42. No Soy Un Ángel

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En ese momento, mientras esperaba busqué en el botiquín algodón, alcohol, aceite, pomada y en general cualquier cosa que mantuviera mis manos ocupadas

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En ese momento, mientras esperaba busqué en el botiquín algodón, alcohol, aceite, pomada y en general cualquier cosa que mantuviera mis manos ocupadas. 

Y así fue como él me encontró luego de salir de la ducha, lo miré por encima de mi hombro brevemente solo para verificar que estaba vestido, camisa y pantalón, si, y entonces regresé mi mirada a mis manos, obstinadamente. 

— Tuviste tres pases de touchdown — dije cuando el silencio se hizo muy incómodo. 

— Si.  

— Daniel tuvo dos capturas.

— Lo vi.

Con un loco parpadeo toqué la bolsita de papel donde estaba el algodón, lo sentía moverse tras mi espalda. Acercándose.

— Powell está en el hospital — continué — Si era él quien estaba cuando le dispararon a Ewan. Eso era lo que quería decirte el viernes.

— Lo sé. 

— Aunque… aunque… 

Él estaba justo detrás de mí, sentí su respiración caliente caer por mis hombros y agitar mi cabello suelto, una de sus manos rozó el costado de mi brazo que podía sentir aun por encima del abrigo mientras que la otra la dejó plana sobre la mesa frente a mí. 

— ¿Qué pasa? — susurró en mi oído, lentamente.

Solté una risa un poco histérica. Pasa que he desarrollado un instinto de timidez que tu pinchas cada vez que te acercas y me tocas así, también pasa que cada palabra que dices es como si lo hubieras sacado de un libro de poesía y también...

— Me pones nerviosa, Forbes — respondí llanamente.

— Tal vez deberíamos romper el hielo primero, entonces — su mano volvió a rozar mi brazo pero esta vez se quedó un rato alrededor de mi codo, haciendo una presión mínima— Un beso — tocó el costado de mi cuello descubierto por el cuello de la pijama con sus labios, me estremecí— a la vez. 

Luego se apartó unos centímetros, me quedé inmóvil anticipando su próximo movimiento. Él rodeó la mesa y fue hasta donde había dejado su bolso, sacó el teléfono y con un par de toques comenzó a reproducir una canción. Me quedé en blanco.

— ¿Bailamos? — preguntó acercándose de nuevo pero deteniéndose a medio metro de mí. Su mano extendida con los dedos hacia arriba entre ambos.

Aun no tenía ni idea de qué estaba haciendo allí en ese momento o en qué momento estábamos o si siquiera había algún momento en que estuviéramos juntos, pero era claro que deseaba tenerme cerca y yo lo quería cerca también, pero temía que llegara a alejarme de nuevo.

Con una mezcla de agitación y anhelo fui hacia él. Me giró y pasó una de sus manos sobre mi cadera flojamente mientras que la otra prácticamente engulló la mía al rodearme con sus dedos y luego apretarla contra su pecho. Cada una de sus devastadoras miradas me tenía tragando con fuerza y temblando como un hojita al viento. Estaba de más señalar quien estaba bailando y quien no.

El Quarterback Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora