35. Sería Más Sencillo

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Día 21: Pretemporada

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Día 21: Pretemporada

— Vas a matarme, entonces — le dije dejando salir una exhalación profunda.

Nicola no respondió inmediatamente, estaba muy ocupada mirando fijamente por el retrovisor el estacionamiento tras nosotras y siguiendo con ojos sagaces cada persona en las inmediaciones. Mientras tanto yo miré lo que se lograba ver del paisaje enfrente, estábamos en Union City, con el Hudson justo frente a nosotras y enormes edificios a los costados. No era buen día en esa área porque había estado cayendo aguanieve todo el camino y la media hora que habíamos estado paradas allí en su auto y hacía el suficiente frío para necesitar la calefacción encendida.

Volví a dar ese suspiro dramático que sabía la ponía de los nervios.

— Siempre supe que iba a morir joven — le conferí un tono ligero a mis palabras — Una bruja me lo dijo e inconscientemente en mi búsqueda eterna de justicia, resiliencia, ecuanimidad, esperanza...

Nicola gruñó y me lanzó una mirada hostil.

—... y ruptura de los moldes sociales he encontrado mi final a la tierna edad de veinte años — me lleve el dorso de mi mano a la frente en un gesto afectado — ¡Oh, Dios! Es tan terriblemente triste. Y a manos de ti, mujer cruel.

Ella esquivó mi mano con un manotazo y un ruido cercano al de un oso malhumorado.

— Callate, joder.

— Tengo años de experiencia en el teatro como inspiración — sonreí, guasona — Continuaré hasta que me digas, con palabras precisas y claras, lo que hacemos aquí además de pasar tiempo de calidad juntas.

— Tiempo de calidad, ja. ¿Haces comedia ahora?

Cuando ella no añadió nada más en los próximos cinco minutos me lance a un llanto melodramatico y escandaloso francamente ridículo.

— ¡Oh, crueldad de las crueldades! ¡Horror de los horrores! ¡Tristeza de las tristezas!

— ¡Tortura de las torturas! — gritó girandose completamente en el asiento para fijar su expresión de exasperación furiosa en mí, agarró la bufanda que había quitado de mi cuello y la agitó frente a mis ojos — Si yo supiera que saldría indemne te estrangularía ya mismo con esto pero da la casualidad de que tu estúpido cuello se ha ganado el absoluto cariño de muchas personas que me perseguirían al infierno si siquiera llego a intentarlo. Entonces no puedo, ¿comprendes?

Lentamente asentí, porque hasta yo sabía diferenciar cuando mantenerme callada era la mejor opción. Ella dejó la bufanda a un lado y siguió con su vigilancia en el estacionamiento y esa era la frase más larga que había dado desde que habíamos salido de la universidad hacia un par de horas para venir a este misterioso lugar, esperaba una regañina por haber tenido la osadía de llamar al programa de radio pero mantenerme en ese lugar con ninguna otra cosa más que sentarme en sobre mis manos y mirar el agua correr era peor. Me estaba comenzando a dar cuenta de que le tenía un trauma profundo a los mantos de agua, consecuencias de casi haber perecido en el lago.

El Quarterback Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora