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Joel cuando toco fondo, vio como unas burbujas del lago comenzaron a aparecerse.
Era su fin, pensó, más cuando se desvelo lo que tenía aquellas burbujas. Uso su último aliento para subir con aquel instrumento.
Una espada.
Que de milagro había aparecido,dándole fuerzas de donde ya no tenía.
~ Bastado - comentó el ojinegro viendo como Joel salió de las profundidad de lago - ¡Qué tengo que hacer para poder acabar contigo?
Una vez más sacó sus colmillos, sin embargo aquello no le sirvió de nada porqué el ojimiel se levantó con todas su fuerzas hacia él, atacandolo con aquel arma pudo desmembrar su brazo izquierdo en un solo instante.
~ El arma de la chica de lago - se quejó el alfa,gruñiendo por el dolor provocado viendo como su misma sangre brotaba por montones de la zona afectada.
~ ¡Esto es por mi madre! - refutó el moreno alzando la espada para clavarselo en el pecho de su contrincante, más esté la detuvo con su otra mano rompiendola al instante cuando la tocó. Haciendo que las partes de la espada se esparcieran por la corriente del lago perdiendose allí.
Dejandolo muy herido al alfa, por su ataque, él comenzó a perder su fuerza sobre humana.
Cuando Joel estaba listo para atacarlo nuevamente con su garras, unas palabras retumbaron por su mente deteniendolo.
"Nada justifica una muerte"
~ ¡Largate, no quiero volver a verte ni una sola vez en mi puta vida! - amenazó al alfa.
Soltando un aullido para deshacer su ira, fue en busca de Erick, dejando a Santiago muy mal herido en el lago.
Pudo percibirlo y de inmediato se introdujo nuevamente en el agua, sacándolo y llevandolo hasta la orilla.
Sin dilatar el tiempo el licantropo recostó a su bebé y lo beso fuertemente para darle primeros auxilios.
~ ¡Vamos Er! Tú eres más fuerte que esto ¡Demuestralo! - presionó 5 veces su pecho y en la sexta el abrió sus ojos expulsando el agua de sus pulmones.
El ojimiel al ver a salvo a su pareja lo abrazo y como nunca le regaló un beso, mezclado con pasión y desesperación.
~ Amor, no me asustes otra vez así.
Pidió Pimentel con una sonrisa, aliviado por verlo con vida derramando algunas lágrimas.
~ ¿Amor? - preguntó el castaño con dificultad.
~ Sí, porque eres mi amor, eres mi vida. Así que no me des más impresiones así.
~ Tú tampoco - admiró el ojiverde, acariciando su mejilla y los hermosos rulos del mayor - ¿Dónde está Santiago?
