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Aprendí algunas cosas de Itadori en los últimos días, como que le gusta mucho ver películas y es bastante positivo. También me habló un poco sobre su abuelo y, mientras lo mencionaba, no pude evitar disculparme de nuevo por la forma en que lo traté el día que nos conocimos.

Tenía razón, era una persona agradable.

Sin embargo, no era algo en lo que debía pensar al estar frente a Ijichi-san, quien nos hablaba con bastante seriedad.

—Nuestra ventana confirmó la existencia del Vientre Maldito hace tres horas.

Vi sin interés el edificio frente al cual nos encontrábamos, masticando a un ritmo lento mi goma de mascar.

—Tras la evacuación de noventa personas —continuó diciendo Ijichi—, se ordenó que se acordonara el área.

Sabía que la explicación era importante, pero dejé de prestarle toda mi atención y me dediqué a ver a mi alrededor sin el mayor interés.

Megumi podía explicarme todo después, ya que mi mente solo tomaba fragmentos de su explicación que parecían importantes.

Había hablado algo sobre un perímetro.

—Ijichi, tengo una pregunta —dijo Itadori, llamando la atención de todos—. ¿Qué  es una "ventana"?

—Son funcionarios del Colegio capaces de ver Maldiciones, pero no son hechiceros en sí.

—Oh, ya veo —respondió.

—Continuaré —dijo enseguida Ijichi.

Mi mente retuvo solo lo que consideró más importante.

Cinco reclusos seguían adentro con el Vientre Maldito y era probable que fuera de categoría especial.

En cuanto lo escuché, mi ceño se frunció profundamente mientras volvía a ver hacia Ijichi.

¿Categoría especial? ¿Pensaban enviar a cuatro alumnos de primero ante una posible amenaza de categoría especial?

Yo era consciente de mi poder, sabía lo mucho que debía mejorar si quería sobrepasar a mi hermano y, por lo tanto, sabía cuáles eran mis límites actuales.

—Oigan —dijo Itadori, entrando en mi campo de visión—, aún no entiendo qué vuelve tan especial a la categoría especial.

Megumi, Kugisaki y yo soltamos un profundo suspiro al mismo tiempo.

—Muy bien, te lo explicaré como si fueras un tonto.

Al oír lo que dijo Ijichi, no pude evitar reír suavemente. Aunque cubrí mi boca, Itadori pareció darse cuenta e hizo lo más infantil que pudo haber hecho: sacó su lengua en mi dirección.

Su gesto solo me hizo reír más; sin embargo, volteé en otra dirección para que evitara ver mi sonrisa.

Ijichi se dedicó a explicar las categorías de las Maldiciones en una forma que Itadori pudiera comprender.

—¡Es gravísimo! —exclamó Itadori, después de la explicación.

—Generalmente se envía a un hechicero que esté a la altura de cada misión —dijo Megumi—. El caso de hoy podría tomarlo Gojo-sensei.

—Y-a veo —volteó a ver en otra dirección—. ¿Y dónde está Gojo-sensei?

Solté un profundo suspiro, cerrando levemente mis ojos.

—En un viaje de negocios —informé—. Me gustaría culparlo, pero no es como si pudiera estar siempre en el Colegio o cerca de él.

Esta vez, no era como el día que Megumi y yo buscábamos el objeto maldito que se comió Itadori.

Hacia la cima [ 1 ] | Yuji Itadori |Where stories live. Discover now