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-Hostia puta

Se levantó corriendo de la cama sintiendo el corazón en la garganta, casi se tropieza bajando las escaleras pero consigue elevarse sobre el suelo haciendo un gran esfuerzo y llega hasta aquella escuela de bordado.

Una gran estancia con los suelos de madera y las paredes de un cemento gris, una estancia tan fría que a cualquiera podría helarle la sangre. Esa escuela llevaba abandonada unos cuantos años y eso le había ayudado a construir en ella un refugio, con el tiempo en aquella ciudad de locos él sentía que tenía su pequeño lugar.

-Donde dejé ayer la cesta con los hilos para bordar - habló para sí mismo dando vueltas sin saber donde buscar.

Él era un caos tanto por dentro como por fuera. Como había leído en antiguos escritos tu hogar es el reflejo de tu alma, un alma tranquila, ordenada, organizada y calculadora siempre tendrá un hogar frío, recogido, limpio... un ser frío y calculador, que apaga el corazón para dejar que la mente le condujera. Por otro lado estaban los caóticos, almas que se dejaban guiar por todos los sentimientos que llegaban a ellos, apagaban la razón, sintiendo y viviendo por ellos mismos, pero viviendo con todos los riesgos que eso llevaba en un mundo en el que un error marcaría la historia para siempre.

Buscó primero en las cajas de madera que se amontonaban en el fondo de la sala, ahí solo encontró todo tipo de hilos, cogió unos con los colores que necesitaba de lana y algodón, fue hasta la sala en la que guardaba los bordados que tenía echos de antes y los sacó.

Con los brazos hasta arriba de telas bordadas a la perfección se paseó entre las mesas y sillas de madera, intranquilo respirando aquel aire lleno de polvo que hacía de esa atmósfera una muy pesada.

-Me cago en todo - le dio un golpe a una silla rompiendo una pata.

Se sentía entre los muros de un gran laberinto sin salida, perdido y sin saber qué hacer en ese momento. Dio vueltas alrededor de todas sus obras de arte, todas sobre lo mismo, ¿de donde salía todo eso?¿Por qué se parecían tanto entre sí?¿Que quería decir aquello? Se hacía miles de preguntas para las que no tenía respuesta, tan solo para una, tenía que llegar a saber porque se le aparecía y que era, estaba seguro que algo importante, su corazón latía más rápido cuando lo veía, nunca un sueño recurrente había durado tanto tiempo, nunca años, pero lo más importante, un ser tan precioso no podía no ser nada, no podía ser producto de su imaginación, no quería. En el fondo solo sabía que no sabía nada.

Desesperado se sentó en una de las mesas con una nueva tela, cogió los hilos necesarios y como ya era costumbre comenzó a clavar la aguja una y otra vez, construyendo con sus propias manos una obra que supondría su fin, estaba formando entre sus manos una pieza de una gran puzle que sería luz entre aquella oscuridad que reinaba entre sus sueños desde hacía tiempo.

Con los ojos cerrados y las manos trabajando a una velocidad de vértigo mientras tenía la imagen grabada en sus párpados cerrados. Y de repente se fue, abrió los ojos y entre sus manos pudo ver su peor pesadilla.

Primero hiperventiló un poco, después lloró sin saber qué hacer con ello, derramando sus lágrimas doradas entre los hilos, pero no le importaba, por último y cuando decidió encender a la razón para que opacara el corazón, aunque le durará poco. Entendió que lo único que le ayudaría en ese momento sería llamar a Elisabeth y que pusiera un poco de cordura al asunto.

Corrió a hasta las escaleras que llevaban a su habitación, las subió sin tocar ni un solo peldaño y así cogió un trozo del pergamino que su amiga le había regalado en su quince cumpleaños para comunicarse sin que ningún semidiós pudiera verlos.

-Pergamino escribe - ordenó -. Elisabeth, he vuelto a soñar el chico de ojos marrones que te dije pero ahora tengo una nueva pista, ven cuanto puedas por favor, esto se esta volviendo muy raro y me da miedo, voy a buscar todos los demás bordados y espero que me puedas ayudar.

eutheromaniaWhere stories live. Discover now