Capítulo 33

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~Narra TN~

Volví a la Comisión con un sabor agridulce en la boca. Saludé levemente a un vagabundo que andaba por allí, que no era otro que uno de los guardias que custodiaban el edificio. Me devolvió el saludo. Entré en el lugar suspirando. En serio, ¿por qué no podían poner algo más de color? No sé... Todo azul y blanco es demasiado... Claro. Volví a suspirar y fui a mi habitación pensando en mil maneras de matar a alguien que yo me sé por contarlo todo a los Hargreeves, poniéndoles en riesgo. 

De pronto, oí unas voces. Venían de mi habitación. Puse los ojos como platos y les espié por el agujero de la llave de la puerta. Cuando vi a Cinco, el corazón me dio un brinco en el pecho. Estaba revisando las fotos que tenía en la cómoda, todas ellas mías. Recordé que me prohibieron poner fotos suyas, así que no me quedó más remedio. 

- Genial. Han puesto precio a nuestras cabezas.... Esta es la segunda cosa más interesante que me ha pasado en la vida - reconocí la voz de Klaus. 

- ¿Cuál es la primera? - preguntó Ben con inocencia. Y me harté. Antes de que pudiera contestar, entré.

- ¿Qué hacéis aquí? - entré de sopetón en la habitación. Todos se quedaron mirándome con los ojos como platos. Luther, como siempre, tenía la cara seria. Diego y Cinco me miraban con hostilidad, Vanya y Allison sonreían, Ben fruncía el ceño y Klaus se desternillaba de la risa. Por qué no. Buen reencuentro. Allison corrió hacia mí, seguida no muy de cerca por Vanya. Me estrujaron en un abrazo, pero me separé, reticente. - Largo. No os quiero aquí. - Vanya habló.

- Ya sabemos que te están obligando a hacer todo esto... No hace falta que disimules - volví a mirar a Cinco, que me sostuvo la mirada alzando la barbilla con desdén. Suspiré.

- Largo. No os quiero aquí - repetí, más alto. Cinco apretó la mandíbula. Klaus dejó de reírse y me miró con la cabeza ladeada.

- Te hemos dicho que ya lo sabemos. Deja ya de fingir 

- No estoy fingiendo - abrí la puerta. - fuera. Ya. 

- ¿Por qué? - preguntó Diego. Comenzó a sonar la alarma de la Comisión, mientras las luces de emergencia se activaban. Con un solo movimiento, estampé el marco de una fotografía contra la cámara de mi habitación, rompiéndola.

- Por eso.  - Ben abrió aún más sus orbes.

- ¿Tienes una cámara de vigilancia en tu habitación?

- ¿Cómo te cambias? - preguntó Klaus a su vez. 

- Sí, Ben, la tengo. Y Klaus, la cámara tiene un punto ciego. Luther está ahora en él. Ahora idos. No os quiero ver - volví a decir. Cada vez me costaba más echarles. Les echaba de menos... Más de lo que quisiera admitir. 

- No podemos - dijo entonces Luther - nos buscan. Si salimos, nos matarán - me froté los ojos. 

- Ayúdanos, por favor - intervino entonces Cinco. Se me hizo un nudo en su garganta ante sus ojo suplicantes - por favor, TN. Por lo que tuvimos de antaño.

- Ya sabes que no fue nada para mí - espeté. - pero lo haré igualmente. Por que me sacarais de aquel maldito sótano - dije. Y salí de la habitación. No esperé a que me siguieran, pero cuando ya estaba por el pasillo, oí sus pasos apresurados.

Comencé a correr. "Si no me falla la memoria, en más o menos veinte segundos los guardias del segundo piso llegarán a mi habitación... Genial. Aún hay tiempo para escapar. Quince, catorce, trece..." pensé. Aumenté la marcha. Alguien resolló por detrás, pero no bajé el ritmo. De pronto, aparecieron unos guardias entorpeciendo el paso. Me giré rápidamente, mientras me amenazaban con sus picas.

- ¡Por allí, rápido! ¡Más deprisa! - les grité. Otros guardias más aparecieron para cerrarnos el paso. Miré levemente hacia abajo con una idea loca aflorando de mi cabeza. Si era la única manera de sobrevivir... - saltad. ¡Ya! - me subí a la barandilla y salté. Era un segundo piso, apenas diez metros. Aún así, al caer mis articulaciones se quejaron. Vi a más guardias correr hacia nosotros desde la otra punta del pasillo. Por una vez, agradecí que fuera tan largo. Los Hargreeves aterrizaron a mi lado con un grito ahogado. Alguien chilló de dolor.

Busqué con la mirada al dueño del chillido. Ben. Tenía el tobillo en un ángulo extraño. Luther le cogió en volandas antes de que pudiera llegar hasta él. Me miró y asintió. Repetí su gesto y comencé a correr hacia la salida. Los guardias chillaban detrás nuestra, y el pitido loco de la alarma resonaba en mis oídos.

- ¡TN HARGREEVES VUELVE AQUÍ AHORA MISMO! - me gritó la voz de la Encargada. Le saqué el dedo sin mirarla.

- ¡Que sepas que eres la mujer más imbécil que he conocido en mi vida! - le grité de vuelta.

- ¡Pagarás por esto! - gritó, amenazándome con el puño. Envié una ráfaga de aire que la tiró por detrás hacia el suelo. Ella estaba en el tercer piso... No fue una caída agradable. Reí para mí misma y abrí los portones de la Comisión. 

- ¡Más rápido! - todos mis 'hermanos' atravesaron las puertas y las cerré. Oí el claxon de un coche sonar tres veces. Vi a Anabeth conduciendo una furgoneta negra. 

- ¡Todos adentro, ya! - nos gritó. Sin miramientos, subimos al vehículo. Mi amiga pisó a fondo, no sin antes recibir una mirada asesina por mi parte. Yo estaba de copiloto, y el resto atrás. El automóvil se alejó de lo que había sido una prisión para mí, perdiéndose entre las calles. Miré hacia atrás un segundo, pero luego volví a colocarme bien. Ben seguía quejándose cuando perdimos de vista la Comisión.

Sólo estaba segura de una cosa: No iba a volver allí.



Nota de la autora:

Ale. Nvo cap. Un churro, yo lo sé, pro estoy sin creatividad... No m matéis, q sé q os sigo dejando cn la intriga. No os preocupéis, q aún quedan cosas... Muchas, muchas cosas.

Una pregunta; Cn o sin apocalipsis?

Yo prefiero sin, pro está a vuestra elección. M decís x comments.

Se despide

La autora

La hija perdida de Reginald Hargreeves - T/N y Cinco-Where stories live. Discover now