora Alexis. —Creo que a partir de mañana puedo dejarte libre las tardes. —Arquea las cejas. —Tu novio debe estar feliz por eso.

Mi novio ha estado ayudándome a entrenar. Max es un excelente profesor... al menos hasta donde le pido ayudarme.

—Gracias.

—Practicaremos tu solo junto a las chicas mañana. —Me anuncia y cuelga la bolsa en su hombro. —Terminamos por hoy.

Ella se marcha, coloco la bolsa en mi hombro y salgo del salón de baile, para cuando llego a la calle, encuentro a mamá y papá esperándome fuera de la escuela de danza.

—¿Qué...

—Hola, cariño. —Mamá se acerca abrazarme.

Retrocedo observándolos con una expresión extraña, mamá está emocionada y papá desea estar en otro lado.

—¿Qué están haciendo aquí..?

—Le pedí a tu padre que nos llevara al centro, a comprarte equipo nuevo.

Eso explica la cara de mi padre.

Odia ir de compras con nosotras, sobre todo si se trata de ropa.

Arqueo una ceja. —¿No deberías estar entrenando para tu pelea, papá? ¿U ocupado con la convocatoria?

—Todo por ti, muñequita... Además... Ya todos saben quién va a ganar. —Habla con arrogancia

—King, no le enseñes esas cosas a la niña. —Le regaña mamá.

—¿La confianza en uno mismo?

Mamá rueda los ojos.—Tu alto ego.—Y se vuelve hacia mí. —¿Nos vamos..?

Escucho la puerta del coche abrirse. Papá entra y hace una señal para que lo sigamos.

Le sonrio a mamá. —Si.

Una tarde con mis padres, quizás necesitaba esto.






No cuelgues los guantesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant