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SOPHIA :
Suelto un grito junto a Kate cuando llegamos al cielo.
—Bien, Teddy, ¡levántate! —hace caso— ¡Tómalas! —Santa le acerca las cuerdas.
—¿Qué?
—¡Vamos!
Las toma con nervios.
—Bien, debes sostenerlas. ¡Ahora veremos de qué estás hecho! —alzo las cejas intercambiando miradas con Kate— Solo piensa adónde quieres ir, ¡y ve!
—¡No! —Teddy comienza a negar— ¡No puedo hacerlo, Santa!
—Debes aprender algunas cosas solo.
Me mira.
—Puedes hacerlo.
Termina volteandose. Toma las cuerdas con firmeza. Santa nos mira— Aquí está el libro con los nombres y direcciones —nos lo muestra a mí y a Katie— ¡Mírenlo bien!
—Sí. —contesto poniendo mis ojos en blanco.
—¿Lo tienes?
—¡Sí! —exclamo.
—No tengas miedo. —Santa le habla a Teddy.
Me afirmo del asiento mientras el castaño maneja el trineo con rapidez.
—Si hay algo que los renos pueden olfatear, ¡es el miedo!
—¡Santa, ayúdalo! —le grito agarrando a Katie algo histérica.
Da una vuelta— ¡No puedo controlarlos! —Teddy pide ayuda— ¡Esto no es gracioso!
—¡Ocho renos! ¿Tan difícil es? —Santa alza sus brazos.
—¡Teddy, cuidado! —grito al unísono con Katie cuando miro el letrero gigante de Papá Noel.
Pero terminamos rompiendolo de igual manera.
Santa ríe y grita—: ¡Toma eso, gordo!
Miro preocupada, con la respiración agitada. —No ascienden! ¿Qué debo hacer?
Miro el tren a lo lejos.
—Solo debes hacer una cosa, Teddy. —Santa pone su cara entremedio de la mía con la de Teddy.
Respiro cada vez más agitada.
—Cree.
—Pero creo en ti.
—¡No me refiero a mí! —lo miro de reojo— ¡Debes creer en ti mismo! ¡Tal como cree tu madre! ¡Y tu hermana y Sophia! —trago—¡Como creía en ti tu padre!
